Entre viajes, entrenamientos y presión mediática, Sam Merrill ha encontrado equilibrio en algo sencillo pero profundo: su fe.
El jugador de los Cleveland Cavaliers habló recientemente sobre cómo su misión de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Nicaragua marcó su forma de enfrentar el baloncesto profesional.
La conversación ocurrió en el pódcast de Jimmer Fredette, From the Logo, donde ambos compartieron experiencias que conectan deporte y espiritualidad.
Cómo va tu misión es cómo irá tu vida

Merrill recordó una enseñanza del élder Jeffrey R. Holland que siempre lleva consigo:
“Cómo va tu misión es cómo irá tu vida.”
Para él, esa frase ha sido casi profética. Las pruebas que vivió en Nicaragua se parecen mucho a los desafíos del baloncesto profesional.
“Tuve que aprender resiliencia ahí, y tuve que aprenderla aquí también. Ser cambiado de equipo, quedar sin contrato, una cirugía en el tobillo, jugar en la G League, un año de contrato… todo eso requiere resiliencia.”

Además de fortaleza, su fe lo ayuda a mantener el deporte en un lugar saludable dentro de su vida. Antes de cada partido, Merrill se repite algo que lo centra:
“Lo que pase hoy en la cancha no define nada. En 20 años nadie recordará si tiré 6 de 10 o 1 de 8.”
Lo que sí importa, asegura, es el tipo de persona que está llegando a ser.
“Eso es lo que realmente queda: mi familia, mis amigos, mis seres queridos. Y todo eso nace de lo que creo y de la persona que quiero ser gracias a mi fe.”
Una “mini Provo” en la NBA

Durante su temporada como novato con los Milwaukee Bucks (equipo de la NBA), Merrill vivió algo poco común en la liga, compartió vestuario con varios Santos de los Últimos Días en diversas ocasiones.
Junto a él estuvo el ex BYU Elijah Bryant, además del psicólogo deportivo Craig Manning y el entrenador de fuerza Michael “Whiz” Davie.
“Whiz fue enorme para mí. En tu primer año todo es nuevo, y tener a alguien que entiende de dónde vienes hace una diferencia gigante.”
Entre la fe, el básquet y la familia

Merrill no solo está cumpliendo su mejor temporada, también está construyendo una familia junto a su esposa, Kanyan. Tienen dos hijas y están esperando a su tercer hijo.
“Puedo enfocarme al cien por ciento en el básquet cuando toca, pero llegar a casa y estar con mis chicas me ayuda a mantener todo en perspectiva.”
Aunque tiene metas deportivas claras, ser mejor jugador, competir por un campeonato, rendir al máximo, sus prioridades están bien ordenadas:
“Sé qué es lo más importante: mi familia y mi fe.”
A pesar de una lesión en la mano, Merrill vive uno de los mejores momentos de su carrera, promediando casi 14 puntos por partido, el nivel más alto hasta ahora.
Fuente: Deseret News
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