Dos Santos de los Últimos Días están destacando en la NCAA, una importante liga deportiva universitaria, que permite a los estudiantes dar su gran salto a las ligas profesionales.
Tanner McKee
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Tanner se encuentra en el ranking más alto de mariscales de campo de la división I de fútbol americano de la NCAA. Completó 16 de 23 pases para 234 yardas y dos anotaciones.
Su actuación llevó a Stanford a una sorpresiva victoria sobre su rival, USC.
McKee, se encuentra en el segundo año de la universidad, sirvió en una misión en Brasil entre 2018 y 2020. Durante ese tiempo “se dedicó completamente a la misión”. Sin embargo, al volver a casa se sentía ansioso por demostrar algo diferente.
“Quiero ayudar a todos a entender que se puede servir en una misión y, aun así, tener éxito en el deporte que te apasione. Muchas personas pensaron que estaba loco por irme a la misión y dejarlo todo.
Quiero demostrarles que no se tiene que elegir entre la fe y el fútbol. Se puede hacer ambas cosas. Estoy trabajando para convertirme en un mejor jugador de fútbol”, dijo McKee a Deseret News.
McKee quiso servir en una misión desde que era un niño y confiaba en que su misión lo convertiría en un mejor jugador.
“Servir en una misión me ayudó a mejorar mi juego. Maduré. Pasé por muchas experiencias de vida y ellas me ayudan a conocer mejor a mis compañeros y a saber cómo trabajar con la gente.
Una de mis funciones más importantes como mariscal de campo es ayudar a todos a alcanzar su máximo potencial. Como misionero, me encargué de ayudar a las personas a las que enseñé a alcanzar su máximo potencial”, dijo McKee.
Jaren Hall
El mariscal de campo de BYU, Jaren Hall, registró la quinta calificación más alta de la semana en su posición.
Hall también es un ex misionero, sirvió en California.
Asimismo, es hijo del ex jugador de BYU Kalin Hall, que se unió a la Iglesia durante su tiempo como Cougar.
Hall comentó que cuando estaba en la secundaria, la conversión de su padre influyó mucho en su decisión de estudiar en BYU.
“Escuché todas las historias de mi padre sobre su tiempo allí, cómo BYU cambió su vida y lo puso en la dirección correcta. En esa época fue cuando decidió unirse a la Iglesia. A partir de entonces, se dirigió al camino correcto y eso obviamente ha sido una gran bendición para mí y el resto de mi familia. Quiero esa misma experiencia”, dijo.
Estas son dos lecciones más de cómo al poner a Dios en primer lugar, el resto viene por añadidura. No tenemos por qué elegir entre nuestra fe y lo que nos apasiona. Cuando confiamos en el poder de Dios, todo toma el lugar que le corresponde.
Fuente: LDS Living