Durante mucho tiempo, se pensó que los adultos mayores eran los más fieles en las creencias religiosas. Ellos llenaban bancas cada domingo, mientras las generaciones jóvenes parecían cada vez más distantes de la práctica religiosa.
Sin embargo, los datos más recientes muestran una inversión sorprendente: ahora son los millennials y la Generación Z quienes asisten a la iglesia con mayor frecuencia que sus padres y abuelos.
Un giro inesperado en la asistencia

Un estudio de Barna Group, en colaboración con la empresa tecnológica Gloo, revela que los jóvenes están recuperando protagonismo dentro de las congregaciones.
Según el informe, los integrantes de la Generación Z (18 a 28 años) participan en promedio 1,9 servicios al mes, lo que equivale a unas 23 visitas al año.
Los millennials (29 a 44 años) no se quedan atrás, con 1,8 servicios mensuales, aproximadamente 22 veces en un año.

Estos niveles son los más altos registrados en más de dos décadas para los grupos jóvenes, y duplican la asistencia que reportaban en 2020, justo después de la pandemia.
En contraste, los adultos mayores han reducido su presencia. Los llamados “baby boomers” y los nacidos antes de 1946 apenas alcanzan 1,4 asistencias mensuales, muy por debajo de los promedios que ellos mismos mantenían en los años 2000.
El cambio ha sido calificado como una “reversión generacional”. Hace 25 años, los mayores de 60 acudían más de dos veces al mes a la iglesia, mientras los jóvenes iban esporádicamente. Hoy, la tendencia es exactamente la contraria.
Factores detrás del cambio

David Kinnaman, presidente de Barna Group, señaló que este giro refleja una mayor apertura de los jóvenes hacia la fe. Según él, muchos buscan en las iglesias algo más que un ritual: desean conexiones reales, oportunidades de servicio y caminos claros de discipulado. Estas dinámicas, más prácticas y relacionales, parecen adaptarse mejor a la manera en que las nuevas generaciones conciben la vida comunitaria.
Brad Hill, presidente de Gloo Media Network, añadió que las iglesias están aprendiendo a comunicarse de forma más cercana y digital con los asistentes irregulares.

Herramientas como mensajes de texto o interacciones en redes sociales ayudan a mantener un vínculo constante. “Cada interacción cuenta”, dijo Hill, subrayando que incluso pequeños recordatorios pueden fortalecer el compromiso espiritual de los jóvenes.
Sin embargo, algunos expertos son cautelosos. Ryan Burge, investigador en la Universidad de Washington en St. Louis, advierte que no todos los estudios coinciden.
Mientras Barna muestra a los jóvenes como los más fieles asistentes, otras encuestas, como las de Pew Research Center, reflejan un panorama más estable, donde las generaciones mayores aún se mantienen como las más religiosas en términos generales.
Una oportunidad para las comunidades de fe

Más allá de las discrepancias metodológicas, lo cierto es que las cifras actuales representan una ventana de esperanza para líderes religiosos. Que jóvenes de 18 a 44 años asistan entre 15 y 25 veces al año sugiere que existe un interés genuino por redescubrir la fe.
Este momento puede ser decisivo para las congregaciones: ofrecer espacios de pertenencia, programas de voluntariado y experiencias espirituales auténticas podría consolidar la presencia juvenil y revitalizar la religión.

Aunque el promedio general de asistencia sigue siendo bajo, apenas 1,6 veces al mes, la participación creciente de millennials y Gen Z abre la puerta a una nueva etapa.
Lo que parecía una tendencia irreversible hacia el abandono religioso, podría transformarse en el inicio de un renovado compromiso generacional con la espiritualidad y la comunidad.
Fuente: Deseret News
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