No me gusta la política.
O, supongo, para ser más exactos, no me gusta lo que la política saca de las personas.
La cantidad de insultos y acusaciones que ocurren a través de las líneas políticas me molesta y frustra.
Parece que pensamos que debido a que las personas creen en algo diferente a nosotros, merecen ser odiadas y pisoteadas verbalmente. Merecen nuestras burlas, comentarios sarcásticos y ojos en blanco.
A veces, incluso pensamos que somos mejores y más inteligentes que los demás porque su punto de vista es diferente al nuestro.
En algún momento, los partidos políticos se han vuelto profundamente burlones hasta el punto de que no podemos escuchar las ideas de los demás.
Si alguien es conservador pero apoya las medidas de control de armas, es un “mal conservador”; si alguien es liberal pero está en contra del aborto, es un “mal liberal”. En lugar de apoyar ideas y promover la independencia de pensamiento, nos aferramos a las líneas del partido y cuando los ideales de alguien desafían la norma – o, nuestras propias opiniones – perdemos la cabeza.
Parte de lo que hace que nuestros países (en la mayoría de los casos) sean lugares únicos es la capacidad que tenemos de expresar nuestras propias opiniones… Pero, cuando las personas lo hacen, son tratadas como si fueran el diablo.
“Ellos lo merecen”
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La profesora y científica política de Middlebury College, Allison Stanger, escribió un artículo de opinión para el New York Times en 2017 sobre su experiencia en un evento político en el campus de Middlebury College que rápidamente se volvió violento. Stanger es demócrata, pero esperaba entrevistar al conservador Charles Murray, un académico de American Enterprise Institute.
Lamentablemente, en lugar de una experiencia positiva donde ambos lados políticos pudieran ser representados y escuchados, se produjo un motín. Stanger escribe:
“Desde el escenario donde me senté con el Dr. Murray, esperando que los estudiantes tomaran asiento, vi un mar de gente. Los alumnos cantaban: ‘¿Quién es el enemigo? Supremacía blanca’ y ‘Racista, sexista, homofóbico: Charles Murray, ¡vete!’. Otros le gritaban obscenidades al Dr. Murray o unos a otros. Sin embargo, lo que más me alarmó fue lo que vi en los ojos de la multitud. Aquellos que querían que el evento se llevara a cabo hacían contacto visual conmigo. Aquellos que intentaron interrumpir el evento se negaron firmemente a hacerlo. No podían mirarme directamente, porque si lo hubieran hecho, habrían visto a otro ser humano…
La mayor parte del odio se centró en el Dr. Murray, pero cuando tomé su brazo derecho para protegerlo y asegurarme de que permaneciéramos juntos, la multitud se volvió hacia mí. Alguien me jaló el cabello, mientras que otros me empujaban. Temí por mi vida. Una vez que nos subimos al auto, los manifestantes se subieron a él, golpearon las ventanas y sacudieron el vehículo cada vez que nos deteníamos para evitar lastimarlos. Todavía estoy usando un collarín y pasé una semana en una habitación oscura para recuperarme de una conmoción cerebral causada por el traumatismo cervical”.
Allison Stanger continúa explicando que tal vez esos alumnos pensaron que podían justificarse; tal vez, pensaron que representaban a personas que fueron marginadas. Quizás, pensaron que este hombre, a quien consideraban racista e intolerante supremacista, MERECÍA su odio. Sin embargo, en su apuro por calificarlo como “intolerante”, mostraron una total falta de tolerancia y una completa adopción de hipocresía.
Lo más molesto es que la forma en que lidiaron con alguien cuya opinión creían que era diferente a la suya se está convirtiendo en un referente en los Estados Unidos y ahora en muchos lugares de Latinoamérica.
“Pero lo que los eventos en Middlebury dejaron en claro es que, independientemente de la persuasión política, los ciudadanos de ahora son profundamente susceptibles a la renuncia a la razón y la celebración de la ignorancia. Saben lo que saben sin leer, discutir o conversar con quienes podrían estar en desacuerdo con ellos. Las personas de ambos lados del pasillo rechazan la lógica tranquila, están ansiosas por aceptar las noticias alternativas que respaldan sus prejuicios”.
Lo que dijo Stanger es cierto; la intolerancia y la poca disposición a escuchar la opinión de otro no es simplemente un problema “liberal”, es un problema de todos.
Sí, según algunas investigaciones, la intolerancia puede agravarse un poco más en la izquierda, pero eso no significa que no sea frecuente en ambos lados del camino, porque claramente sí lo hace. No se puede descartar como un “problema liberal”, porque no es simplemente un problema liberal. Independientemente del partido político al que pertenezcas, la intolerancia es un gran problema.
No dejen su religión (o humanidad) en la puerta
En 2012, el Élder Jeffrey R. Holland dio un discurso maravilloso titulado “Israel, Jesús os llama”, en el que nos pidió seriamente que nunca, bajo ninguna circunstancia, “dejemos nuestra religión en la puerta”.
Para darles un poco de contexto a los que no escucharon o leyeron el discurso, el Élder Holland habló sobre un partido de básquetbol que se realizó en Utah, donde muchos miembros de la Iglesia actuaron horriblemente y le hablaron ásperamente a un Santo que fue a un equipo fuera del estado.
Primero, terminemos el incidente del básquetbol. Un día después del partido, cuando el público reaccionó y exigió que se pidieran disculpas, un joven dijo básicamente: “Miren. Estamos hablando del básquetbol, no de la Escuela Dominical. Si no tolera el calor, salga de la cocina. Pagamos bastante por estos partidos. Podemos actuar como queramos. Dejamos la religión en la puerta”.
“¿Dejamos la religión en la puerta?” La lección número uno para establecer Sión en el siglo XXI es: Nunca se deja “la religión en la puerta”. Jamás.
Mis jóvenes amigos, esa clase de discipulado no puede existir; ni siquiera es discipulado. El profeta Alma enseñó a las mujeres jóvenes de la Iglesia a declarar cada semana en su lema, debemos “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis”, y no sólo en algunos momentos, en unos cuantos lugares y cuando nuestro equipo va ganando por muchos puntos.
Recuerdo haber escuchado ese discurso y estar asombrada. ¿Cómo los seguidores de Cristo podrían tratar a los demás de una manera tan terrible? ¿Cómo podrían insultar y menospreciar a otro ser humano tan despreocupadamente?
¿Con qué frecuencia dejamos nuestra religión – o, para aquellos que no son religiosos, nuestra humanidad – en la puerta? ¿Con qué frecuencia insultamos a los que tienen creencias diferentes a las nuestras? ¿Acaso, como dijo Allison Stanger, no reconocemos a otras personas como seres humanos simplemente porque sus opiniones (especialmente sus opiniones políticas) son diferentes a las nuestras?
Hace unas semanas, me topé con una publicación de 2016 del Élder Dale G. Renlund que creo que es muy importante:
“Podemos mantenernos firmes en nuestras creencias y tener una relación amable con aquellos que tienen opiniones diferentes a las nuestras”.
Podemos discrepar y seguir siendo civilizados. ¡Podemos tener teologías diferentes e incluso ideologías políticas diferentes y seguir siendo amables el uno con el otro!
Política y paciencia
Con el transcurso de los años y el conocimiento de los sucesos en la esfera política, me he dado cuenta de que mis creencias no se alinean al 100% con ningún partido político, candidato, etc. Reconocer esto me ha permitido aumentar mi empatía por aquellos a ambos lados. Especialmente, porque muchas de esas personas pueden estar experimentando exactamente lo mismo.
En lugar de centrarnos tanto en nuestras diferencias en lo que respecta a la política o la vida en general, espero que podamos reconocer las cosas que tenemos en común. La mayoría de personas – sí, incluso aquellos que creen de manera diferente a la tuya – solo están tratando de hacer lo que piensan que es correcto.
Respeto a todo aquel, que se esfuerza por defender sus creencias porque realmente está intentando hacer del mundo un lugar mejor, incluso si no estoy de acuerdo con sus ideas.
Recientemente estaba conversando con uno de mis mejores amigos, con quién crecí y pasé los mejores de mi niñez. Siempre hemos tenido creencias políticas diferentes, pero eso nunca nos ha impedido ser amigos cercanos. El dijo:
“Tú y yo crecimos con ideologías políticas completamente diferentes, y aunque diferimos en algunas cosas, estamos de acuerdo en otras y seguimos siendo mejores amigos. Ahora, nadie puede hablar entre sí porque las opiniones de todos con respecto a diferentes temas son MUY EXTREMAS”.
Sus palabras me hicieron recordar el sabio discurso del Presidente Russell M. Nelson en la convención de NAACP en julio de 2019 antes de la terrible pandemia:
… Una doctrina fundamental y una convicción sincera de nuestra religión es que todas las personas son hijos de Dios. Realmente creemos que somos hermanos y hermanas, todos formamos parte de la misma familia divina.
En esa misma conferencia de prensa, el Presidente Derrick Johnson y yo emitimos una invitación conjunta para que todas las personas, las organizaciones y las unidades gubernamentales trabajaran con mayor cortesía, a fin de eliminar los prejuicios de todo tipo y nos centremos en los intereses importantes que tenemos en común.
En pocas palabras, nos esforzamos por construir puentes de cooperación en lugar de muros de segregación…
Todos estamos relacionados y tenemos la responsabilidad que Dios nos dio, ayudar a mejorar la vida de quienes nos rodean. No tenemos que ser iguales o parecidos para amarnos. Ni siquiera tenemos que estar de acuerdo unos con otros para amarnos. Si tenemos alguna esperanza de reclamar la benevolencia y el sentido de humanidad que anhelamos, eso debe comenzar en cada uno de nosotros, una persona a la vez.
En lugar de despreciar a los demás por sus inclinaciones políticas y centrarnos en lo diferentes que somos, espero que podamos, en palabras del presidente Nelson, construir “puentes de cooperación en lugar de muros de segregación”.
No importan nuestras diferencias, todos somos hijos de Dios. Cada uno de nosotros tiene un papel en el plan eterno de Dios. Todos somos seres humanos, así que actuemos de ese modo. Necesitamos mostrar compasión, amor y paciencia a aquellos con quienes no estamos de acuerdo.
Mirémonos el uno al otro a la luz de la bondad humana en lugar de la sombra de la burla. Recordemos que todos y cada uno de nosotros es muy importante para nuestro Padre Celestial.