El pasado sábado 14 de agosto, un terremoto de 7,2 grados de magnitud sacudió el país de Haití, dejando devastación y escombros en muchas ciudades y pueblos del sur del país.
Al momento se han reportado más de 1,941 personas fallecidas, 9,900 están heridas y miles más siguen desaparecidas, según la Protección Civil de Haití.
En los días posteriores al terremoto inicial, las réplicas de hasta 5,6 en la escala de Richter también han afectado al país.
Decenas de miles de haitianos, incluidos miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se han quedado sin hogar después del terremoto y numerosas tormentas tropicales han obstaculizado los esperados esfuerzos de rescate.
Gethro Nerosil, presidente de la Misión Haití, Puerto Príncipe, informó ese mismo día que todos los misioneros Santos de los Últimos Días que sirven en Haití se encuentran a salvo y que aquellos que estaban en las áreas más afectadas fueron trasladados a lugares más seguros.
Bajo la dirección de la Presidencia del Área, el élder Hubermann Bien-Aimé y el élder Paul H. Jean Baptiste han organizado un comité de emergencia para monitorear y manejar la situación y dirigir los esfuerzos y la ayuda con el fin de satisfacer las necesidades de los residentes y las comunidades.
Mackenson Noel, Gerente local de Bienestar y Autosuficiencia, dijo que la primera entrega de recursos de alivio (alimentos, agua y tiendas de campaña) está en camino a los miembros de la Iglesia y las comunidades afectadas.
Los líderes de la Cruz Roja, Rotary Club International y de la Iglesia ayudarán con la distribución de las mismas.
La Presidencia del Área del Caribe también ha pedido que tengan en cuenta en sus oraciones a los afectados, así como oportunidades de servir al pueblo de Haití, tanto ahora como en el futuro, a medida que el país y sus residentes se recuperan de este desastre.
El élder Paul H. Jean Baptiste, de los Setenta, expresó:
“Es algo muy difícil para todos, por supuesto, pero podemos aferrarnos y acercarnos al Señor. El sufrimiento trae humildad mediante la oración.
La idea es tratar de comprender que hay un propósito. Él sabe todo lo que nos sucede. Como ha dicho el presidente Russell M. Nelson: ‘La fe nos da poder para hacer cosas que nos parecen imposibles’”.
Fuente: ldsliving.com