Lo que podía haber sido una experiencia llena de resentimiento, odio y venganza tomó una dirección contraria cuando el padre de una niña de 10 años tuvo un gesto inesperado hacia la persona que le había hecho daño a su pequeña hija.
Todo sucedió el 15 de abril en la ciudad de Curitiba, Brasil. Ágata cruzaba la pista para recoger su pelota cuando de pronto fue atropellada por un vehículo dejándola gravemente herida.
La pequeña Ágata rápidamente fue llevada de emergencia al hospital más cercano, pero el conductor responsable de la tragedia quedó impactado por lo sucedido.
En su desesperación, se llevó las manos a la cabeza y dejó caer las lágrimas. El padre de la niña, que acudió al accidente lo más rápido que pudo, al ver la escena tomó una decisión que para muchos sería sumamente difícil. Él decidió consolarlo.
Aquel padre le dijo:
“No tengo que perdonarte. ¿Atropellaste a mi hija porque querías? No lo hiciste porque querías. Fue un accidente. Por eso, todo lo que te pido, de corazón, es que ores. Ores por mi hija, para que le vaya bien y sobreviva”.
Lejos de culpar al hombre, el padre de Ágata consoló y abrazó al joven y demostró con sus acciones un amor igual al de Cristo. Aquel simple acto dejó a todos sorprendidos y conmovidos.
“El perdón no es siempre instantáneo…[pero] llega con mayor facilidad cuando… tenemos fe en Dios y confiamos en Su palabra[…] Si somos capaces de perdonar a aquellos que nos han causado dolor y daño, nos elevaremos a un nivel mayor de autoestima y de bienestar”.– James E. Faust
Cuando se le preguntó al padre de la niña por qué actuó de esa manera, él expresó:
“Vi que había sinceridad en su corazón. No era momento de pelear, teníamos que abrazarnos y ayudarnos”.
Aquel ejemplo de compasión fue compartido en las redes y nos enseña que, a pesar de que perdonar no siempre es fácil, puede brindarnos la oportunidad de ayudar a otros.
“El perdón es liberar la energía que antes se consumía en tener rencores, guardar resentimientos y avivar heridas que no han sanado, y luego darle un mejor uso. Es descubrir una vez más la fortaleza que siempre tuvimos y usar nuestra capacidad ilimitada para comprender y aceptar a otras personas y a nosotros mismos”.- Sidney Simon
Fuente: razoesparaacreditar.com