Hay himnos que conmueven el alma desde la primera nota. Uno de ellos es El Cristo es», una canción que muchos recordarán por la película “Testaments: Of One Fold and One Shepherd”, presentada en el Teatro Legacy de la Manzana del Templo durante varios años.

Pero detrás de esa melodía hay una historia sobre el deseo de un apóstol de expresar su testimonio del Salvador a través de la música.

Un testimonio hecho canción

Dos personas admiran el cuadro «Cristo visita las Américas» de John Scott en el Centro de Conferencias en marzo de 2001. Imagen: Church News

El autor de la letra fue el presidente James E. Faust, quien sirvió en la Primera Presidencia junto al presidente Gordon B. Hinckley desde 1995 hasta 2007. Su primo, el compositor Michael F. Moody, fue quien puso música a las palabras que hoy millones de Santos de los Últimos Días reconocen con reverencia.

Moody contó que durante años el entonces élder Faust le repetía su deseo de escribir juntos un himno. Finalmente, en 1995, llegó el momento. El presidente Faust le entregó una hoja con pensamientos sobre Cristo, eran frases sencillas, escritas con la intención de declarar su fe en el Salvador con poder y humildad.

Con la ayuda de Jan Pinborough, quien trabajaba en el Comité de Música de la Iglesia, esas ideas se convirtieron en poesía. Cuando el élder Faust leyó el texto final, simplemente dijo:

“No cambiaría ni una palabra.”

Palabras que testifican de Cristo

Presidente James E. Faust, segundo consejero de la Primera Presidencia de 1995 a 2007. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Las letras del himno reflejan el corazón de un discípulo que conocía al Salvador personalmente.

“They saw Him come, a man in white,
The Savior, who had suffered for their sake.
They felt the wounds in hands and side,
And each could testify: This is the Christ”

(“Le vieron venir, un hombre vestido de blanco,
el Salvador, que sufrió por ellos.
Sintieron las heridas en Sus manos y costado,
y cada uno pudo testificar: El Cristo es”)

Cada palabra es una declaración de fe. No es solo poesía, es un testimonio. Es la voz de un apóstol afirmando con certeza que Jesús de Nazaret vive, que redimió al mundo y que Su amor alcanza cada alma.

Inspirado por las palabras de sus discursos

El compositor Michael F. Moody aparece en la fotografía, tomada en junio de 2011. Ha desempeñado diversos cargos musicales en la sede central de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Créditos: Familia Moody. Imagen: Church News

Cuando Moody trabajaba en la música, sintió que la canción necesitaba un coro que repitiera la esencia del mensaje. Su esposa, María, le sugirió revisar los discursos del presidente Faust en conferencia general. Allí encontraron frases que se convirtieron en el centro del himno:

“Jesús es el Cristo, nuestro Redentor y Salvador del mundo.” (La dádiva suprema de la Expiación, octubre de 1988)

“Tengo la certeza de que Jesucristo es nuestro Salvador divino, Redentor y Hijo de Dios.” (Heredemos el Reino de Dios, abril de 1995)

“Sé que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.” (Respuesta al llamamiento, octubre de 1978)

Cada frase fue más que una cita. Fue el eco de un testimonio apostólico que hoy sigue inspirando corazones.

El poder de la música para testificar

La edición impresa de Church News del 25 de marzo de 2000 muestra escenas de «Los Testamentos: Un rebaño y un pastor», que comenzó a proyectarse esa semana en el Teatro Legacy de la Manzana del Templo. Imagen: Church News

Aquel diciembre de 1995, la familia Moody interpretó la canción por primera vez frente al presidente Faust y su esposa, Ruth. Lo que comenzó como un gesto familiar se convirtió en un himno que pronto recorrió el mundo.

Los BYU Singers la incluyeron en su repertorio, y más tarde el Coro del Tabernáculo la interpretó para el cierre de “The Testaments.” En 2006, fue publicada en la Liahona en varios idiomas, y en 2007, durante el funeral del presidente Faust, el Coro la cantó una vez más.

Moody recordó ese momento con profunda emoción:

“Al escuchar el himno en su funeral comprendí que todo esto había sido su manera de testificar de Cristo con el poder de la música.”

Un mensaje que sigue vivo

El Coro del Tabernáculo canta «El Cristo es». Imagen: YouTube

Hoy, el himno “El Cristo es” forma parte del nuevo himnario global de la Iglesia, un recordatorio de que el testimonio de un solo discípulo puede tocar a toda una generación.

Cada vez que lo cantamos, repetimos con el mismo espíritu que impulsó al presidente Faust:

“El Cristo es, el Hijo Santo de Dios, nuestro Salvador y Redentor.”

Y al hacerlo, sentimos lo que él quiso transmitir: la certeza de que Cristo vive, ama, y nos invita a conocerle personalmente.

Fuente: Church News 

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