En la sesión de mujeres de la Conferencia General, el Presidente Nelson habló acerca del acceso de las mujeres al poder de Dios, o poder del sacerdocio.
Nos suplicó que comprendamos que “los cielos están abiertos de igual manera para las mujeres que han sido investidas con el poder de Dios que procede de sus convenios del sacerdocio como para los hombres que poseen dicho sacerdocio” (“Tesoros espirituales”, Conferencia General, octubre de 2019).
Piensa en el significado de esa declaración. ¡Los cielos están abiertos para TI y para mí, mis queridas hermanas! El Presidente Nelson dijo: “Hermanas, ustedes tienen el derecho a recurrir libremente al poder del Salvador para ayudar a su familia y a otros seres queridos”.
Tienes el derecho, y yo agregaría, como hija de Dios que guarda sus convenios, la responsabilidad, de recurrir al poder de Jesucristo para bendecir tu vida y la vida de tus seres queridos. Imagina cómo comprender estas promesas e invitaciones proféticas puede cambiar tu vida.
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Como miembros de la Iglesia de Jesucristo restaurada, los hombres y las mujeres reciben el poder del sacerdocio cuando participan de las ordenanzas del sacerdocio y guardan los convenios relacionados. Estos incluyen los convenios hechos en el bautismo y el templo.
Estar investido con el poder del sacerdocio, el poder de Dios, significa tener un mayor poder para avanzar en el cumplimiento de los propósitos de Dios. Nos permite progresar y avanzar en la vida. Se nos da el poder de usar nuestro libre albedrío para influenciar en los demás, para bien, en los propósitos autorizados del sacerdocio. El poder de Dios nos engrandece para llegar a ser más de lo que podríamos por nosotros mismos.
En una frase concisa, “El poder del sacerdocio es el poder espiritual que se utiliza para los propósitos del sacerdocio” (Wendy Ulrich, “Live Up to Our Privileges: Women, Power, and Priesthood” [2019], 9).
En su discurso, nuestro amado profeta expresó cómo anhela “que [las mujeres] comprendan que la restauración del sacerdocio es tan relevante para ellas como mujeres como lo es para todo hombre”. Nos suplicó como mujeres que “estudiemos con espíritu de oración todas las verdades que podamos encontrar sobre el poder del sacerdocio”.
¿Por qué? En mi opinión, a medida que estudiemos y oremos para obtener comprensión sobre este tema, los cielos se abrirán para nosotras y el Espíritu nos enseñará cómo aprovechar de manera más plena el poder del Salvador en nuestras vidas.
Como dijo el Presidente Nelson, no existe un manual sobre cómo hacer esto. La revelación viene a través del estudio personal y la oración. Sin embargo, Dios te hablará y te abrirá la mente sobre este tema, como lo ha hecho por mí. Mientras estudies y ores, me gustaría invitarte a considerar este tipo de preguntas:
- ¿Cómo actuaré de manera diferente por haber sido investida con el poder del sacerdocio?
- ¿Qué significa en mi matrimonio estar investida con el poder del sacerdocio?
- ¿Qué significado tendrá el poder del sacerdocio si mi hijo deja la Iglesia o si nos enfrentamos a una enfermedad grave?
- He recibido un don de poder: el poder para recibir revelación, el poder para actuar. ¿Cómo actúo de manera diferente? ¿Qué diferencia hace para mí?
Comprender la verdad revelada que el presidente Nelson compartió acerca de que “toda mujer y todo hombre que hace convenios con Dios y los guarda, y que participa dignamente en las ordenanzas del sacerdocio, tiene acceso directo al poder de Dios“ es un fundamento esencial para todo lo que hagamos en nuestras vidas.
Cuando comprendemos realmente que somos hijas de Dios bajo convenio con acceso al poder del sacerdocio, sabemos que podemos recibir la fortaleza para hacer lo que se nos pide en toda responsabilidad o asignación que sea nuestra.
¡A veces esas responsabilidades pueden ser bastante intimidantes! ¿Alguna vez te has sentido abrumada en un nuevo llamamiento? Así me sentí hace algunos años cuando me reuní con el Élder Robert D. Hales para ser apartada como miembro de la Mesa Directiva General de la Primaria.
Me sentí muy incapaz y abrumada por las próximas responsabilidades que al concluir mi apartamiento solo lloraba. No expresé mis pensamientos en voz alta. Pero, mientras intentaba secarme las lágrimas, el Élder Hales me miró con compasión y dijo con optimista convicción: “No pases un nanosegundo pensando en tus ineptitudes”.
Las palabras del Élder Hales me sorprendieron. De hecho, me centré en lo que me faltaba en lugar de confiar en los poderes del cielo para obtener la ayuda que necesitaba.
El Élder Hales me ayudó a comprender que cuando somos apartados, se nos da acceso al poder y la capacidad para hacer la obra del Señor. Tal como el Presidente Nelson nos enseña: “Cuando te apartan para servir en un llamamiento bajo la dirección de alguien que posee las llaves del sacerdocio, se te da la autoridad del sacerdocio para desempeñar ese llamamiento”.
Si bien nuestros sentimientos de insuficiencia son muy naturales, cuando somos apartados, se nos da la autoridad del sacerdocio para recibir revelación para bendecir la vida de aquellos a quienes estamos llamados a servir.
Toda hermana que guarda sus convenios tiene acceso al poder de Dios, para bendecir a su familia y seres queridos. Además, cuando somos apartados para realizar una tarea específica en la Iglesia, también se nos da autoridad para actuar en esa capacidad y recurrir al poder de Dios para bendecir a aquellos dentro de nuestra mayordomía.
Nuestro Padre Celestial es generoso con Su poder y desea compartirlo con aquellos que están dispuestos a realizar Su obra a Su manera. Lo que me sorprende es que estas bendiciones son casi desproporcionadas con respecto a los pequeños actos que se requieren de nosotros para recibirlas.
Tengo muchas ansias de estudiar con espíritu de oración todas las verdades que pueda encontrar sobre el poder del sacerdocio, comenzando con Doctrina y Convenios 25, 84 y 107, como nuestro profeta nos ha invitado.
Me siento muy agradecida por el profeta de Dios que nos guía y nos suplica que aprendamos a cómo recurrir al poder de Dios, que cambiará nuestras vidas.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Jean B. Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro, y fue compartido en churchofjesuschrist.org con el título “An Invitation to My Sisters: Draw Upon the Power That Is Yours”.