Madison Neuner es una joven que se ha esforzado por ser obediente y digna de tener todas las bendiciones del Señor en su vida.
Ella tuvo que vivir circunstancias difíciles que afectaron a su familia, desde la pérdida de empleo de su padre por la pandemia hasta ver que su hermana contrajo una enfermedad debilitante.
Tras las experiencias que pasó, Madison sintió confusión y frustración por los desafíos que se le presentaban.
“¿Por qué parecía que las personas que no se esforzaban por ser obedientes tenían vidas asombrosas sin el tipo de pruebas que yo había enfrentado?”
Comprender los caminos del Señor
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová”. -Isaías 55:8
Como seres finitos en esta tierra nos gusta sentir gratificación instantánea, ser felices sin esfuerzo y ser consolados constantemente.
El Padre Celestial desea lo mejor para Sus hijos e hijas. Él sabe que cada uno de nosotros lo necesitamos para obtener un gozo eterno, felicidad duradera y consuelo divino.
El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
“Algunos malinterpretan las promesas de Dios y creen que obedecerle a Él produce resultados específicos en un momento determinado…
La vida no ocurre precisamente de esta manera o según un calendario previsto, quizás esas personas se sientan traicionadas por Dios…
No debemos pensar en el plan de Dios como si fuera una máquina expendedora cósmica en la que (1) seleccionamos una bendición deseada, (2) insertamos la suma total requerida de buenas obras y (3) el pedido se entrega sin demora”.
En las escrituras no se nos enseña que Dios nos da todo lo que deseamos en el momento que lo queremos. Solo Él sabe lo que es mejor para nosotros.
Ya sea que recibamos las bendiciones que esperamos o no, se nos pide que confiemos en lo que es para nuestro bien.
Aceptar la voluntad de Dios
Convertirnos a Cristo incluye confiar en Él así como en Dios, ambos desean que tengamos lo mejor para nosotros según su plan eterno.
“Estaremos satisfechos y felices con las bendiciones que hemos recibido por medio de la obediencia a los mandamientos de Dios sin compararnos con la forma en que percibamos que otras personas viven y cómo Dios las bendice”.
Cambiar nuestra perspectiva
Al ser obedientes, no procuremos una recompensa a cambio de nuestro esfuerzo. tenemos que llegar a entender que las mayores bendiciones se encuentran a nuestro alrededor y vendrá a su tiempo.
Todo nos acercará más a Cristo.
“Cada vez que no se nos concede alguna bendición en la forma o en el momento que esperamos, tenemos la oportunidad de evaluar cuidadosamente las maneras en que hemos visto al Padre Celestial y a nuestro Salvador aparecer en nuestra vida, pues siempre lo hacen“.
Cuando realmente entendamos esa verdad, tendremos la perspectiva y el valor de proclamar con humildad: “Hágase tu voluntad”.
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