En redes sociales circula una imagen que ha capturado la atención de miles: un hombre con tatuajes, chaqueta de cuero y una sonrisa sincera estrecha la mano de una misionera. A su lado, otra joven misionera observa la escena con alegría. Aunque la imagen no es real, fue generada por inteligencia artificial, el impacto que ha tenido es profundamente humano.

¿Por qué conmueve tanto? Tal vez porque nos muestra una escena que, aunque idealizada, es absolutamente posible. Una escena que, más allá de la tecnología, refleja el evangelio tal como fue enseñado por Jesucristo: sin prejuicios, sin barreras, sin condiciones.

La fe no tiene uniforme

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Durante mucho tiempo, algunos han pensado que para acercarse a Dios hay que “verse” de cierta manera. Esta imagen rompe ese molde.

El hombre con tatuajes no representa una amenaza, ni un “caso difícil”, sino a alguien que ríe, saluda y está abierto a una conversación. En otras palabras: alguien como tú y como yo.

La ropa, los tatuajes o el pasado no definen el valor de una persona. Jesús no escogió a sus discípulos entre los perfectos. 

Él se sentó con publicanos, sanó a leprosos y habló con marginados. El evangelio no fue diseñado para los que “ya encajan”, sino para todos los que desean encajar en el plan de Dios.

misioneros; misioneros caminando
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Aunque esta escena no ocurrió en la realidad, muchos han compartido la imagen porque sueñan con que sí sea real. Porque quieren pertenecer a una Iglesia donde nadie se sienta fuera de lugar por cómo luce, habla o vive. Porque desean que el mensaje de “ven tal como eres” no sea solo un lema bonito, sino una práctica constante.

Esta imagen nos a desafía:

  • ¿Saludamos con esa misma calidez?
  • ¿Damos espacio para que otros se acerquen al evangelio desde sus propias experiencias?
  • ¿Creemos, de verdad, que todos pueden cambiar, crecer y sentirse amados?

La inteligencia artificial puede generar rostros, gestos y lugares. Pero el mensaje que transmite esta imagen no fue creado por algoritmos: viene de un anhelo real. El anhelo de ver a la Iglesia como un hogar para todos. Y aunque la foto no tenga fecha ni autor, su invitación es clara: abrir el corazón.

Porque al final, lo más importante no es si la imagen es real. Lo que realmente importa es si estamos dispuestos a hacerla realidad.

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