En las últimas semanas, el presidente Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha compartido en sus redes sociales mensajes breves y cercanos sobre lo que aprende en su estudio de las Escrituras.
En uno de sus videos recientes, habló de un pasaje que, según dijo, ha utilizado con frecuencia al dirigirse a jóvenes, pero que:
“Aplica a todos, a ti y a mí, y también a quienes en los primeros días de la Restauración tenían montañas que escalar y ríos que cruzar”.
La referencia es Doctrina y Convenios 64:29, 31–34, un conjunto de versículos que, para el presidente Holland, transmiten seguridad, ánimo y visión sobre nuestro papel en la obra del Señor.
Somos agentes del Señor
Comentando los versículos 29 y 31, explicó que en el lenguaje comercial del siglo XIX, un “agente” representaba al dueño de un negocio y tenía autoridad para actuar en su nombre.
“Eres un agente de los negocios del Señor… La implicación es que tus palabras serán seguras y no puedes fracasar, porque lo representas a Él”.
Recordó también que “todas las cosas deben acontecer a su tiempo”, y que eso incluye confiar en los procesos del Señor incluso cuando los resultados no son inmediatos.
De cosas pequeñas a grandes
En el versículo 33, la invitación es a no desanimarse:
“No os canséis de hacer lo bueno, porque estáis echando los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las que son grandes”.
Sobre esto, el presidente Holland señaló que, aunque nuestra contribución pueda parecer mínima,“sí importa. Así se ha construido cada gran obra”.
Y recalcó:
“Ustedes son agentes de los negocios del Señor, que es la empresa más segura del mundo, el proyecto más cierto que se haya emprendido en esta última y más grande dispensación”.
Finalmente, citó el versículo 34:
“He aquí, el Señor requiere el corazón y una mente dispuesta; y los dispuestos y obedientes comerán del bien de la tierra de Sion en estos postreros días”.
Para el presidente Holland, esta promesa es clara:
“Me encanta —éxito garantizado. Dale al Señor tu corazón. Dale al Señor tu mente. Estudia en las Escrituras o en las palabras de los profetas tanto como ves televisión o estudias para la escuela”.
Con cariño, concluyó:
“Los amo. Sé que estos principios son verdaderos. Sé que Sus palabras son seguras y no fallarán”.
Fuente: LDS Living
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