Solía ser una persona impaciente, no me gustaba sentarme y esperar. Luego, conseguí un trabajo en un restaurante.
“Esperar” tomó un nuevo significado, ciertamente no significaba quedarse sentado.
Atender mesas significaba que tenía que recordar las solicitudes detalladas de docenas de clientes simultáneamente, desde órdenes de alitas de pollo picantes hasta otras que no tenían picante, que no tengan hueso, ni gluten.
Significaba aprender todo el menú y los platos de memoria, saber de bebidas, rellenar las cestas de palomitas de maiz y asegurarme de que todo esté en orden. Tenía que hacer las cosas rápido, con astucia y de manera que fuera del agrado de los demás.
Sigo siendo impaciente. Esperar a que eso cambie estaba tomando demasiado tiempo.
No obstante, lo más revelador de mi tiempo como mesera, fue la idea de qué esperar significa mucho más de lo que pensaba, especialmente en la fe.
¿Qué significa “esperar en el tiempo del Señor”? A través del estudio y la experiencia de vida, he llegado a creer que “esperar” espiritualmente es inspirador, empoderador y, en última instancia, transformador. No es para nada desalentador.
Esperar es activo
A menudo escuchamos o leemos versículos sobre “esperar en el Señor” en el contexto de ser pacientes en nuestro sufrimiento:
“Sufrid con paciencia vuestras aflicciones, y os daré el éxito”. (Alma 26:27)
Claro, el Señor nos anima a esperar fielmente el alivio de las bendiciones prometidas, esperamos y vigilamos su regreso.
Deseamos que se cumplan las profecías, que pasen las pruebas, pero según sus enseñanzas radicales y transformadoras, dudo mucho que Jesucristo espere que nos quedemos sentados.
Esperar que las semillas de fe produzcan fruto, por ejemplo, requiere “diligencia” en “nutrir la palabra”, cuidarla y regarla para que las raíces se enrosquen firmemente en el suelo de tu alma.
“[Y] he aquí que con el tiempo recogeréis su fruto… y comeréis de este fruto hasta quedar satisfechos, de modo que no tendréis hambre ni tendréis sed”. (Alma 32:42)
Me gusta eso, “poco a poco”. En otras palabras, “a medida que pase el tiempo”, habrá fruto para sostenerte continuamente. Disfruta del delicioso fruto a medida que avances, y tendrás la energía para seguir cultivando.
Esperar es empoderado
Además de ser activo, esperar es empoderado, incluso el origen de la palabra es inspirador, en francés antiguo de los años 1400, la palabra “esperar” en realidad significaba “defender; observar con cuidado; estar despierto; ser fuerte y comprometido”.
En ese contexto, “esperar en el Señor” de repente se vuelve mucho más atractivo, toma la conocida garantía de Isaías y reemplaza “esperar en” con cualquiera de esas frases sinónimas:
Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán (Isaías 40:31).
Nuestra definición más actual de esperar como “permanecer en un lugar” o “atender las necesidades de alguien” no llegó hasta siglos después.
Sin embargo, aun así, en el contexto de “atender” a alguien para satisfacer sus necesidades y seguir sus instrucciones, “pero los que [atienden las órdenes] del Señor…” resulta emocionante.
Como siervos atendiendo las órdenes de nuestro Maestro, se nos promete la fuerza para elevarnos por encima de la atracción gravitatoria de la vida mortal.
La obediencia a sus mandamientos nos empodera para ascender hacia arriba, hacia el cielo. Y como la espera, la obediencia sumisa es ennoblecedora:
“Y sabrás que yo soy Jehová, porque no serán avergonzados los que esperan en mí”. (Isaías 49:23)
La sumisión al Señor cultiva la certeza en Él. Esperar y someterse a sus mandamientos es, sin duda, la forma más activa y deliberada de afrontar la vida, el Señor llama a un pueblo de convenio que ame y eleve a los demás, él llama a pacificadores y recolectores, él llama al esfuerzo.
Esperar es transformador
Mientras atendía mesas en el restaurante, las recompensas de mi trabajo eran recurrentes. También lo eran mis errores, en una sola noche, ganaba momentos de risa encantadora, recolectaba propinas favorables de algunos clientes y me estremecía ante la decepción molesta de otros.
Pero no tenía tiempo para pensar en mis errores, todo lo que tenía era tiempo para tomar notas mentales rápidas sobre cómo mejorar mientras saludaba a la siguiente mesa llena de clientes.
Tengo la sensación de que es lo mismo que esperar en el Señor. Las recompensas de comprometerse activamente con sus mandamientos vienen una y otra vez, al igual que las lecciones aprendidas. En mi opinión, es una forma emocionante y energizante de conocerlo y entender cómo trabaja.
“Espera en Jehová; esfuérzate, y él alentará tu corazón. Sí, espera en Jehová.” (Salmo 27:14).
Fuente: LDS Living
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