Esta historia se ha compartido de manera anónima.
Durante gran parte de mi vida estuve luchando contra una tempestad que, como dijo el presidente Gordon B. Hinckley, “destruye a personas y a familias, y que aniquila totalmente lo que una vez fue sano y hermoso”.
Sí, estoy hablando de la pornografía.
A pesar de haber vivido durante toda mi vida dentro del evangelio y nunca inactivarme, mi alma lloraba a causa de este gran dolor.
Fueron años de pesar y lágrimas al ver cómo me destruía al entrar por esa puerta tan obscura en Internet.
Una tortura silenciosa
Lo peor era que sabía que estaba mal, sin embargo, parecía que no era yo quien lo hacía, sino ese apetito insaciable de satisfacción que mi cuerpo y mis ojos deseaban tener nuevamente.
Era simplemente una tortura que yo me provocaba. Sabía que estaba mal, pero aun así quería más. No podía parar.
No era que no deseara recibir la sanación de Dios, la anhelaba con todo mi ser, mi alma lloraba por ello, pero no podía. Sentía que podía hacerlo con mis propias fuerzas y la vergüenza me impedía pedir ayuda.
Una respuesta inesperada
Todas las noches oraba para recibir una respuesta. Hasta que finalmente, de manera milagrosa e inesperada, la recibí.
Aquel día encontré un libro que me enseñó que un profeta del Libro de Mormón también se angustiaba por sus dolores al igual que yo.
Eso cambió completamente mi vida y la forma en que comencé a ver las cosas. Pero, ¿cómo superó este profeta sus dolores y las “tentaciones que fácilmente lo acechaban”?
Él decidió confiar en el Señor.
Sí, puede parecer una palabra simple, pero en realidad su significado trasciende casi cualquier principio del evangelio. Confiar en el Señor significa encomendar completamente nuestra alma, energías, fuerzas y absolutamente todo a Él.
Un camino duro, pero necesario y aliviante
Esa misma semana confesé todo con mis líderes. A pesar del miedo, rechazo, que me suspendieran mis derechos, que mi familia tome la Santa Cena mientras yo no, todo eso me importaba, pero confié en el Señor.
No te voy a mentir, recaí más de una vez, pero me levantaba más fuerte. Tenía a mi obispo, mis líderes y mis amistades; no tenía más que estar por mi propia cuenta.
Pasaron muchos meses de recuperación.
Al principio me costó mucho; mi cuerpo y mi mente lo deseaban, pero el Señor me ayudó a superar mis propias pasiones. De vez en cuando venían a mi mente esos recuerdos y me sofocaban, sin embargo, gracias a los buenos hábitos que desarrollé, vencí todos esos impulsos.
No solo dejé de ver pornografía, ya no deseaba verla.
Pasé por todo esto y ahora quiero ayudarte. Estos son algunos recursos que me dieron la capacidad para vencer la pornografía.
Lo que me ayudó
Los buenos hábitos que desarrollé fueron esenciales para mi liberación. Crear el hábito de leer las escrituras, de orar al despertarme y al acostarme, hacer ejercicios y no quedarme en la cama. Todo ello me ayudó a mantener mi mente llena de buenos pensamientos y un cuerpo activo.
Otro punto que me ayudó, es saber que necesito de alguien más para superar esto. Tener entrevistas con mi obispo periódicamente y no huir fue un pilar fundamental. Recibía consejos que me llenaban la mente de claridad y me ayudaban a no sumergirme en mis debilidades.
Alguien que me escuche, sea compasivo y tenga un manto espiritual me cambió. Sin embargo, puedes también encontrar esa ayuda con un buen amigo o familiar.
Recuerda que la persona que te ayude debe estar libre de esa adicción.
La ayuda profesional y temporal también fue sumamente importante. No pude pagar los asesoramientos, pero el internet, así como está lleno de material corrompido, también tiene mucha ayuda.
Entré a una comunidad en Facebook de personas que buscaban recuperarse de este mal. Leer sus recomendaciones y experiencias me ayudaron a superar los meses de abstinencia.
Otro consejo que recibí fue purificar mis redes sociales o simplemente desinstalarlas y emplear ese tiempo en otras actividades que me brinden felicidad.
Material externo de soporte
Recuerda que la pornografía genera cambios hormonales en tu cerebro y por eso se genera esa dependencia. La pornografía es mucho más adictiva que las drogas ilegales.
Lo peor es que es gratis y está al alcance de cualquiera con un solo clic.
Aquí te dejo algunos recursos de la Iglesia y de externos que te garantizo serán de gran valor.
- Guía para vencer la adicción a la Pornografía de la Iglesia
- Mensaje del presidente Oaks con pasos específicos
- Mensaje con 7 consejos bien estructurados
- Programa para la Recuperación de Adicciones de la Iglesia
- Canal de YouTube especializado en la superación de adicciones y aprendizaje de buenos hábitos
- Consecuencias clínicas graves de la pornografía (Video)
- Efectos de la pornografía en tu cerebro (Video)
- Aplicación y comunidad para vencer la adicción a la pornografía (Inglés)
Si deseas un artículo más especializado sobre los temas temporales, químicos y hormonales que la pornografía desarrolla en tu cuerpo, compártelo en los comentarios.