En una capilla cualquiera, es fácil imaginar a los niños de la Primaria cantando felices, mientras uno de ellos acaricia a un perro de servicio. Esa escena nos recuerda que cada hijo de Dios vive el Evangelio de manera distinta y que nuestras reuniones deben ser un espacio donde todos puedan participar y sentirse parte.
Nathan Lewis, profesor e investigador que ha estudiado las raíces biológicas del autismo, es también padre de tres hijos autistas. Con esa experiencia, decidió organizar un consejo para padres y maestros de niños neurodivergentes en su barrio.
Su objetivo es ayudar a que comprendamos mejor los desafíos y dones de quienes viven la vida de un modo diferente.
Comprender para poder amar mejor

En su capacitación, Lewis explicó que los niños con autismo, TDAH, síndrome de Tourette u otras condiciones, a veces encuentran difícil sentarse quietos, comprender metáforas o concentrarse en ambientes con demasiados estímulos.
Eso que muchos damos por sentado en la Primaria o en la Escuela Dominical puede ser una gran prueba para ellos.
Sin embargo, Lewis también destacó que estos niños poseen fortalezas únicas que bendicen a sus familias y clases. Cuando los reconocemos y adaptamos nuestro servicio a sus necesidades, no solo los ayudamos a ellos, también nos enriquecemos como comunidad.
“Si entendemos mejor lo que sucede dentro de ellos, entonces podremos atender esas necesidades.”
Siete principios prácticos

Con base en su experiencia y estudio, Lewis elaboró un modelo con siete principios que comienzan con la letra “A” y que pueden guiar a las familias y a los líderes en la inclusión de personas neurodivergentes:
- Acquaint (Familiarizar): aprender de fuentes confiables.
- Acknowledge (Reconocer): reconocer tanto los desafíos como los dones.
- Accommodate (Adaptar): ajustar lo necesario para mejorar su experiencia.
- Affirm and admire (Afirmar y admirar): dar espacio para que compartan sus talentos.
- Agency (Albedrío): preguntarles cómo podemos ayudar, en lugar de imponer.
- Atonement (Expiación): recordar que Cristo tiene el poder de unirnos a todos.
Permitir el uso de nuevas herramientas, dar un pequeño paseo cuando necesitan calmarse o usar audífonos que bloqueen el ruido. Se trata de quitar barreras para que el Evangelio sea accesible a todos.

Además de su experiencia como padre, Lewis recordó que la neurodivergencia tiene raíces biológicas reales. Los cerebros de las personas con autismo, TDAH o Tourette procesan la información de manera distinta, lo cual explica sus sensibilidades y también sus talentos.
Comprenderlo desde la ciencia nos ayuda a dejar prejuicios atrás y a valorar que la diversidad neurológica es parte del plan divino. Cada estructura cerebral distinta revela la sabiduría de Dios al crear un cuerpo de Cristo verdaderamente completo y variado.
El cuerpo de Cristo necesita de todos

Mientras preparaba estas reuniones en su barrio, Lewis recordó un pasaje de 1 Corintios 12, donde Pablo enseña que todos somos partes del cuerpo de Cristo y cada una es necesaria. Entonces, concluyó que la Iglesia necesita de todos.
“Eso fue algo que me impactó profundamente: necesitamos a todos. Necesitamos a aquellos que van a ser un poco diferentes”, dijo. “Y con eso, necesitamos entender cómo podemos hacer que se sientan más unidos”.
Esa visión nos invita a reflexionar. ¿Cómo hacemos que los niños neurodivergentes se sientan más unidos? ¿De qué manera podemos enseñar con más paciencia, creatividad y amor para que ellos también experimenten el gozo del Evangelio?
Una invitación para todos nosotros

Ser parte de la Iglesia significa aprender a caminar juntos, no a pesar de nuestras diferencias, sino gracias a ellas. Jesucristo nos enseñó que cada alma es valiosa y que no podemos avanzar como cuerpo si dejamos de lado a alguno de sus miembros.
Quizás el primer paso sea tan simple como abrir el corazón, escuchar más y estar dispuestos a cambiar nuestras expectativas.
Al hacerlo, no solo bendecimos a los niños neurodivergentes y sus familias, también aprendemos lo que significa ser verdaderamente discípulos del Salvador.
Fuente: LDS Living




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