Sin duda, la hermana Joyce Forman, de 90 años, es un gran ejemplo para todos por diversos motivos.
Más de 13 años de servicio a Dios como misionera
Uno gran ejemplo de la hermana Forman es su amor por la obra del Señor, que la llevó a aceptar un llamamiento misional de tiempo completo a los 76 años de edad, tras el fallecimiento de su esposo.
Al principio, su llamamiento era de un año, pero lo disfrutó tanto que lo extendió y ahora cumple más de 13 años como misionera.
Forman comenzó su llamamiento como misionera de servicio en la sede de la misión Salt Lake City, Utah, y continuó sirviendo en el Centro de Adquisición y Recepción del Departamento de Historia de la Iglesia.
Lucha contra el cáncer
Forman cada vez se hace más fuerte al servir al Señor, a pesar de las batallas contra el cáncer.
Tras el sensible fallecimiento de su amado esposo, Forman se sentía muy triste. Así que, su hijo decidió llevarla de viaje para levantarle el ánimo.
Sin embargo, un examen físico de rutina reveló que tenía cáncer de mama. Se sometió a una mastectomía y recibió tratamiento de radiación. Posteriormente, recibió la maravillosa noticia de que el cáncer había desaparecido.
A los pocos años, un amigo la animó a considerar una misión en las Oficinas Generales de la Iglesia. “Te encantaría estar allá arriba”, dijo el amigo.
Forman recibió una llamada del presidente de misión invitándola a venir y servir. Ella le preguntó si le preocupaba que un paciente con cáncer de 75 años aceptara el llamado.
El presidente de misión le dijo que la edad promedio de los misioneros era de 72 años y que ella tendría acceso a los “mejores médicos del mundo”.
Ella estuvo de acuerdo y, con la bendición de su familia, presentó sus papeles y comenzó su servicio misional en mayo de 2009.
“Desde el momento en que recibí mi llamamiento misional, supe que esto es lo que el Señor deseaba que hiciera”, dijo.
Volver a la universidad y obtener un título
Forman sigue vistiendo su placa negra de misionera mientras busca un título universitario a través de BYU-Pathway Worldwide.
Ella estudió durante dos años en BYU en 1949-50 antes de casarse y suspender su educación.
Mientras servía y sabía que pronto se reuniría en el más allá con su madre, una educadora, Forman se sintió inspirada a volver a la universidad y obtener su título.
Se inscribió en BYU-Pathway Worldwide y está a punto de graduarse en 2023.
“Voy a formar una familia y casarme. Pensaba que ese era el mejor tipo de conocimiento que llevaría conmigo”, dijo con entusiasmo la mujer de 90 años.
Lecciones de vida a los 90 años
A medida que continúa sirviendo y aprendiendo, Forman también está escribiendo una autobiografía titulada, “Haz que arda tu corazón con el fuego de mi fe”.
Espera compartir sus experiencias de vida y conocimientos con su posteridad de seis hijos, 33 nietos, 98 bisnietos y un tataranieto.
Esto es lo que quiere que su familia sepa.
Siempre pon al Señor primero. “Quiero que se den cuenta de la importancia de hacer convenios y de cómo las bendiciones descienden de las ventanas de los cielos cuando sigues Sus mandamientos”, dijo Forman.
Con frecuencia, Forman cita las palabras de este poema, de autor anónimo:
“Cada mañana cuando me despierto digo, pongo mi mano en la de Dios hoy,
Con la fe y la confianza de que, a mi lado, Él caminará, para mis pasos guiar.
Él me guía con el más tierno cuidado cuando los días son oscuros y me desespero.
No tengo necesidad de entender si me aferro a Su mano.
Mi mano en la Suya: no hay forma más segura de caminar con confianza durante el día.
Por Su generosidad soy alimentado, acogido y consolado por Su amor.
Cuando por la noche busco mi descanso, y me doy cuenta de lo bendecido que soy,
Mis gracias se derraman hacia Él y, entonces, pongo mi mano en la de Dios nuevamente”.
“Vivo de eso. Quiero que mis hijos se den cuenta de que ha habido dificultades y pruebas, pero son menores cuando miras el panorama completo… Solo necesitamos tener una actitud feliz”, dijo Forman.
Fuente: Church News