Para que las psicoterapias tengan éxito se necesitan dos cosas: humildad e integridad.
A menudo, las terapias de pareja se llevan a cabo debido a que una persona desea que su cónyuge pueda “mejorar”.
Por otro lado, existen padres que llevan a sus hijos a terapia para que puedan “comprenderse mejor” como persona.
Quizá no sea solo mi cónyuge quien deba cambiar, tal vez no sea solo mi hijo, mi compañero de trabajo o cualquier otra persona. Quizá sea yo quien deba cambiar.
¿Soy lo suficientemente humilde para mejorar? ¿Tengo la integridad suficiente para “seguir en la senda” y aceptar sugerencias para mejorar y crecer?
Cuando el joven rico le preguntó a Jesús qué la faltaba, el Señor le respondió que necesitaba humildad para seguir Su consejo y seguir. Como sabemos, aquel joven más las cosas del mundo.
Durante la Última Cena, cuando Jesús expresó que uno de los discípulos lo traicionaría, ellos no dijeron: “Creo que es la persona que está al final de la mesa”. Los apóstoles, respondieron humildemente: “¿Acaso seré yo?”
Muchas personas acuden a terapia humildemente y hacen de su parte para fortalecer sus relaciones. Entonces, con ayuda del Señor y la guía del Espíritu, alcanzan el éxito.
En Éter 12:27, aprendemos:
“Y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos.
¿Cómo nos sentimos cuando el Señor envía a uno de sus ángeles para mostrarnos nuestra debilidad? Tal vez este mensaje venga de un cónyuge, un compañero de misión, un familiar, un líder o un vecino.
¿Tenemos la humildad para aceptar un consejo o para preguntar qué podemos hacer para mejorar?
Te animo a aplicar ese consejo y ver qué es lo que pasa. Asegúrate de que las sugerencias que recibas no vayan en contra de los estándares de conducta que sigues como un Santo de los Últimos Días.
Como resultado, tendrás relaciones más fuertes y felices con los demás, desarrollarás mayor confianza, tendrás menores índices de reincidencia, más paz personal y te fortalecerás en la presencia de Dios (Doctrina y Convenios 121: 45).
Finalmente, recuerda:
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno y lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar la misericordia y humillarte para andar con tu Dios”. (Miqueas 6:8)
Seamos humildes y caminemos por la senda que Él nos ha mostrado.
Fuente: Meridian Magazine
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