“Confía en el tiempo del Señor; Él sabe qué es lo mejor para ti y tu familia”.
He escuchado esa frase muchas veces y no tengo dudas de que es un testimonio verdadero. He escuchado historias de personas que han tenido que esperar las bendiciones del Señor durante un largo tiempo y las recibieron por su paciencia y confianza en Él.
Sin embargo, cuando se trata de mi vida, ¿por qué se me hace difícil aferrarme a esta verdad?
Desde que era niña, he amado planificar. Soy el tipo de persona que planifica lo que va a hacer con 2 meses de anticipación solo para asegurarme de que tendré el control de la situación.
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No obstante, en ocasiones, la vida nos recuerda que no siempre tendremos el control de las cosas. Habrá momentos en los que tendremos que confiar en el tiempo del Señor. Aprendí esta verdad aún mejor cuando decidí establecerme con mi esposo.
De repente, el trabajo con el que ambos soñábamos se lo dieron a otra persona, nuestro deseo de tener un hijo no se nos concedió y nuestra pregunta con respecto a dónde mudarnos definitivamente, quedó en el aire. El futuro parecía sombrío, al menos para mí.
A mi madre le encantaba recordarme una frase del Presidente Thomas S. Monson, “el futuro es tan brillante como tu fe”. Siempre tuve fe en el Señor y en Su plan para mí. Pero, confiar en Su tiempo era otra historia. ¡Era muy difícil esperar!
Recuerdo que en una Navidad, me sentí muy triste, ansiosa y sin esperanzas en el futuro. Los planes que hice para mí y mi futura familia parecían inalcanzables. Veía cómo los demás cumplían sus sueños y eran felices, ¿por qué no me sucedía eso a mí?
Entonces, con lágrimas en los ojos, comencé a orar y le pedí al Señor más fe para confiar en Su tiempo. Le pregunté si no era digna de Sus bendiciones prometidas. “Soy tu hija, ¿cierto? ¿Por qué mis planes no tienen resultados?”
Después de una oración sincera, sentí la impresión de leer un discurso que la hermana Neill Marriott dio en una Conferencia General, “Entregar nuestro corazón a Dios”. Una frase de su discurso me impresionó:
“He luchado para eliminar el deseo mortal de que las cosas sean a mi manera, finalmente dándome cuenta que mi manera es tan deficiente, limitada e inferior a la manera de Jesucristo. ‘Su camino es el sendero que lleva a la felicidad en esta vida y a la vida eterna en el mundo venidero’. ¿Podemos amar a Jesucristo y Su camino más de lo que nos amamos a nosotros mismos y nuestros planes?”
Me di cuenta de que estuve tan enfocada en “mí” plan y en “mí” tiempo que nunca intenté preguntarle al Señor qué había planeado para mí y mi familia.
Durante este proceso, mi fe en el tiempo del Señor vaciló. La preocupación excesiva por el fracaso de mis planes, me llevó a sentirme triste, frustrada y enojada. No pude darme cuenta de que necesitaba confiar más en Él y Su tiempo.
Después de esa experiencia de aprendizaje, todavía tuve algunas dificultades para ser fiel y positiva con respecto a Sus planes y Su tiempo. No obstante, cuando aprendí a confiar en Su tiempo, pude ver muchas bendiciones.
Las bendiciones pueden no haber sido tan grandes como las que recibieron las personas a mi alrededor, pero fueron muchas y fueron un testimonio de que el Señor estaba pendiente de mí, a pesar de que no confié mucho en Él y Su voluntad.
De esa experiencia, me convertí en testigo de que el Señor realmente tiene bendiciones reservadas para nosotros, pero debemos aprender a esperar.
Habrá momentos en los que simplemente tendremos que aprender a esperar ese trabajo soñado para sustentar a nuestras familias, la sanación para alguna enfermedad, el compañero eterno. A veces, los padres tendrán que aprender a esperar a que sus hijos regresen a la senda del Señor.
La vida está llena de momentos de espera y confianza en el tiempo del Señor. Retrasar nuestros planes no siempre es fácil, pero enseña una poderosa lección y ayuda a aumentar nuestra fe.
Agrego mi testimonio al del Élder Jeffrey R. Holland cuando dijo:
“Algunas bendiciones nos llegan pronto, otras llevan más tiempo, y otras no se reciben hasta llegar al cielo; pero para aquellos que aceptan el Evangelio de Jesucristo, siempre llegan”.
Sé que el tiempo del Señor es el mejor. Aún no se cumplen todos mis deseos, pero sé que si confío en Su voluntad, Él me los concederá. Él conoce nuestro pasado, presente y futuro; por lo tanto, Él sabe qué bendiciones darnos para nuestro bien.
Aprendamos a tener fe en el tiempo del Señor. Sé que es difícil, pero cuando veamos Sus bendiciones prometidas, nos daremos cuenta de que valió la pena esperar.
Fuente: Faith.ph