Dieter esperaba con ansias escuchar atentamente los discursos de la conferencia general. Al iniciar, intentó estar lo más atento posible a cada uno de estos discursos, sin embargo, su autismo le dificultaba concentrarse.
Se movía en el sillón, jugaba y corría dentro de la sala. Luego de esto, observó la manera en que su papá prestaba atención a cada orador.
Dieter, también quería prestar atención. Pensando en esto, se le ocurrió llevar sus materiales de arte y a la vez dibujar para escuchar atentamente los mensajes.
Mientras pintaba, escuchó que el élder Jeffrey R. Holland compartía la historia de cuando Jesús le pidió al joven rico que donara todo su dinero a los pobres.
Fue el inicio de una gran aventura.
“Mamá, quiero pintar un búho, ¿puedes dibujar uno para mí?”, dijo Dieter.
“Claro”, dijo su mamá.
Dieter pintó las alas del búho, hizo algunas plumas entre marrones y naranjas. Mientras pintaba, escuchaba los otros discursos; incluso cuando todo terminó, él siguió pintando.
Quería que el búho sea perfecto.
Cuando terminó, le enseñó el búho a su mamá, le comentó la idea de poder venderlo y poder ayudar a las personas más necesitadas.
“Veamos qué podemos hacer”, dijo su mamá.
La mamá ofreció el dibujo en sus redes sociales y comentó que ese dinero iba a ser utilizado para ayudar a un refugio de personas sin hogar.
Un restaurante cerca de su casa solicitó comprar la pintura y expresaron que iban a pagar 10 veces más de lo que se había establecido.
Otras tiendas también pidieron sus pinturas. ¡Dieter tenía más trabajo que hacer!
Su mamá le ayudaba a trazar más animales mientras que él los pintaba. Pintó un lobo, un león y una orca. La orca era una de sus favoritas, la llamó “Otis la Orca”.
Dieter estaba orgulloso de que a las personas le gustaran sus cuadros, pero estaba aún más contento de poder ayudar a los demás, gracias a los mensajes de la conferencia general.
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