Sabemos que no debemos pensar en el pecado por qué “cómo el hombre piensa en su corazón, tal es él” (Proverbios 23:7). Así que, ¿en qué debemos enfocarnos? ¿En evitar el pecado? No necesariamente.
Pablo escribió, “por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si hay algo de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8). Noten que Pablo no sugiere que pasemos el tiempo pensando en evitar la tentación.
Las clases de manejo enseñan a sus estudiantes a enfocarse en su propio carril y en el camino por delante. En contraste, los conductores quienes sólo se mantienen observando los obstáculos que quieren evitar, como el tráfico en sentido contrario en el otro carril ó los árboles al lado de la carretera, están inclinados a correr directamente hacia ellos. Al conducir a través de la vida, no debemos fijarnos en lo que tratamos de evitar; en su lugar, necesitamos enfocarnos a dónde queremos ir.
Cristo demostró este principio cuando Él enseñó una ley mayor que los Diez Mandamientos. En vez de una lista de “no harás”, Él nos dio las Bienaventuranzas. En lugar de enfocarnos en una lista de diez cosas que no debemos hacer, Él explicó que todos los mandamientos encajan en dos direcciones positivas: amar a Dios y amar al prójimo. Amando a Dios y amando al prójimo son cosas puras, honestas, justas, bellas y loables. De hecho, la misma definición del pecado se enfoca en lo positivo: “el pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace” (Santiago 4:17).
Un enfoque positivo y más efectivo desde una perspectiva neurológica. Es difícil para nuestra mente negar imágenes y pensamientos. Prueben esto: no piensen en los rinocerontes. ¿Pensaron en los rinocerontes? Apuesto a que sí lo hicieron. Antes que evitemos un pensamiento en específico, nuestros cerebros primero tienen que evocar las cosas no deseadas. Por lo tanto, a pesar de nuestras mejores intenciones, no todas las partes de nuestra mente, o nuestro sistema nervioso coopera. Ciertos mecanismos, cuando son activados, responden a los pensamientos no deseados o imágenes así como otro objetivo, y programas biológicos auto-dirigidos son despertados inmediatamente, independientemente de nuestras intenciones. Así, incluso un enfoque negativo en la tentación puede prolongar nuestra inclinación hacia ella.
Bruce Fordham de Servicios Familiares SUD dio un consejo similar el la revista Ensign: “piensen en cómo responden a un pensamiento negativo o inapropiado que viene a su mente, ya sea como resultado de enfermizos patrones de pensamiento o simplemente porque eres un hombre o mujer natural ( ver Mosíah 3:19; DyC 67:12). Tal vez te reprendes a ti mismo. O tal vez repetidamente te dices a ti mismo que pares de pensar en ese tema. En caso de la primera respuesta, tú estás, inconscientemente, debilitando tu resistencia en esos pensamientos repitiendo su imagen. Esto ocurre porque nuestros cerebros son incapaces de reemplazar algo con nada, la idea de abrir el armario o de no meter un gol o de comer el pastel tiene sus raíces debido a la repetición de imagen en la mente vulnerable.
Además, dada nuestra tendencia innata a mantener y ejercer nuestro albedrío, el cual fue peleado y dado por Dios, mientras más frecuentemente nos decimos a nosotros mismos “no puedes hacer X” o “ no deberías hacer Y” estamos más subconscientemente inducidos a rebelarnos. Después de todo, toda esta vida terrenal es sobre ejercer nuestro albedrío. En las palabras del Presidente David O. McKay, “Junto al otorgamiento de la vida misma, el derecho de dirigir esa vida es el mayor don de Dios dado al hombre”. Necesitamos saber que estamos tomando decisiones positivas para dirigir nuestras vidas, no sólo revelándonos o peleando en contra de lo negativo. Esto es esencial para que podamos clarificar nuestros deseos verdaderos.
Estos principios también ayudan a mantener un enfoque más efectivo de los mandamientos. No puedes obedecer completamente la Palabra de Sabiduría, por ejemplo, si estás pensando en ella como una lista farisaica de prohibiciones. Seamos honestos: ¿de verdad creen que es prudente beber todo un litro de Pepsi lleno de azúcar o beber dos bebidas energéticas cada mañana cuando no deberías tomar un vaso de té verde? ¿Eso parece correcto para ti? ¿Estas honestamente obedeciendo el espíritu de la Palabra de Sabiduría si estás atascándote de comida rápida cada día? Esto no quiere decir que nadie puede “obedecer perfectamente” el espíritu de la Palabra de Sabiduría. Sin embargo, en vez de sólo pensar “No puedo beber, fumar, o usar drogas”, somos menos “perezosos” y mucho más “sabios” cuando nos enfocamos en fortalecer nuestro deseo de mantener nuestro cuerpo en la mejor condición (DyC 58:26).
Similarmente, en vez de ver la ley de castidad como una regla de no tener nada sexual con personas con las que no estás casado, podemos enfocarnos en lo positivo: “amarás a tu (esposo) esposa, con todo tu corazón, y te allegarás a (él) ella y a ninguna otra” (DyC 42:26).
Existen una infinidad de maneras en las que cada uno de nosotros podría demostrar mejor su amor, y convertirse en un mejor cónyuge.
Cuando mi hija Ella tenía cinco años, ella me escuchó por casualidad quejándome por no encontrar una botella de removedor arrugas. Iba tarde para un evento y tenía una una camisa con arrugas. Ella estaba emocionada porque estaba ansiosa por ayudar.
“¡Papá, sé en dónde está el removedor!” Ella exclamó.
“¿Lo sabes?”
“Sí, vamos. Te mostraré”.
Yo estaba emocionado, mi día se había arreglado. Ella tomó mi mano y me guió al cuarto de lavado. “Aquí está, papá”, dijo, apuntando hacia la plancha y la tabla de planchar. ¿Quieres que te muestre cómo usarla?
Si hubiera estado ayudando más en la casa, tal vez mi hija de cinco años no hubiera pensado que necesitaba mostrarme cómo funciona la plancha. Es cierto que, aunque sé cómo funciona, nunca la use. Ayudando en la casa sin que sea pedido es una de las innumerables maneras en las que podemos demostrar amor. Y enfocándonos en el amor en lugar de evitar la tentación es mucho más efectivo en mantenernos en el camino perfecto del Señor. Centrándonos en Cristo es la mejor manera de superar la tentación.
Este artículo fue escrito por Robert Reynolds; adaptado de “Unstuck: How the Savior frees us from our favorite sins”, publicado en LDSliving.com y traducido al español por Wendy Vianey Almazán Cano para mormonsud.com