Me sentía agotada.
Después de casi 3 años sirviendo como coordinadora de turno en el templo de mi ciudad, me sentía exhausta.
Aunque el llamamiento era gratificante y me llenaba de humildad, después de años de servicio en el templo en un día y momento difíciles, sentía que era hora de una nueva fase en mi vida y de un descanso muy necesario.
Cuando me relevaron, decidí quedarme un mes más para ayudar a la nueva coordinadora de turno a adaptarse a su papel antes de poner fin oficialmente a mi servicio como obrera del templo.
Eso fue en marzo de 2020. Y, como podrás imaginar, todo cambió repentinamente.
En cuestión de una semana, los templos cerraron indefinidamente debido al COVID-19, que no solo sacudió el país, sino a todo el mundo.
Tiempo después, fui una de las obreras que ayudó con las fases de apertura de templos.
Para cuando volvimos a algo parecido a la normalidad, ya era 2021. Muchas de las hermanas de nuestro turno se habían ido. Las normas eran diferentes y muchas obreras necesitaban capacitación. Me pidieron que me quedara.
Sentí la responsabilidad de ayudar a formar un nuevo grupo de amigas obreras del templo. Con la ayuda de Dios, pude obtener el gozo de servir de una manera muy especial.
Ahora estamos en 2024 y sigo sirviendo en el templo y aunque este llamamiento esté llegando a su fin sé que debo mantenerme fiel.
Con el tiempo, he reflexionado sobre las lecciones que he aprendido al permanecer en la Casa del Señor.
Hubo momentos en los que mi servicio en el templo se sentía rutinario. No quería estar allí. No tenía una buena actitud.
En los peores momentos, estaba tan agotada que sentía ansiedad y pánico, contando los minutos hasta que pudiera salir apresuradamente por la puerta. He orado para saber qué hacer.
Si te cuesta asistir al templo o encontrar admiración y un significado en tu servicio, aquí te comparto algunas lecciones de lo que he aprendido.
Prepárate física y espiritualmente para el templo
Me encantaron las palabras del élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, en la conferencia general:
“Si cambiamos nuestra preparación para entrar en el templo, cambiaremos nuestra experiencia dentro del templo, la cual transformará nuestra vida fuera de él”.
En el mundo tan ocupado de hoy en día, puede ser difícil prepararse para el templo. A menudo vamos de una cosa a otra.
Tomarnos el tiempo para prepararnos física y espiritualmente puede enriquecer nuestra experiencia y hacernos más receptivos al espíritu del templo.
Físicamente, podemos tomarnos tiempo para reflexionar antes y después de nuestra adoración al templo. Podemos estar descansados, bien alimentados, completar nuestras asignaciones y apagar el teléfono sin preocupaciones.
Espiritualmente, con este tiempo que hemos creado, podemos orar para que el Señor nos ayude a ser investidos con poder. Enfócate en una pregunta que esté en tu mente. Crea un sentido de reposo.
Como enseñó el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Yo creo que la admonición del Señor de “quedarnos tranquilos” implica mucho más que simplemente no hablar o no moverse.
Quizá Su intención es que lo recordemos y que confiemos en Él y en Su poder “en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que est[emos]”.
De modo que “quedaos tranquilos” puede ser un modo de recordarnos que nos centremos sin cesar en el Salvador como la fuente suprema de la tranquilidad espiritual del alma que nos fortalece para hacer y superar las cosas difíciles”.
Varía tu experiencia en el templo
Hacer lo mismo una y otra vez no es lo mismo que sentirse inspirado.
Después de mucho tiempo, asistí al templo como un miembro más y realice sellamientos por mis antepasados.
¡Eso reanimó mi alma! Hacer algo diferente a mi rutina normal en el templo me llenó de emoción.
Podemos renovar nuestra experiencia en el templo al:
- Realizar diferentes ordenanzas del templo.
- De ser posible, visitar un templo al que no hayas ido antes.
- Realizar todas las ordenanzas para una tarjeta familiar en un día.
- Llevar amigos y crear tradiciones.
- Buscar principios específicos cuando asistas.
- Estudiar sobre la historia y el propósito de los templos.
- Aprender más sobre el templo al que estás asistiendo.
- Reflexionar y preguntar al Señor qué puedes hacer para que tu experiencia en el templo sea más significativa.
Lleva nombres de tus antepasados
Los líderes de la Iglesia han aconsejado repetidamente sobre la importancia del Espíritu de Elías y cómo puede impactar nuestro tiempo en el templo.
En octubre de 2012, la Primera Presidencia publicó una carta que incluía esta declaración:
“La experiencia del templo se enriquece considerablemente cuando los miembros de la Iglesia encuentran los nombres de sus antepasados y los llevan al templo para efectuar ordenanzas”.
Aprende más sobre la historia familiar y prepara los nombres para el templo. Hay muchos recursos increíbles disponibles. Puede ser tan simple como iniciar sesión en tu cuenta de FamilySearch.org y ver qué nombres ya están en tu árbol que necesitan realizarse la obra del Padre.
También puedes buscar a alguien en tu barrio que tenga nombres de sus familiares y necesiten ayuda, especialmente si no pueden asistir al templo.
Sirve en el templo
Aunque mi experiencia como obrera del templo ha sido una experiencia compleja, no la cambiaría por nada en el mundo.
Si el tiempo lo permite, considera servir en el templo. Te dará una nueva perspectiva sobre las ordenanzas y aumentará tu aprecio por la obra de Dios.
Hay diferentes maneras de servir en el templo. Habla con tus líderes de la Iglesia o contacta a un encargado del templo para obtener más información. Si no puedes servir, ve si hay un momento en el que puedas ayudar a limpiar el templo o colaborar de alguna manera.
Recuerda tus bendiciones
Si vives cerca de un templo, recuerda las grandes bendiciones que puedes obtener.
Es muy importante que los miembros con fácil acceso al templo recuerden el gran privilegio que tenemos. Algunas personas en todo el mundo sueñan con asistir al templo por sí mismas.
Algunos solo pueden asistir al templo una vez en sus vidas. Algunos solo pueden hacer visitas limitadas. Debemos valorar el tiempo que pasamos en los templos y agradecer siempre al Señor por la oportunidad de estar en Su casa.
Mantén a Jesucristo en primer lugar
Finalmente, los templos nos recuerdan la magnificencia y la gloria de Jesucristo. Al mantener Su sacrificio expiatorio en primer lugar en nuestras mentes, podemos crecer en nuestros tiernos sentimientos sobre el templo.
Conozco la realidad de sentirse cansado del servicio en el templo. No es algo de lo que avergonzarse, sin embargo, es una oportunidad para reflexionar sobre cómo podemos retener nuestra admiración.
Y tú, ¿qué cosas has hecho para hacer que tu tiempo en el templo sea más significativo?
Fuente: LDS Daily