Cómo mi fe en Jesucristo me convirtió en una mujer empoderada

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Sumisas, reprimidas y dominadas.

Esa es la imagen que muchas personas en el mundo tienen acerca de las mujeres que declaran con orgullo su afiliación religiosa. Especialmente entre las generaciones más jóvenes y progresistas.

Es que ustedes siempre deben obedecer al esposo”, “Les hacen creer que solo sirven para ser madres” o “Pero nunca hay mujeres al mando”, son algunos de los reclamos que conocidos y amigos me han repetido.

Si bien no puedo hablar en nombre de todas las religiones, en mi experiencia como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ha sido a través del evangelio donde he aprendido el incalculable valor y poder de ser mujer.  

Mi mamá y también mi presidenta

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Las mujeres son mentoras y líderes. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Debido a que la Iglesia de Jesucristo está organizada bajo la misma estructura que estableció el Salvador durante Su ministerio terrenal, seguimos un sistema patriarcal, donde a los hombres dignos y rectos se les confiere el sacerdocio; es decir, la autoridad de Dios para obrar en Su nombre sobre la Tierra. 

Ello, sin embargo, no implica que las mujeres no asuman roles de liderazgo dentro de la Iglesia. Una realidad que descubrí a temprana edad.

Con apenas 6 o 7 años, acompañaba a mi mamá a reuniones en la capilla, donde —junto con otras mujeres fieles— planificaban y organizaban las diferentes actividades y clases para todos los niños y niñas de 3 a 11 años de nuestro barrio.

¿Cómo podrían decirme que las mujeres en mi Iglesia solo asumen un rol secundario cuando yo era testigo directa de todas las gestiones, estrategias y asignaciones que tenía a cargo mi propia madre, en compañía de otras mujeres diligentes?

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Miles de personas en el mundo se congregan para escuchar a mujeres lideresas. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Una admiración que también sentí al cumplir los 12 años y observar la paciencia, diligencia y labor de mis líderes en la organización de las Mujeres Jóvenes. No es fácil poner de acuerdo a un grupo de adolescentes tan distintas y, sin embargo, ellas lograron crear un grupo humano cálido y de confianza entre jóvenes y líderes.

Una unión que también fue posible gracias a las responsabilidades que nos asignaban desde aquella edad. También podíamos ser presidentas, consejeras o secretarias de nuestras respectivas clases entre jovencitas.

Teníamos reuniones entre nosotras para deliberar cómo podríamos ayudar a las demás chicas, pensábamos en sus necesidades y también, en ocasiones, éramos las encargadas de ofrecer las clases los días domingos. 

Desde la pubertad, a las mujeres Santos de los Días nos preparan para liderar. Porque, inclusive, tenemos a fieles hijas de Dios sirviendo como autoridades generales. Ellas, junto al profeta y sus apóstoles, se dirigen a todo el mundo, hombres y mujeres, para instruirnos y guiarnos hacia Cristo.

La más grandiosa creación

mama con dos hijos dibujando

Dios nos ha confiado a Sus preciosos hijos. Imagen: Canva

Para aquellos que aseguran que la Iglesia reduce el rol de la mujer a ser “simplemente” una madre, deben entender, primero, el valor que tiene una madre en nuestra doctrina:

“Madres, de ustedes es la obra de salvación y serán magnificadas y recompensadas […] Gracias a todas las madres. No hay nada más importante en este mundo que el participar tan directamente en la obra y la gloria de Dios”.

Esas son las palabras pronunciadas por el presidente Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, respecto a lo que representa la maternidad en la Iglesia de Jesucristo. Es la labor más significativa que cualquiera podría ocupar. Y es exclusiva para las mujeres.

Dios, nuestro Amoroso Padre, diseñó un plan maravilloso donde, después de Jesucristo, no hay papel más trascendental que el de las madres. Porque nos confía la sagrada responsabilidad de cuidar de Sus preciosos hijos e hijas. Somos las elegidas para Su más sagrada labor:

“La mujer es la más grandiosa de las creaciones de Dios […] no existe un bien más grande en la Tierra que la maternidad. La influencia que una madre tiene en sus hijos es incalculable”.

Así declaró el élder James E. Faust, quien fue miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. Una revelación profética y divina que nos ayuda a dimensionar el único e invaluable papel que representa llegar a ser mamá para los Santos de los Últimos Días.

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Las mujeres tenemos distintas y valiosas funciones. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Entonces, al comprender el significado de la maternidad en nuestra doctrina, entendemos que a las mujeres no se nos “limita” a ser mamás. Por el contrario, se nos enseña que, si decidimos y podemos cumplir esta santa labor, estamos frente a la responsabilidad más importante que cualquier ser humano podrá cumplir en su vida. 

Una función que ningún hombre jamás podrá alcanzar.

Pero no es una competencia. Ya que, como enseñó el apóstol Pablo:

“En el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón. Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios” (1 Corintios 11:11-12).

Porque no hay identidad más valiosa que nuestra naturaleza divina como hijos e hijas de un único, amoroso y justo Padre Celestial.

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Cuando Dios creó a la mujer nunca la puso en segundo lugar, como una ayudante de Adán. En el texto original en hebreo, Dios utiliza las palabras “ezer kenegdo” se podrían traducir como “fortaleza o poder frente a”. Osea que las mujeres han sido creadas para ser una fuente de fortaleza y poder al mismo nivel de los hombres para que, juntamente con ellos, puedan llevar las cargas de la vida mortal. #biblia #mujer #eva #adan #cristianos #hebreo #sabiasque #fuerza #mujercristiana

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