En los primeros meses de mi matrimonio, mi esposo y yo tuvimos una discusión muy acalorada. Al final, prometimos que cada uno haría cambios en su persona
Ahí lo tienen. Una admisión de uno de mis muchos defectos. Si alguna vez te has sorprendido prometiendo no volver a hacer algo, o prometiendo empezar a hacer algo, y luego te olvidas por completo, eres de los míos.
Y aquí está otra razón por la que mi esposo es un santo: él realmente los hace. Yo normalmente digo que voy a cambiar, pero luego lo pienso mejor y decido quedarme como estoy.
Sin embargo, después de un tiempo, cambié gracias a estas palabras. En una ocasión, Martín, mi esposo, me miró y dijo:
“Cambia de perspectiva, ¿y si yo hiciera lo que estás haciendo?”
Fue uno de esos momentos donde realmente vi las cosas desde su punto de vista y, desde ese entonces, ahora lo utilizó incontables veces.
Tan pronto como pienso que él está equivocado en algo, me digo a mí misma:
“Ponte en su lugar”.
Y tengo una perspectiva completamente diferente, Él ya no me parece irracional, sino comprensible y de repente veo mis propias acciones que necesitan cambiar.
Digamos que uno de ustedes paga las cuentas y el otro gasta demasiado. Intercambien roles por un mes y ¡vaya, qué ayuda!
De repente, ambas personas entienden la frustración de no tener suficiente dinero para pagar las cuentas y reconocen la diferencia entre gustos y necesidades.
¿Uno de ustedes se encarga de todo el cuidado de los niños? Intercámbiense los roles.
A nadie le gusta ser el padre malo mientras que la otra persona llega solo para los momentos de diversión.
Hablen juntos sobre la disciplina, las reglas, las recompensas y otra decisión que debería tomarse como pareja en lugar de unilateralmente. Apuesto a que obtendrán una enorme comprensión del punto de vista del otro.
Digamos que tu esposo es un poco coqueto. Él lo niega e insiste en que solo es amigable, pero aplica el “ponte en su lugar”.
¿Le gustaría que su esposa actuara de esa manera con otros hombres?
De repente, él verá sus acciones a través de una nueva perspectiva y podrá darse cuenta de que está cruzando una línea. Tal vez incluso se dé cuenta de cuánto anhela aprobación y busque ayuda profesional para resolverlo.
Esta técnica de “ponte en su lugar” funciona con cualquier pareja.
Uno mejora, otro es más puntual, otro es más trabajador, otro mantiene una estilo de vida más ordenado, otro es más indulgente, a uno le gusta socializar más que al otro, etc.
Entonces, cuando surge una diferencia, no solo decidas que tu cónyuge está cometiendo un error y que necesita cambiar. Intenta cambiar de perspectiva, ponte en su lugar.
Esta técnica también funciona con los niños. Ver las cosas desde su perspectiva es una gran revelación. Pedirle a un niño que pase horas haciendo una tarea es algo que un adulto podría manejar, pero no un niño pequeño.
Tal vez divídelo en secciones. Tal vez vea hay otra manera de hacerlo y esta vez divertida.
En el trabajo, ponte en los zapatos de tu jefe o de tu compañero. Intenta ver las cosas desde su punto de vista.
A veces nos quedamos tan pegados a nuestra forma de hacer las cosas que olvidamos que puede haber otras maneras igual de buenas
¿Dos personas organizarían una cocina exactamente de la misma manera?
Probablemente no, pero ambos métodos podrían funcionar perfectamente. Todos tenemos tareas “favoritas” y “menos favoritas” cuando limpiamos. Alguien más podría empezar de otra manera, y eso está bien.
Algunas personas ahora se casan más grandes y tiene sus pros y sus contras. Por un lado, ya saben lo que quieren, pero por otro, a veces les cuesta cambiar sus costumbres. En una relación, es importante crecer juntos y estar dispuestos a aprender cosas nuevas.
El élder James E. Faust habló del ego y el orgullo:
“[Son] enemigos ambos del gozo pleno del Espíritu de Dios y de la actitud humilde ante Dios. El egoísmo no deja que marido y mujer se pidan perdón mutuamente; impide que disfruten plenamente de la ternura de un amor superior.
El egoísmo a menudo impide que padres e hijos se entiendan y aumenta nuestra idea de que somos una persona importante y valiosa; nos ciega ante la realidad. El orgullo nos impide confesar al Señor nuestros pecados y errores y esforzarnos por llegar al arrepentimiento”.
El matrimonio nos prepara para nuestro hogar celestial. Al ceder más a menudo, al pensar en cómo se siente la otra persona, están agregando parte del mismo en su matrimonio.
El presidente Ezra Taft Benson dijo una vez:
“El secreto de un matrimonio feliz es servir a Dios y servirse mutuamente. La meta de un matrimonio es lograr la unión y ser uno, así como el desarrollo individual. Paradójicamente, cuanto más nos sirvamos el uno al otro, mayor será nuestro progreso espiritual y emocional”.
Cuando hagas un cambio porque puedes verlo desde la perspectiva de la otra persona, te sorprenderás de lo fácil que fue. La recompensa será un matrimonio duradero, lleno de empatía y comprensión invaluable.
Fuente: Meridian Magazine