Lo que debía ser una tarde tranquila en el barrio Pamatai, en Faa’a, Tahití, cambió de forma abrupta para el élder Valgardson, un misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de 18 años.
Él y su compañero estaban en su apartamento, terminando algunas tareas del día, cuando escucharon un golpe fuerte en la puerta. No era común que alguien llamara con tanta insistencia. El élder Valgardson decidió abrir para saber qué ocurría.
Apenas giró la perilla y dio un paso hacia el marco, un hombre lo atacó sin previo aviso. El agresor lo empujó con tal fuerza que el joven perdió el equilibrio y cayó por el balcón del segundo nivel, una altura cercana a los cinco metros.

El ruido de la caída alertó a varios vecinos. Corrieron a auxiliarlo y llamaron de inmediato a los servicios de emergencia, aún en shock por la escena.
El élder Valgardson fue rápidamente trasladado al hospital, donde permaneció varios días bajo observación. A pesar de la violencia del episodio, los médicos lograron estabilizarlo. Con el paso de las horas, su condición comenzó a mejorar.
Hoy continúa su recuperación en el apartamento de otros misioneros, rodeado de apoyo y oraciones.

Su compañero, que estaba dentro del apartamento cuando ocurrió el ataque, no resultó herido. Fue él quien llamó a emergencias y acompañó al joven en los primeros minutos de incertidumbre.
Las autoridades ya investigan lo sucedido, aunque aún no se sabe si el ataque tuvo motivaciones religiosas o si fue otro tipo de delito.
La noticia se difundió rápidamente en redes sociales y generó una oleada de mensajes de cariño, sorpresa e indignación. Para muchos, era difícil imaginar un acto de tal violencia en un barrio conocido por su calma.
Varios residentes recordaron que los misioneros suelen ser jóvenes amables, dedicados a servir y compartir esperanza, lo que hizo que la noticia impactara aún más.

Entre los comentarios predominó el deseo de pronta recuperación para el élder. Muchos llamaron a mantener la paz y la fe incluso en momentos dolorosos. Algunos dirigieron palabras firmes al agresor, invitándolo a reflexionar. Otros optaron por enviar consuelo y fortaleza al joven herido.
El misionero llevaba apenas seis semanas de su misión de dos años cuando ocurrió el ataque. Tras evaluar su estado físico y emocional, se decidió que regresara antes de tiempo para recibir una recuperación completa. Aunque su servicio concluyó de manera inesperada, quienes lo conocen destacan su fortaleza y su deseo de seguir adelante con esperanza.
Las autoridades continúan investigando. Han pedido a cualquier persona con información que se acerque, con el fin de esclarecer el caso y reforzar la seguridad en la comunidad.
Fuente: Moroni Channel
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