Un día, decidí que tomaría mi propio camino. Estaba cansado de ser el “chico bueno”. Nada me emocionaba en la “senda de los convenios”. Sabía que había personas mofándose y burlándose de mí, pero no les hacía caso.
No estaba avergonzado y no deseaba sus lujosas vestimentas ni sus posesiones terrenales, solo quería algo diferente, algo emocionante.
En la Conferencia General de octubre de 2023, el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió en su discurso “El hijo pródigo y el camino que conduce a casa”, algo que resaltó en mí:
“¿Quién de nosotros no se ha apartado de la senda de la santidad, pensando de forma insensata que podríamos encontrar más felicidad en nuestro propio camino egocéntrico?”
En mi premeditada “gran aventura”, intenté justificar mis acciones diciendo que no me alejaría por completo del evangelio, sino que me tomaría un pequeño descanso y luego regresaría.
Al igual que el hijo pródigo, me sentí tentado de dejar la vida que tenía.
Otros caminos parecían ofrecerme cosas más interesantes y me fue muy sencillo justificar mi idea cuando ya estaba cansado de hacer el “bien”.
Por otro lado, podemos sentirnos tentados a cuestionarnos quién merece regresar al sendero de los convenios y enojarnos al ver que otros son perdonados (Lucas 15:28).
Tal vez el hermano del hijo pródigo se preguntó por qué debía continuar haciendo el bien si no obtenía el reconocimiento de su padre.
Tal vez no entendía la razón de mantenerse en el camino correcto ni tampoco comprendía todo lo que sí poseía. No se había enfocado en que su hermano no estaba a su lado o que su regreso podría, en última instancia, ser una alegría para él.
Es entonces que entendí que no podía alejarme y perder la oportunidad de recibir a algún familiar mío cuando decidiera regresar al camino.
Yo deseo regresar al Padre Celestial con mis seres amados y deseo que todos nos mantengamos firmes en la senda de los convenios.
El élder Uchtdorf dijo que debemos regocijarnos cuando alguien regresa a la Iglesia:
“Testifico que en el momento en que decidan regresar y caminar en la senda de nuestro Salvador y Redentor, Su poder entrará en su vida y la transformará. Los ángeles se regocijarán en el cielo. Y nosotros también, su familia en Cristo. Después de todo, sabemos lo que es ser pródigo”.
Sé lo que se siente desear apartarse de la Iglesia, pero también deseo regocijarme con los ángeles. Decidir quedarme en la senda de los convenios no significa que no seré tentado, pero sí que podré ayudar a otros y que podré recibir con brazos abiertos a los que regresen.
Finalmente, decidí no alejarme, y ahora me regocijo cuando mis amigos regresan a la Iglesia, pero lo más importante es que no los juzgo por las decisiones que tomaron.
Así como el padre del hijo pródigo, podemos correr hacia ellos, recibirlos con los brazos abiertos y recordarles lo amados que son (Lucas 15:20).
Todos los días nos preparamos para regresar con Dios. Eso puede incluir reemplazar las cosas temporales por las espirituales y ver todo desde una perspectiva eterna, siempre actuando con la meta en mente.
Sé que Él me ama y desea que me mantenga firme, y también sé que Él me ayudará, pues nunca me dejará y yo tampoco deseo dejarlo.
Podemos alegrarnos junto a los ángeles cada vez que uno de nuestros hermanos y hermanas regresan, incluso cuando nosotros regresamos.
Cuando Cristo regrese, espero estar listo y preparado para recibirlo. Hasta que llegue ese momento, permaneceré firme en la senda de los convenios trabajando y esperando, hallando gozo en mi camino y ayudando a otros en su retorno a casa.
Fuente: LDS Living