¿Cómo funciona el tiempo de Dios? ¿Cómo puede escuchar todas nuestras oraciones a la vez?

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En los últimos años, hubo una proliferación de historias, libros y películas que trataban sobre la percepción del tiempo. Algunos trataron del tiempo o un viaje interestelar. Otros, se centraron en la relatividad del tiempo o su paso durante los sueños. Pero, ya seas un físico de partículas o un adicto al cine, parece que en cada alma existe un deseo, incluso una sed, por encontrar el significado y nuestro lugar en este concepto desconcertante que llamamos tiempo.

El Élder Neal A. Maxwell observó:

“Claramente, el tiempo no es nuestra dimensión natural. Por eso es que nunca estamos en casa a tiempo. Alternativamente, deseamos impacientemente acelerar el paso del tiempo o detener el amanecer. Por supuesto, no podemos hacer nada. Mientras los pájaros se encuentran en casa en el aire, claramente nosotros no estamos en casa en el tiempo – porque pertenecemos a la eternidad”.

¿Qué es lo que ya sabemos acerca del tiempo de Dios?

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En el libro de Alma se nos da una idea de la naturaleza del tiempo de Dios: “Ahora bien, nada importa si hay más de una época señalada para que resuciten los hombres, porque no todos mueren de una vez, y esto no importa; todo es como un día para Dios, y solo para los hombres está medido el tiempo” (Alma 40: 8).

De manera similar, José Smith enseñó:

“El gran Jehová contempló todos los acontecimientos relacionados con la tierra, en lo que al plan de salvación concierne, antes que ésta llegara a existir o aun antes que ‘todas las estrellas del alba’ alabaran con regocijo [Job 38:7]; lo pasado, lo presente y lo futuro fueron y son, para Él, un eterno ‘hoy’”.

En resumen, Dios experimenta el tiempo de manera diferente a la nuestra. Para nosotros, vivimos en el presente, el pasado se acabó, y el futuro está por venir. Pero, de una manera que no comprendemos completamente, Dios vive en el pasado, el presente y el futuro, todo al mismo tiempo. Él existe fuera de lo que conocemos como tiempo lineal. Es por eso que la declaración de Alma de que “solo para los hombres está medido el tiempo” es profundamente precisa.

¿Cómo sabe Dios lo que vamos a hacer antes de hacerlo?

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Con suerte, un día sabremos más acerca de cómo las teorías científicas encajan con las leyes eternas de Dios. Pero, aunque todavía hay muchas cosas que no sabemos, lo que podemos decir con certeza es que el tiempo es relativo, tanto desde una perspectiva científica como desde una perspectiva del Evangelio. En Doctrina y Convenios, José Smith aborda este concepto:

“Respondiendo a la pregunta: ¿No se calcula el tiempo de Dios, el de los ángeles, el de los profetas y el del hombre, de acuerdo con el planeta en que residen? Contesto que sí” (DyC 130: 4 – 5).

A pesar de saber esto, los Santos de los Últimos Días con frecuencia se hacen la pregunta: “¿Cómo sabe Dios lo que vas a hacer antes de hacerlo?” y con frecuencia responden con algo como: “Es porque Él es padre, Él conoce tu personalidad muy bien y te ha visto hacer muchas otras elecciones que tiene una muy buena idea de lo que elegirás”.

Sin embargo, por más lógico que esto parezca, contradice a las Escrituras y los profetas vivientes. Dios no adivina, predice o anticipa lo que haremos. “Él ve en lugar de prever”, como lo dijo el Élder Maxwell, porque todas las cosas pasadas, presentes y futuras están continuamente ante Él.

Comprender el hecho de que Dios sabe todo porque Él ve todo al mismo tiempo puede impactar positivamente la manera en que entendemos otras doctrinas del Evangelio.

¿Cómo encaja el tiempo de Dios con la Creación?

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Entender el tiempo de Dios es valioso cuando se discute la doctrina de la Creación. En 2 Nefi 2: 21, aprendemos que debido a la transgresión de Adán, su “tiempo fue prolongado”, quizás sugiriendo que el tiempo lineal, tal como lo sabemos, no existía antes de la Caída.

Esta noción se fortalece en Abraham 5: 13: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque en la ocasión en que de él comieres, de seguro morirás. Ahora bien, yo, Abraham, vi que era según el tiempo del Señor, que era según el tiempo de Kólob; porque hasta entonces los Dioses aún no le habían señalado a Adán su manera de calcular el tiempo”.

Estas Escrituras indican que el tiempo terrenal, tal como lo conocemos, no solo comienza con la Caída de Adán, sino que las condiciones en el Jardín de Edén (y durante los periodos de Creación) fueron posteriores al “tiempo del Señor”,  donde el pasado, el presente y el futuro son todos uno.

Si bien es difícil para nosotros envolver nuestras mentes finitas en torno a ese concepto real, cuando consideramos sus ramificaciones, existen nuevas perspectivas que se pueden dar al concepto de creación.

¿Qué tiene que ver el tiempo de Dios con la Expiación?

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Comprender el tema del tiempo de Dios también da sentido a la doctrina de la Expiación, específicamente el sufrimiento que Cristo soportó por los pecados de la humanidad en el Getsemaní.

Con frecuencia, somos propensos a pensar que el Salvador tuvo un “momento” de mucho sufrimiento por todos los pecados a la vez. Sin embargo, como aprendemos de las Escrituras, Cristo sufrió por más de un pecado (véase Alma 7: 11 – 12). Él experimentó, de maneras que no podemos comprender completamente, todos nuestros pesares, dolores de cabeza, pruebas, alegrías y éxitos. En resumen, Él puede comprender completamente todas nuestras emociones y experiencias porque Él las experimentó directamente.

Desde el punto de vista del tiempo lineal, es difícil entender cómo esto podría suceder. Sin embargo, cuando uno considera las ramificaciones del tiempo de Dios donde el pasado, el presente y el futuro están presentes, comenzamos a comprender, al menos ligeramente, cómo Cristo pudo experimentar no solo una gran cantidad de sufrimiento al mismo tiempo, sino también lo que cada uno experimenta de manera individual. El Élder Merrill J. Bateman dijo una vez:

“Durante muchos años, consideré la experiencia que tuvo el Salvador en el jardín y en la cruz como lugares donde se colocó encima de Él un gran cúmulo de pecados y dolores. Gracias a Alma y Abinadí, [creo] que ya no es un cúmulo infinito, sino una corriente infinita de personas con quienes el Salvador se conoció estrechamente mientras sufría por nuestros pecados, dolores y aflicciones. Obvio que Él nos conoce a cada uno de nosotros, está preocupado por nuestro progreso y tiene la capacidad infinita de no solo curar nuestras heridas sino también de elevarnos al Padre como hijos e hijas santificados”.

Esta perspectiva no solo nos ayuda a comprender mejor los posibles aspectos operativos de la Expiación, sino que también nos da una mayor apreciación personal de ello.

C.S. observó:

“Dios no se apresura en la corriente del tiempo de este universo más de lo que un escritor se apresura en el tiempo imaginario de su propia novela. Él tiene una atención infinita para cada uno de nosotros. Él no tiene que lidiar con nosotros en el cúmulo. Estás solo con Él como si fueras el único ser que Él creó. Cuando Cristo murió, murió por ti de manera personal como si hubieras sido el único hombre en el mundo”.

¿Cómo Dios puede tener tiempo para escuchar todas nuestras oraciones?

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¿Cómo Dios escucha y responde todas nuestras oraciones a la vez? Volveré a citar a C.S. Lewis:

“Nuestra vida nos llega momento a momento. Un momento desaparece antes de que venga el siguiente; y en cada uno hay espacio para muy poco. Así es el tiempo. Y, por supuesto, ustedes y yo tendemos a dar por sentado que estas series de tiempo – esta disposición de pasado, presente y futuro – no constituyen simplemente la forma en que la vida llega a nosotros, sino la forma en que todas las cosas existen. Tendemos a asumir que todo el universo, y Dios mismo, siempre se están moviendo del pasado al futuro, igual que nosotros”.

“Dios no está en el tiempo. Su vida no consiste de momento que se siguen unos a otros. Si un millón de personas le están rechazando a las diez y media esta noche, Él no necesita escucharlas a todas en ese pedacito que llamamos las diez y media. Las diez y media – y todos los demás instantes desde el inicio del mundo – son siempre el presente para Él. Si quieres ponerlo así, Él tiene toda la eternidad para escuchar esa fracción de segundo de oración que dice un piloto mientras su avión se estrella en llamas”.

Ciertamente, podemos ver, con base en la explicación de Lewis, cómo las doctrinas de la omnisciencia de Dios, su tiempo, y la oración son complementarias. Cuando se toman fuera de contexto, es difícil comprender cómo Dios pudo atender a muchas de nuestras peticiones todo el tiempo, pero dado el panorama general, comienza a tener sentido.

Aunque es probable que nunca comprendamos el tiempo de Dios mientras estemos aquí en la mortalidad, hay una razón para las declaraciones de las Escrituras de Dios con respecto a esta doctrina. Tal vez, se nos dan vistazos temporales de realidades eternas que podríamos comenzar a afrontar en nuestra existencia limitada y lineal.

No obstante, hay mucho que podemos aprender al ver algunas de las doctrinas fundamentales del Evangelio a través de la lente fascinante del tiempo de Dios.

Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por C. Robert Line y fue publicado en ldsliving.com con el título “How Does God’s Time Work? How Can He Listen to All Our Prayers at Once?”

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