Cuando comprendemos quiénes somos realmente, seres grandes y nobles, de dónde venimos y cuál es nuestro destino eterno… Será fácil, casi instintivo, demostrarle a Dios que lo amamos al guardar Sus mandamientos.
¿Alguna vez ha sucedido esto antes? Es la hora de la cena y estás a punto de comer tu comida favorita. Te sirves un plato lleno de comida sólo para descubrir, para tu decepción, que te llenas antes de que puedas terminar todo. Me ha pasado.
Cuando era más joven y esto sucedía, uno de mis padres siempre me decía: “Tus ojos son más grandes que tu estómago”. Pensé que era ridículo decir eso. La idea de que mis ojos fueran tan grandes era simplemente desagradable. Claro que eso no es lo que literalmente quería decir, pero aún así, no fue gracioso.
El dicho quiere decir que a veces queremos más de lo que realmente podemos abarcar. Estamos tan hambrientos que estamos convencidos de que podemos comer una pizza entera o un pote de helado cuando, en realidad, la mayoría de nosotros no podemos con todo eso.
Es algo curioso ver que con el paso del tiempo nos sorprendemos haciendo y diciendo algunas de las mismas cosas que hicieron nuestros padres. ¡Incluso las cosas que parecen tontas!
No saben cuántas veces he mirado la pila de comida en los platos de mis hijos y dicho: “Tus ojos son más grandes que tu estómago, ¿sabes?”
Ellos me miran igual que como yo miraba a mis padres. Sonrío porque sé que algún día les dirán lo mismo a sus hijos y recibirán las mismas miradas. Es el círculo de la vida.
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La vida eterna es más grande que nuestros ojos
Quizá te estés preguntando que tiene que ver eso con tu vida.
Verás, tu vida eterna es enorme. Es grande. Es eterna.
En lugar de querer más de lo que podemos ver, nuestra vida es más grande de lo que podemos imaginar.
Estoy hablando, en parte, sobre la longitud de la misma, por supuesto. Estamos acostumbrados a adjuntar un principio y un final a casi todo en esta existencia finita. Incluso la vida. El tiempo siempre avanza.
Hay formas de medir la edad que tenemos, pero cuando hablamos de eternidad, no hay una medida porque no hay un principio ni un fin. Siempre ha existido, y siempre existirá.
El profeta Abraham, hace miles de años, se sorprendió por esto. Al hablar de los espíritus, dijo que “no tienen principio; existieron antes, no tendrán fin, existirán después, porque son gnolaum o eternos” (Abraham 3:18). Nuestra vida es más grande de lo que nuestros ojos, en este momento, pueden ver.
Pero, quiero hablar de algo más que la naturaleza eterna de nuestra existencia.
Quiero hablar sobre la abundancia de las cosas que están disponibles para nosotros en este momento. ¡Cosas maravillosas!
En primer lugar, el hecho de que incluso sepas que eres una criatura eterna es increíble. Tienes el Evangelio de Jesucristo en tu vida. ¿Sabes lo que eso significa?
¡Significa que sabes de qué se trata la vida! El 99% de todas las personas que han vivido en la tierra nunca ha tenido la comprensión que tú tienes. Piensa en todas las cosas que sabes porque tienes el Evangelio en tu vida. Ya sabes:
– Que existías antes de venir a la tierra.
– A dónde irás después de esta vida.
– Que las familias puedan estar juntas para siempre.
– Que Dios es tu Padre Celestial que te ama.
– Que Jesús es nuestro hermano y nuestro Salvador.
– Que hay una manera de vencer el pecado.
– Que podamos llegar a ser como Dios.
– Que a través de la gracia de la Expiación puedes obtener ayuda celestial aquí y ahora.
Tal vez estás tan acostumbrado a escuchar estas cosas que no parecen ser una gran noticia, pero lo son.
Hay un dicho que dice: “El día más importante de tu vida es el día en que naciste. El segundo día más importante de tu vida es el día en que descubres por qué.”
¡Sabes el por qué! Eso es grandioso.
Hay Seres Celestiales que velan por nosotros
Sé que la vida puede ser difícil. Podrías tener desafíos en la escuela, en el trabajo o socialmente. Quizás tengas una vida familiar difícil. Tal vez estás luchando con la ansiedad o la depresión. A veces la vida puede ser dura.
Pero quiero que sepas que hay más en la vida de lo que puedes ver. Tienes un ADN divino en ti. Eres un hijo del Dios vivo con una herencia que supera con creces tu imaginación.
Quiero que sepas que no estás solo. No sólo tienes un Padre Celestial y un Salvador que vela por ti, sino que también hay ángeles a tu alrededor, aquí y ahora. El Presidente Ezra Taft Benson enseñó:
“Los visitantes, vistos y no vistos, del más allá, a menudo están cerca de nosotros.”
El Presidente Thomas S. Monson, en más de una ocasión, declaró:
“Cuán gloriosa es y cuán cerca a los ángeles está la juventud que es pura”
James E. Talmage dijo una vez que porque Dios nos ama:
“Él ha enviado seres celestiales para que nos cuiden y nos protejan… ¿Nos damos cuenta de que en nuestro andar y trabajo diarios no estamos solos, sino que hay ángeles que nos asisten en donde sea que nuestro deber nos lleva?”
Piénsalo, ahora que estás leyendo esto, no estás solo. Yo lo creo. Tanto que, a veces, cuando estoy manejando solo en el auto y todo está en silencio, me inclino hacia la derecha y saludo a las personas que no puedo ver. A veces incluso les cuento chistes. Si son asignados a pasar un tiempo conmigo y velar por mí, también podría hacer que sea agradable para ellos.
Me encanta que en nuestras vidas haya mucho más de lo que podemos ver. Hay un propósito más profundo, un plan más divino y una ayuda mayor y más accesible, todo para que podamos aprovecharla.
Dios está trabajando en nuestras vidas de maneras que no conocemos, nos prepara para los demás y para nosotros, velando por las personas y sus circunstancias de acuerdo con Su voluntad para nuestro beneficio y aprendizaje.
No hay un momento que pase en esta vida en que no se esté haciendo algo o que algo no se haga en nuestro nombre. Verdaderamente somos la obra y la gloria del Señor (Moisés 1:39). Tú eres Su obra y Su gloria. Espero que lo sepas.
El Padre Celestial y Jesucristo te han dado el mapa y todas las herramientas que necesitas para vivir esta vida al máximo y regresar a ellos. Cuando aceptas que los mandamientos son caminos, no reglas impuestas y tienes ganas de vivirlos, llegarás a conocer todas estas cosas por ti mismo.
Con voluntad, obediencia y determinación viene la perspectiva eterna. Dios te ama más de lo que puedes comprender, tal como lo hace tu Salvador. Ellos te aman y anhelan que tú también los ames. Ahora sabes cómo mostrarles que los amas.
Los muchos nobles y grandes
Anteriormente mencionamos a Abraham, y quería hablar un poco más sobre él y su experiencia. Si te acuerdas, Abraham tuvo una infancia muy dura, y escapó por poco de ser sacrificado por su propio padre a un ídolo (Abraham 1: 5-15). ¡Y a veces piensas que tu vida familiar es difícil!
En fin, Abraham tuvo que dejar la tierra donde nació y vivir en un lugar extraño en el que nunca había estado. Me imagino que se sentía bastante triste y perdido. Se debe de haber preguntado qué iba a ser de su vida y en dónde encajaría.
Fue durante este tiempo que Dios le mostró a Abraham una visión gloriosa de todo el universo. Abraham vio las estrellas, los planetas y aprendió cómo funcionaban todos juntos.
Aprendió que el universo no es un conjunto de cosas creadas de manera accidental o al azar, sino que cada parte del universo está bajo el control de Dios, “Pues”, Dios le dijo: “reino arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Abraham 3: 21).
Me quedé en lo alto de las montañas cerca de mi casa una noche, lejos de las luces de la ciudad, y miré las estrellas. Eran impresionantes y parecían nunca acabar. Había más estrellas de las que podía contar, y sabía que lo que estaba viendo era sólo una pequeña fracción de lo que realmente estaba ahí afuera.
Por un lado, no pude evitar sentirme muy, muy pequeño en comparación con las estrellas sobre mí. Pero por otro lado, no pude evitar sentirme cerca de mi Padre Celestial. Sentí gratitud por mi Creador mientras observaba Sus creaciones.
Mientras estaba allí y reflexioné, pensé en Abraham y me pregunté si es que sintió algo similar al ver su visión, porque por más maravillosa que fue esa visión, esa no fue la lección que el Señor tenía para él.
El Señor luego le mostró a Abraham otra visión, una que involucra a las personas en lugar de a los planetas, y Abraham vio “las inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el mundo; y entre todas estas había muchas de las nobles y grandes”(Abraham 3:22).
¡Imagina ver a las personas más grandes y nobles que han venido a la tierra! Abraham seguramente vio a personas como Adán y Eva; Moisés, Nefi y María; Pedro, Santiago y Juan; José Smith, Brigham Young, y otros profetas y apóstoles.
Abraham también vio a muchos otros en esta visión, buenas personas que seguirían a Dios. Cada vez que pienso en este momento, me imagino las siguiente conversación entre Dios y Abraham:
“Estos son mis nobles y grandes, Abraham”, dice Dios. “¿Qué piensas?”
“Son maravillosos”, responde Abraham. “Personas verdaderamente maravillosas.”
“Pero Abraham”, dice Dios con una sonrisa, “¿No lo ves? ¿No reconoces a ese hombre de allí, con el cabello oscuro? ¡Eres tú, Abraham! Eres uno de mis nobles y grandes. Te elegí antes de que nacieras” (Abraham 3:23).
Ese momento cambió la vida de Abraham para siempre. Cuando se vio a sí mismo como Dios lo veía, y cuando supo que Dios sabía quién era antes de venir a la tierra, Abraham de pronto supo quién era, y dónde y cómo encajaba.
Está la parte más sorprendente. Tengo el testimonio de que si vieras la visión de Abraham, en verdad verías a muchos de esos nobles y grandes personajes de los que has leído en las Escrituras.
Pero te prometo que si te miras con cuidado, eventualmente reconocerás entre sus filas a alguien que se parece mucho a ti, sólo que más glorioso y hermoso de lo que puedas imaginar. Y, al igual que Abraham, cambiaría tu vida para siempre.
El élder Robert D. Hales escribió:
“Una vez que entendemos el gran panorama del plan y nos visualizamos en él, ganamos algo que es de mucho valor, incluso esencial: una perspectiva eterna. La perspectiva eterna guía nuestras decisiones y acciones cotidianas; estabiliza la mente y el alma y, cuando a nuestro alrededor se arremolinan opiniones persuasivas pero eternamente erróneas, nos mantiene firmes e inamovibles.”
Cuando comprendemos quiénes somos realmente, de dónde venimos y cuál es nuestro destino eterno, todo lo demás quedará en segundo lugar. Será fácil, casi instintivo, demostrarle a Dios que lo amamos al guardar Sus mandamientos.
Tendremos mayor poder para resistir la tentación porque reconoceremos que nuestras decisiones aquí determinan nuestra felicidad en las eternidades venideras. Podremos ver con mejores ojos que el mundo, ser capaces de detectar los peligros y los trucos del adversario y poder elegir mejor.
Sabremos que no somos un error, vagando por el mundo sin tener ningún sentido. Sabremos y entenderemos que nuestro Padre y su Hijo nos cuidan, nos aman con todo su corazón y desean que tengamos éxito y que seamos felices para siempre.
Sí, la vida es más grande que nuestros ojos. Cuando entendemos que hay más en la vida de lo que podemos ver, también podremos entender que hay más en los mandamientos de lo que podemos ver.
Él nos ama y nos lo ha mostrado en cada pensamiento, palabra y acción. Espero que cada uno de nosotros podamos esforzarnos cada día para decirle al Señor a través de nuestras acciones y decisiones: “Señor, te amo, guardaré Tus mandamientos.”
Este artículo fue escrito originalmente por Michelle Wilson y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Youth Theme Insight: What It Means to Be a “Noble and Great One””