Cuando caminamos por la Manzana del Templo en Salt Lake City, sentimos un tipo de reverencia que no depende del ruido ni del silencio, sino de algo más profundo. Y dentro del Tabernáculo, ese eco sagrado cobra vida cada vez que el órgano despierta. Escuchar ese instrumento es escuchar una parte viva de la historia espiritual de un pueblo.

Este noviembre, esa historia vuelve a tomar protagonismo con una nueva presentación del Tabernacle Organ Virtuoso Performance Series (Serie de interpretaciones de virtuosos del órgano del tabernáculo), esta vez con el reconocido organista Richard Elliott, quien ha hecho del órgano del Tabernáculo su hogar desde 1991.

Un concierto que invita a sentir

Rededicación del Tabernáculo de la Manzana del Templo el sábado 31 de marzo de 2007. Imagen: August Miller, Deseret News

El evento será gratuito, sin tickets, y se realizará la noche del viernes 14 de noviembre en el histórico Tabernáculo. Es una oportunidad única para quienes disfrutan la música que eleva el espíritu y buscan espacios donde el corazón pueda respirar.

Elliott explica que las presentaciones nocturnas permiten explorar obras más profundas y extensas. 

“Son conciertos que nos dan espacio para compartir música más sustancial”, comenta. 

Ese es precisamente el propósito: ofrecer algo más que una presentación, ofrecer un momento.

Un órgano que guarda historias

Richard Elliott toca durante un ensayo general del Coro y la Orquesta del Tabernáculo en Temple Square, en el Amerant Bank Arena de Sunrise, Florida, el sábado 7 de septiembre de 2024. Créditos: Isaac Hale. Imagen: Deseret News.

El Tabernáculo alberga uno de los órganos más emblemáticos del mundo. Más de 11,600 tubos llenan el espacio con un sonido que muchos describen como “vivo”. Hay tubos que datan de 1867 y siguen en uso. 

Hay tecnología moderna escondida entre madera antigua. Y hay un detalle que siempre sorprende a los visitantes: en el Tabernáculo, incluso un pedazo de papel rasgado se escucha desde la última fila.

No es solo acústica, es herencia. Es el espíritu pionero resonando una y otra vez.

Una de las piezas que Elliott toca con frecuencia es ¡Oh está, todo bien!. No es casualidad. Él mismo dice que le recuerda la fe de quienes construyeron el Tabernáculo y que lo invita a conectar su talento con algo eterno. La música sagrada tiene ese poder de llevarnos a Cristo sin necesidad de palabras.

Elliott no solo transmite técnica, también  transmite significado. Ha dedicado su vida al arte, en los estudios en Baltimore, Filadelfia, Rochester; años enseñando; premios por su servicio en las artes. 

Pero lo más valioso es lo que ofrece cada día cuando se sienta frente al órgano del Tabernáculo, porque surge un testimonio silencioso de que los dones pueden convertirse en luz para otros.

Una tradición que sigue creciendo

El organista Richard Elliott actúa con el Coro del Tabernáculo en Temple Square durante la transmisión del episodio número 5000 de «Música y Palabra Hablada» en el Centro de Conferencias de Salt Lake City el domingo 13 de julio de 2025. Créditos: Rio Giancarlo. Imagen: Deseret News.

Aunque la serie de conciertos comenzó en 2022, las presentaciones diarias del órgano datan de más de un siglo atrás. 

Cientos de organistas han pasado por ese teclado, miles de personas han escuchado sus notas y millones han sentido algo cambiar dentro de ellos sin entender exactamente por qué.

Cada año participan artistas del mundo y organistas locales, todos aportando su propia perspectiva espiritual al instrumento. La música se convierte en puente, en descanso y, muchas veces, en respuesta.

En un mundo que nos empuja a correr, el Tabernáculo ofrece algo distinto. Nos invita a sentarnos, a respirar, a sentir. A recordar que Dios sigue hablando en susurros, incluso a través de los tubos de un órgano centenario.

El concierto de Richard Elliott es una excusa perfecta para vivir ese tipo de momentos. Si estás cerca, asiste. Si no, recuerda que el Tabernáculo sigue ofreciendo recitales diarios y que muchos de ellos están disponibles en línea.

Al final, lo que importa no es cuántas notas suenan, sino lo que despiertan en nosotros. Porque donde hay belleza, también hay un recordatorio del cielo.

Fuente: Church News 

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