Llegará el momento en que reflexionaremos sobre esta vida y nos daremos cuenta de que los tesoros del mundo no se comparan ni en lo más mínimo con los tesoros de los cielos.
Esto no es lo que el mundo enseña, mas es lo que Dios intenta ayudarnos a comprender.
Muchos años atrás, durante una clase del sacerdocio, el maestro expresó que todo fiel creyente debería tener una cifra de 6 dígitos en el banco, sin excepción.
Esto no es cierto. Debemos comprender el verdadero significado de “prosperar”.
La verdadera prosperidad
El élder Quentin L. Cook aclaró:
“Junto con tener el Espíritu, las enseñanzas sagradas de la Iglesia establecen que tener lo suficiente para nuestras necesidades es la mejor medida de la prosperidad temporal.
El cambio de paradigma de Lucifer aquí es elevar la búsqueda de grandes riquezas y la adquisición de productos de lujo altamente visibles. Las personas fieles no tienen la promesa de riquezas en exceso, ni tampoco eso suele traer felicidad”.
La riqueza no siempre es un indicador de la rectitud, y la rectitud no garantiza la riqueza. En cambio, la perspectiva de Dios es eterna y Sus promesas también lo son (Doctrina y Convenios 38:39).
Riquezas que el mundo no puede dar
¿Cuáles son esas riquezas?:
“Las cosas que el ojo no vio ni oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para aquellos que le aman”. (1 Corintios 2:9)
No podemos imaginar las maravillas con las cuales Dios nos bendecirá. Mientras que el mundo define la prosperidad como el éxito material, la perspectiva del Señor es más amplia y prioriza las bendiciones espirituales.
Nefi enseña esto repetidas veces:
“Y él ha dicho: Si guardáis mis mandamientos, prosperaréis en la tierra; pero si no guardáis mis mandamientos, seréis desechados de mi presencia”. (2 Nefi 1:20)
Dentro de esta prosperidad están las promesas de vivir en paz y seguridad, tener protección contra el enemigo, una numerosa posteridad, y toda forma adicional de bendición espiritual.
El élder Quentin L. Cook afirmó:
“Prosperar y ser rico no son necesariamente sinónimos. Una definición mucho mejor que da el Evangelio sobre la prosperidad en la Tierra es tener suficiente para nuestras necesidades al mismo tiempo que gozamos de la bendición abundante de tener el Espíritu con nosotros.
Si proveemos de lo necesario para nuestra familia, y amamos y servimos al Salvador, disfrutaremos de la recompensa de tener el Espíritu y de prosperar en la Tierra”.
¿Por qué yo no?
Como el hermano del hijo pródigo podemos pensar:
“He aquí tantos años hace que te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás”. (Lucas 15:29)
Y aun así algunas promesas que tanto deseamos no se responden como nos gustaría.
Cuando decidimos perseverar y aprovechar los recursos que el Señor nos da, siendo humildes y aceptándolos, los milagros vendrán.
El Señor tiene un plan para nosotros y podemos estar seguros de que escucha nuestras súplicas y oraciones. Él está ansioso por cumplirlas, siempre y cuando esos deseos están de acuerdo con Su plan para nuestras vidas.
Confiar en Él
Tengamos certeza en las palabras del élder Holland:
“Recuerden que Dios está de su lado. Él no es un Dios enojado y despiadado que intenta hacerlos tropezar. Él está de su lado, no en su contra. Él es su Padre y está deseando hacer todo lo posible para bendecirlos. Él escucha sus oraciones y desea hacer de su vida todo lo que pueda llegar a ser. Ese es el Dios en el que creo y espero que ustedes también crean en Él”.
Necesitamos entender mejor la manera en que el Señor desea que prosperemos.
Tal vez sería bueno recordar siempre las palabras del élder Quentin L. Cook:
“Permítanme asegurarles que prosperar en la Tierra no se define por el tamaño de su cuenta bancaria. Tiene un significado mucho más completo que eso. En consecuencia, tener el Espíritu en nuestra vida es el ingrediente principal para prosperar en la tierra”.
Fuente: LDS Living