Viajar largas horas en bus y cruzar en ferry el mar Báltico podría parecer cansado, pero para un grupo de cerca de 100 miembros de la Iglesia en Lituania fue una experiencia inolvidable.
Ellos se dirigían al Templo de Helsinki en Finlandia, un lugar sagrado que para muchos era su primera visita y, para otros, el regreso esperado después de varios años.
Un viaje con propósito

Los miembros del Distrito de Vilna, que reúne a las cinco ramas del país, emprendieron su travesía en agosto. Fueron 13 horas en bus atravesando Letonia y Estonia, seguidas de un ferry que los llevó a tierras finlandesas, sin embargo, más que un viaje físico, fue un camino espiritual compartido.
Durante el trayecto, los santos conversaban, jugaban y compartían comida, creando un ambiente de unión y alegría.
Al llegar, se hospedaron cerca del templo y comenzaron de inmediato con lo más importante: servir en la casa del Señor.
Muchos llevaron nombres de sus antepasados para hacer la obra vicaria, y algunos recibieron sus propias ordenanzas por primera vez.
Primeras experiencias en la casa del Señor

El presidente del distrito, Miguel M. Rissi, describió esos momentos como milagrosos.
“Ver a los miembros entrar al templo con una sonrisa de oreja a oreja fue algo especial”
La belleza del lugar y su simbolismo dejaron una profunda impresión en cada uno. Su esposa, la hermana Marina Moreira Rissi, vivió una experiencia muy personal al realizar la obra por una tía que había fallecido.
Los presentes en la sesión testificaron que el Espíritu se sintió fuertemente, confirmando que las ordenanzas fueron aceptadas.
Durante la semana también hubo devocionales y reuniones donde los miembros compartieron testimonios y gratitud.
El presidente Rissi destacó que en esos días se sintió cómo el Señor unió sus corazones y les ayudó a verse unos a otros con más amor y paciencia. No solo se fortaleció la fe individual, sino también el compañerismo y la amistad dentro del distrito.
Una Iglesia pequeña, pero fuerte

Aunque la Iglesia en Lituania aún es pequeña, con solo cinco ramas, su historia es inspiradora. El evangelio llegó allí a inicios del siglo XX, y después de los desafíos de la guerra y los años bajo la Unión Soviética, los misioneros regresaron en 1992. En 1993, el entonces élder M. Russell Ballard dedicó la tierra para la predicación del evangelio.
Hoy, los miembros siguen escribiendo esa historia con fe y perseverancia. Este viaje al templo no fue solo una visita, sino un cimiento para el futuro crecimiento de la Iglesia en Lituania. Como expresó el presidente Rissi, el Señor necesita a Su pueblo dispuesto a servir con más bondad, paciencia y amor.
Tal vez no siempre podamos viajar largas distancias, pero la experiencia de nuestros hermanos en Lituania nos recuerda que cada visita al templo fortalece nuestro testimonio y nos acerca a Cristo. El templo es un lugar donde encontramos paz, claridad y propósito.
Que su ejemplo nos inspire a buscar con más diligencia esas bendiciones eternas, aprovechando cada oportunidad de entrar en la casa del Señor.
Fuente: Church News



