Victor Woodruff vive en New Brunswick, Canadá, y pertenece al Barrio Saint John. El año pasado fue reconocido como el Mejor Liniero Defensivo de la Liga de Fútbol Escolar y elegido all-star por la Asociación Atlética de su región. Pero lo más impresionante de su historia no aparece en los titulares deportivos.
Todos los días, Victor se levanta a las 5 de la mañana para asistir al Seminario. Y para él, eso vale más que cualquier touchdown o trofeo.
Con solo 17 años, Victor entiende algo que muchos adultos aún están descubriendo: la fe no es algo que se acomoda si sobra tiempo, es lo que organiza todo lo demás. Por eso, su historia no solo es inspiradora por lo que logra en el campo… sino por lo que está construyendo en el alma.
Un ritmo exigente, una decisión clara

Entre entrenamientos, tareas escolares, partidos y responsabilidades en la Iglesia, Victor tiene una agenda llena, estas responsabilidades le hicieron balancear su vida cuánto antes. Al corto tiempo él aprendió que si no pone primero lo espiritual, lo demás se desordena. Él dice:
Seminarios me ayuda a resetear la mente antes de que empiece todo
Con esto, se refiere a ese momento de las mañanas donde, mientras sus compañeros y otros jóvenes aún duermen, él está estudiando las Escrituras con otros jóvenes y recordando por qué hace lo que hace. Sabe que necesita estar fuerte mental y espiritualmente para enfrentar sus días. Y ese pequeño bloque de tiempo en la mañana le da enfoque.
Me motiva. Me recuerda lo que realmente importa.
Tomarse en serio una invitación del profeta
En noviembre de 2023, el presidente Russell M. Nelson invitó a todos los jóvenes a participar en seminario con regularidad, prometiendo bendiciones concretas: ayuda para tomar decisiones, sentir pertenencia, resolver dudas y fortalecer la fe.

Victor decidió confiar en esa promesa y con los meses ha visto cómo se cumple. Para él, no se trata de tener respuestas mágicas, sino de recibir la claridad suficiente para seguir avanzando con fe.
A veces tengo días difíciles o mucho en qué pensar, pero seminario me da una base. Me calma. Me centra.
Un testimonio que se construye con constancia
Victor también se ha dado cuenta de que asistir a seminarios no es algo que se hace solo por obligación o rutina. Lo hace porque siente que su testimonio está creciendo. No de golpe, sino poco a poco.
Dice que su fe se ha vuelto más real y más suya. No solo porque escucha a sus maestros o lee las Escrituras, sino porque las vive. Y eso le da una perspectiva distinta, incluso cuando está en medio de un partido o tomando decisiones importantes.
Es un espacio seguro para aprender del Evangelio. Me ha ayudado a ver las cosas con otros ojos.
Vivir lo que se cree, incluso fuera de la Iglesia

Victor no esconde su fe, sus amigos saben que es miembro de la Iglesia y que tiene ciertos estándares. Él se los ha contado con naturalidad, sin imponer nada. Y ha encontrado algo que ellos lo respetan y lo ayudan a mantenerse firme.
Mis amigos me apoyan. Saben cómo soy y me ayudan a mantenerme en lo que creo.
Esa relación de respeto mutuo ha hecho que Victor se sienta cómodo siendo quien es, sin tener que dejar el Evangelio en pausa cuando está en otros ambientes. Esa coherencia le ha dado un sentido de identidad fuerte, ya que no tiene que ser una persona en la capilla y otra en el campo de juego. Puede ser el mismo en todos lados.
Servir también es parte de su semana

Además de seminario, fútbol y estudios, Victor cumple con sus responsabilidades del sacerdocio. Como maestro del Sacerdocio Aarónico, llega temprano cada domingo para preparar la Santa Cena y coordinar a los demás jóvenes. Lo hace con puntualidad y constancia. Y no lo ve como algo adicional, sino como parte natural de su semana.
Me gusta sentir que estoy sirviendo. Es algo que me hace bien.
No busca reconocimiento, ni aplausos. Solo quiere hacer su parte, sabiendo que en ese tipo de servicio también hay crecimiento.
Fortaleza espiritual para enfrentar desafíos reales
La vida de Victor no es perfecta. Tiene retos, días difíciles, cansancio y decisiones que tomar como cualquier otro joven. Pero ha descubierto que cuando pone al Señor primero, tiene más claridad para todo lo demás.

A veces, eso significa organizar mejor su tiempo, otras veces, significa decir que no a cosas que lo alejarían de lo que él cree. Y en muchos casos, significa esforzarse un poco más para mantener el equilibrio entre lo espiritual, lo académico, lo social y lo físico. Pero ese esfuerzo está dando frutos y no solo en la cancha.
Al igual que Victor podemos aprender que la fortaleza se mide en las acciones cotidianas que tenemos y por lo tanto en la constancia con la que elegimos al Señor cada día. El evangelio, más que una parte en nuestras vidas, puede ser el fundamento que sostiene todo lo demás.
Fuente: Church News
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Hola Maritza, nos alegra que te haya gustado la historia. Es inspirador ver cómo los jóvenes pueden fortalecer tanto su fe como sus talentos. Gracias por compartir tu comentario.