En septiembre de 2019, Kelly Wigington publicó un anuncio para vender su teléfono. La cita para concretar la venta fue en una cafetería local, donde él y su esposa, Jan, esperaban al comprador.

El joven llegó, comenzó a probar el dispositivo y, mientras navegaba por los menús, Kelly notó que aparecían caracteres coreanos en la pantalla.

“¿Eres coreano?”, preguntó.

El comprador, llamado Jaehwan Jung, asintió.

«Yo serví una misión en Corea del Sur.”

“Yo también”, respondió él.

Créditos: Jan y Kelly Wigington

De inmediato surgió una conexión. Kelly le contó que, décadas atrás, había enseñado y bautizado a varias personas en Corea, pero que nunca volvió a saber de ellas.

Con un dejo de nostalgia, le pidió permiso para enviarle fotos de aquel tiempo, con la esperanza de que alguien las reconociera. Jaehwan aceptó, compró el teléfono y se despidió.

Al día siguiente, Jaehwan le devolvió la llamada. Un amigo suyo había enviado las fotos a su madre en Corea… y ella había gritado al reconocerse en una de las imágenes: era ella misma, Sujin Kim, bautizada por Kelly en 1980 junto con su hermana y una amiga.

Kelly recordaba bien aquel día. Sujin, entonces de 12 años, había asistido a una actividad en la capilla de Sanggye y sintió un espíritu especial que la llevó a aceptar las lecciones misionales y, finalmente, el bautismo.

La semilla que creció durante décadas

Créditos: Jan y Kelly Wigington

Tiempo después, Kelly se reunió con Youngchan, hijo de Sujin, en un restaurante coreano. El joven le agradeció por haber compartido el evangelio con su madre y le explicó cómo su fe había bendecido a toda su familia.

Sujin, al recibir un mensaje con la foto de Kelly junto a su hijo, respondió llena de gratitud. Le contó que había permanecido fiel, servido una misión, contraído matrimonio en el Templo de Seúl y criado a cinco hijos dentro de la fe. Para Kelly, fue como recibir un mensaje directo del cielo: la confirmación de que su servicio había cambiado vidas de manera duradera.

En 2022, tras retrasos por la pandemia, Kelly y Jan viajaron a Corea para visitar a la familia Kim. El momento más especial llegó en el Templo de Seúl, donde Sujin les mostró la sala en la que se había sellado con su esposo. Kelly, conmovido, sintió que su misión había dejado una huella que el tiempo no borró.

Una amistad que sigue dando frutos

Créditos: ChanJoon Lee, CJ Lee Photography

Seis meses después, las dos familias se reunieron nuevamente, esta vez en Utah, para el sellamiento de Youngchan y su esposa, Meganne, en el Templo de Provo City Center.

Para Kelly, ver a la siguiente generación seguir en el evangelio fue un recordatorio vivo de que una simple conversación, o incluso un anuncio de teléfono, puede ser el punto de partida de milagros eternos.

Hoy, los Wigington y los Kim mantienen una relación cercana, celebran juntos momentos importantes y planean asistir juntos a la dedicación del Templo de Busan.

Al mirar atrás, Kelly reconoce que aquella coincidencia no fue casualidad:

Aprendí que siempre vale la pena hablar del evangelio de forma natural. Nunca se sabe qué milagros pueden seguir después.”

Fuente: LDS Living

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