Hace poco un misionero retornado se encargó de llevar a un grupo de jóvenes a una actividad. Este misionero retornado pasó gran parte del tiempo manejando mientras le contaba a los jóvenes sus experiencias en la misión.
Uno de los jóvenes le dijo más tarde a su obispo:
“Cuando me subí al auto, no tenía planeado servir en una misión. Cuando salí, estuve totalmente seguro”.
Los misioneros retornados pueden marcar una diferencia en la vida de los jóvenes.
Estas son 3 preguntas que todo líder debe hacer a sus misioneros cuando retornen, y también cada misionero retornado debe hacerse al regresar a casa.
1. ¿Estás yendo regularmente al templo?
Durante nuestro tiempo en la misión, nos dedicamos a elevar la vida de las demás personas y la nuestra también.
Servir en el templo nos ayuda a guardar nuestros convenios con Dios y Jesucristo, colocándolos en el centro de nuestra mente y nuestro corazón.
Además, no podemos elevar a otras personas si no estamos espiritualmente en lugares elevados.
El templo es el lugar perfecto para desarrollar nuestro enfoque y mira en Cristo, nuestro Salvador y buscar su gracia. El templo es el lugar más elevado en toda la Tierra.
2. ¿Cómo podrías liderar u orientar y enseñar a los jóvenes y niños en tu barrio y familia?
Además de elevar vidas, en el tiempo como misioneros y misioneras, hicimos buenas amistades. Viajamos kilómetro y kilómetros para enseñar a numerosas personas que finalmente se convirtieron en nuestros amigos.
No necesitamos un llamamiento o una placa con el nombre de “Élder” o “Hermana” para llegar a los jóvenes que necesitan de buenos ejemplos y guía en su vida.
Hay personas que nos necesitan tanto en la misión como en los lugares donde regresemos después de ella.
3. ¿Has pensado en tomar la decisión de ser un consejero en el PFJ?
Más de 200,000 jóvenes participaron del programa “Para la Fortaleza de la Juventud” en todo el mundo durante el último año.
Cuando se les preguntó qué les gustó más, respondieron que fueron los juegos, los bailes, las reuniones de estudio de las Escrituras, e incluso los testimonios.
Sin embargo, una de las respuestas más repetidas y sinceras eran: “Amamos a nuestros consejeros”.
Los jóvenes siempre buscan un modelo a seguir, algo que los inspire, y no hay nada mejor que un joven que puede vivir el evangelio y divertirse al mismo tiempo.
Ser un consejero en la convención del PFJ es un gran privilegio.
Somos lo suficientemente jóvenes como para que los más jóvenes presten atención a nuestras palabras. Nosotros hemos pasado por sus desafíos y tentaciones, por ello los entendemos.
Hemos escogido mantener nuestra fe y podemos enseñarles, podemos enseñarles de que si nosotros lo conseguimos, ellos también podrán hacerlo.
Esta experiencia será la más cercana a servir una misión. Será como tocar el cielo.
Fuente: The Church News