El 15 de octubre de 1989 siempre será una fecha especial para la hermana Reyna I. Aburto, este día cambió su vida por completo. Y todo comenzó en el momento en que eligió acercarse al Salvador.
En ese tiempo la hermana Reyna, de 26 años, vivía en San Francisco, California, y acababa de pasar por la dolorosa separación final de su primer matrimonio. Durante ese tiempo difícil, experimentó sentimientos de desesperanza, desesperación y miedo.
Todo eso cambió después de que su madre, que se había reunido anteriormente con una pareja de misioneros mayores, invitó a Reyna a asistir a la iglesia con ella.
La hermana Aburto había asistido a misas católicas cuando era niña, pero cuando entró en aquel centro de reuniones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para una conferencia de estaca, quedó sorprendida, nunca había experimentado algo parecido.
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Ella describió aquel momento como un sentimiento maravilloso, un sentimiento de amor, esperanza y paz, una luz que disipó la oscuridad que había rodeado su corazón. Cada mensaje resonó en su alma y supo que esto era exactamente lo que deseaba en su vida.
Ella comenzó a reunirse con los misioneros y emprendió el camino que la llevaría al Salvador y que, a su vez, le daría la oportunidad de invitar a muchas personas en todo el mundo a conocer al Señor.
Años más tarde, cuando el élder Quentin L. Cook se enteró de que la hermana Aburto, quien en la actualidad se desempeña como la Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, asistió a esa conferencia, se dio cuenta de que él fue su presidente de estaca.
Cuando le contó aquel detalle, su corazón se llenó de gratitud.
“Cuando me enteré de que él había sido [mi] presidente de estaca, le dije: ‘Estoy muy agradecida por todo lo que hizo para que pudiera sentir el Espíritu en aquella reunión, ese día mi vida cambió’. No tenía idea de que él había sido parte de aquella experiencia. Fue un milagro para mí”, dijo en una entrevista para LDS Living.
La Sociedad de Socorro es una de las organizaciones de mujeres más grandes del mundo, con más de 7.5 millones de miembros según Church News. La hermana Aburto sabe el impacto que puede tener una reunión de la iglesia.
“Uno nunca sabe quién nos visitará por primera vez. Esa persona necesita ser nutrida, necesita tener amigos y necesita tener un llamamiento”, dijo, haciendo referencia a una de las enseñanzas del presidente Gordon B. Hinckley.
En su nuevo libro, “Reaching for the Savior”, la hermana Aburto comparte experiencias de su vida que la han impulsado a buscar al Salvador y momentos en los que Él la ha sostenido. Ella testifica de los ángeles, en ambos lados del velo, que la han guiado al Señor a lo largo de su vida
“El Señor nos ha prometido que nos enviará ángeles, y es verdad. A veces puedo sentir esa fuerza, las palabras que llegan a mi boca sin siquiera saber de dónde provienen, ell amor que proviene de los cielos y por medio de otras personas. Él envía ángeles, y puedo testificar de eso, y por eso estoy aquí. Estoy aquí por todos los ángeles que me han apoyado”.
“Unidas a pesar de nuestras diferencias”
Este año marca el cuarto año que la hermana Aburto ha servido junto con la presidenta Jean B. Bingham y la hermana Sharon Eubank. Cada miembro de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro brinda una amplia variedad de experiencias que representan a las muchas hermanas de la Iglesia de Jesucristo.
Para resaltar solo algunas de estas:
La presidenta Bingham tuvo problemas de infertilidad y después de años tomó la decisión de convertirse en madre adoptiva.
La hermana Eubank tiene años de experiencia trabajando en los programas humanitarios de la Iglesia, también se desempeña como directora de LDS Charities, y tiene una conexión especial con las hermanas solteras de la Iglesia.
La hermana Aburto es una miembro conversa de habla hispana y conoce el dolor y los desafíos que vienen de un divorcio.
“En ocasiones pensamos que debemos ser iguales. Por supuesto, debemos estar alineados con la voluntad del Señor. Necesitamos tener objetivos similares en la vida, pero debemos darnos cuenta de que aquellas diferencias son realmente las que nos hacen más fuertes”.
La presidencia de la Sociedad de Socorro a menudo bromea diciendo que incluso los colores de sus cabellos son diferentes, sin embargo la hermana Aburto señala que lo que hace que la Iglesia tenga tanto éxito es que cada persona es única e irrepetible, y que son esas experiencias singulares las que nos edifican e impulsan a seguir adelante.
La hermana Aburto señaló que vivir la ley de consagración se puede manifestar en las cosas buenas que hacemos en nuestra vida.
Inmediatamente después de ser llamada a la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, la hermana Aburto oró para sentir amor por las hermanas y por todos los miembros de la Iglesia. Esa oración ha sido respondida en abundancia.
Y aunque la pandemia ha cambiado la forma en que se reúne con los Santos de los Últimos Días de todo el mundo, dijo que, en cierto sentido, las reuniones virtuales le han permitido sentirse más cerca a los miembros.
“Cuando estás en un gran centro de reuniones, ves que hay personas en la parte de atrás y no puedes ver muy bien su rostro. De cierta manera, [las reuniones virtuales] son más personales aunque no podemos abrazarnos ni darnos un beso en la mejilla, sin embargo es algo personal de una manera diferente”.
Cada vez que la hermana Aburto interactúa con hermanas de toda la Iglesia, les anima a pensar en la Sociedad de Socorro como algo más que un salón en un edificio o más que una hora de clase cada dos semanas. Las hermanas siempre son parte de la Sociedad de Socorro.
“Todas pertenecemos y todas somos necesarias y debemos confiar en el Señor, quien desarrolló esta organización. Nos ayudará a saber quiénes somos y lo que se supone que debemos hacer para guardar nuestros convenios o prepararnos para hacer convenios. Nos ayudará a ser más conscientes en nuestros esfuerzos por hacer el bien en todo el mundo”.
Asimismo, la hermana Aburto compartió una verdad que toda mujer Santo de los Últimos Días debería saber.
“Toda mujer es importante. Toda mujer es una hija de Dios, solo tenemos que creer en ello y ser empoderadas por ese conocimiento”.
Fuente: Ldsliving.com