La emotiva razón por la que un padre pinta los peluches de sus hijos cada año

Nota del editor: Esta es la historia de un cariñoso padre que decidió darle más significado a los regalos navideños.

La Navidad, cuando somos niños, significa recibir un regalo que pasa en un instante, pero cuyo recuerdo nos acompaña con nostalgia el resto de nuestras vidas. Sabemos que esos momentos son breves y que la magia de la infancia vuela rápido, dejando solo destellos en la memoria.

Como pintor, gran parte de mi trabajo ha sido capturar ese viaje hacia los recuerdos, y en las últimas navidades quise encontrar una forma especial de ayudar a mis hijos a preservar esa magia única de la Navidad. Mis hijos, como tantos otros, sienten un cariño profundo por sus peluches; esos pequeños compañeros son su refugio, su alegría y, en cierta forma, su primer vínculo de lealtad.

Así que, en las navidades pasadas, tomé mis pinceles y retraté a cada uno de sus peluches con la misma dedicación, respeto y detalle con los que pintaría a cualquier otro modelo. Quise que se sintieran vistos y entendidos, y que sus tesoros también fueran valorados en el arte.

Cuando vieron esos retratos, sus ojos se llenaron de asombro. Para ellos, fue como si su mundo imaginario se volviera real, un momento en que algo pequeño y querido se elevó al espacio de lo eterno.

La Navidad en la niñez significa tener un regalo y pasa de inmediato. Créditos: David Dibble

Cada uno de mis tres hijos tiene una colección de juguetes de peluche, pero quise pintar uno que tuviera un significado especial para ellos. 

Debido a la importancia del juguete, no podía simplemente llevárselo por una semana para pintarlo sin consecuencias significativas. Así que mis hijos tuvieron que saber del regalo sorpresa que iba a darles. 

Esto generó momentos tiernos mientras ellos traían su juguete especial al estudio, lo colocaban en el soporte improvisado y luego se sentaban a observar.

Esto generó momentos tiernos mientras ellos traían su juguete especial al estudio. Créditos: David Dibble

Rápidamente quedó claro que yo era un invitado en el mundo imaginativo de mis hijos, con un pase de visita siempre que me comportara y siguiera las reglas. Mi hija, en particular, estaba muy atenta al progreso de la pintura.

Se quedaba cerca, en parte para asegurarse de que su peluche no estuviera fuera de su vista por mucho tiempo y en parte para hacer correcciones: 

“Este color está demasiado oscuro, papá”. 

Y espero que, sin importar cuánto crezcan recuerden su fe en el niño de Belén. Imagen: Shutterstock

Yo continuaba pintando y sonreía con satisfacción cuando, al final, el fondo oscuro daba contexto a los otros colores, y mi hija proclamaba con conocimiento:

 “Sí, así está perfecto”.

Algún día, mis hijos tendrán sus propios hogares, donde espero que cuelguen estas pinturas. Espero que les sirvan de recordatorio de lo que sentía la Navidad cuando eran niños, un recordatorio de una época en la que creer en algo más allá de ellos mismos era algo natural.

Y espero que, sin importar cuánto crezcan recuerden su fe en el niño de Belén, quien, sé, trae algo que casi parece magia, no solo en Navidad, sino en la vida misma.

Fuente: LDS Living

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