¡He vivido en seis estados y he frecuentado 16 barrios o ramas diferentes, en los últimos seis años! Me encanta conocer nuevas personas. Debido a esto, a menudo salgo con los misioneros y visito a los miembros.
Encontré excelentes miembros en todo Estados Unidos. Sin embargo, desafortunadamente, conozco a muchos que están, o estuvieron, menos activos porque olvidaron esta sencilla verdad:
La Iglesia es verdadera, a pesar de los miembros
También te puede interesar: Una historia del Élder Uchtdorf me enseñó cómo podría haber malinterpretado el significado del pecado y el arrepentimiento todo este tiempo
Por lo general, las personas van a las iglesias cristianas por los miembros. La Iglesia es menos una institución y más una reunión social. Si no les gustan los miembros o el pastor, simplemente buscan otra iglesia o dejan de asistir. Para la mayoría de los cristianos, los miembros de su iglesia son “la iglesia”.
En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ese NO es el caso. En nuestra Iglesia existe una estructura de doctrina, ordenanzas del sacerdocio y convenios. El mismo Señor Jesucristo declaró que la Iglesia es “la única Iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra” (DyC 1:30).
Eso es cierto porque la base de nuestra Iglesia no son las personas, sino las doctrinas y los principios, siendo Jesucristo la piedra angular. Cada uno de nosotros puede y debe obtener un testimonio de la veracidad del Libro de Mormón. Asimismo, obtener un testimonio del llamado profético de José Smith y la realidad de la Iglesia restaurada.
El problema surge cuando comparamos la “Iglesia” con los miembros o la cultura. Por supuesto, muchas personas forman parte de la Iglesia, pero eso no las convierte en la Iglesia.
Si pensamos que la Iglesia verdadera estará llena de personas perfectas, nos decepcionaremos rápidamente. Nos decepcionaremos aún más si suponemos que los líderes de la Iglesia son perfectos.
Sobre este tema, el Élder Jeffrey R. Holland, apóstol del Señor, enseña:
“Excepto en el caso de Su Hijo Unigénito perfecto, Dios se ha tenido que valer de gente imperfecta, lo cual ha de ser terriblemente frustrante para Él, pero se conforma con ello; y nosotros debemos hacerlo también” (“Creo”, abril de 2013).
Permanecer ofendido VS Guardar convenios
Cuando entendemos que la Iglesia no es la cultura o el pueblo, sino la estructura de las doctrinas, las ordenanzas del sacerdocio y los convenios, no permitimos que una ofensa sobrepase un convenio. Una de las cosas más tristes que he presenciado es que alguien abandone sus convenios porque un líder o miembro lo ofendió.
¡No permitas que las acciones del hombre superen los convenios que hiciste con Dios!
Por ejemplo, cuando mi mamá estaba investigando la Iglesia, recibió un testimonio de su veracidad. ¡En su primer domingo en la Iglesia descubrió que la hija del obispo era la niña que siempre la molestó en la escuela! En lugar de dejar que esto se convirtiera en un obstáculo o en una razón para no bautizarse, ella decidió mantenerse en la verdad y bautizarse. ¡Siempre me sentiré agradecida por eso!
La decisión es simple, ¿elijo ofenderme? O, ¿elijo guardar mis convenios? Es una cosa o la otra. No podemos sentirnos ofendidos por las acciones de los líderes del sacerdocio y guardar nuestros convenios.
Con respecto al tema de ofenderse, me refiero a lo que enseñó Brigham Young:
“El que se ofende cuando no se pretende cometer una ofensa es un necio, y el que se ofende cuando se pretende ofender es aún más necio”.
¿Por qué ofenderte te haría necio? Porque tienes dos opciones: Te ofendes o guardas tus convenios. Nunca conocí a nadie que eligiera permanecer ofendido y activo, ya sea en su testimonio o en la Iglesia. Con ese conocimiento, ofenderse nunca es un acto sabio.
Experimenta y deja que otros lo intenten
El propósito de la Iglesia es ayudarnos a convertirnos al Evangelio de Jesucristo. David O. McKay enseñó:
“El propósito del Evangelio es… hacer buenos a los hombres malos y a los hombres buenos hacerlos mejores, y cambiar la naturaleza humana”.
Comprender que un santo es solo un pecador que sigue intentando es la clave. Mientras lo intentamos, debemos dejar que los demás también lo intenten.
“Si no lo intentamos, sólo somos pecadores de los últimos días; si no perseveramos, somos inconstantes de los últimos días y si no permitimos que los demás lo intenten, sólo somos hipócritas de los últimos días”.
Como todos somos pecadores, la Iglesia siempre estará llena de pecadores. ¡Pero sigamos intentándolo para que podamos ser santos! La Iglesia realmente es un hospital para pecadores y así como no vas al hospital en busca de personas sanas, no esperes que todos en la Iglesia sean perfectos.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Inaê Leandro y fue publicado en maisfe.org con el título “Uma coisa que todos os mórmons deviam entender antes que fiquem menos ativos”.