Me sentía solo y agobiado y me justificaba diciéndome: “Yo estoy solo en esto”. Verán yo fui aquel niño valiente que en febrero de 2004, con tan solo 10 años, recibí a los misioneros cuando tocaron la puerta de mi casa y decidí bautizarme a pesar de que mi familia no lo hizo.
“Entre la espada y la pared”
Así que el hecho de salir a la misión, no era parte del plan de mi familia y honestamente tampoco era el mío… No me mal entiendan, no es que no quisiera salir a una misión, pero estaba en el segundo año de la Universidad y mis padres no entenderían y tampoco apoyarían mi decisión para ir a una misión por dos años y posiblemente, a un lugar muy lejos de casa.
La respuesta del Señor que no llegaba
Todo el tiempo, le preguntaba en ferviente oración al Señor “¿Qué debo hacer?” y no encontraba una respuesta, hasta que los mensajes de la Conferencia General de octubre del 2012, penetraron mi corazón y tomé la valiente decisión de salir al campo misional contra toda oposición que se pudiera presentar.
Ya se imaginarán lo que vino después… Así es, fue muy difícil explicárselo a mis padres, pero fue entonces que empezaron a ocurrir los milagros: Ellos aceptaron y apoyaron toda mi preparación espiritual y temporal para ser un misionero de la Iglesia, un representante de Jesucristo.
Okey, me respondió y fue directo
Como si no fuera suficiente respuesta del Señor, después de mi decisión es que la Universidad aceptó mi solicitud de permiso para ausentarme dos años y poder retomar mis estudios después de esa fecha. Claro que no todo fue fácil, tuve que hacer cambios y mejoras en mi vida para poder consagrarme al Señor y servir con toda mi alma, mente y fuerza.
Todavía no tengo palabras para describir cómo se siente
Cuando ya servía como misionero, el Señor me concedió uno de los deseos más grandes de mi corazón: Mi familia se bautizó en la Iglesia de Jesucristo. Todavía no tengo palabras para describir el gozo que sentí cuando me enteré de esta noticia. Al finalizar el 2015, nos sellamos como una familia por este tiempo y por la eternidad en el Templo de Bogotá y actualmente, mi hermano menor está sirviendo una misión en Quito, Ecuador.
Las bendiciones llegarán después de actuar
Si al leer mi historia, estás pasando por algo similar, tengo que decirte que es probable que las bendiciones para ti no se den exactamente como a mí, tal vez sean más prontas o demoren un poco más, pero lo que sí puedo testificar es que llegarán y serán el momento perfecto porque así es el amor del Señor por nosotros: perfecto.