Recuerda que todo saldrá bien al final del día, no te agobies, ¡ten fe!

esperanza

La vida es hermosa cuando no nos sucede nada malo. El mundo que nos rodea es maravilloso cuando tenemos personas que se preocupan por nosotros y no nos falta nada.

Pero, ¿cómo nos sentimos cuando las cosas toman un curso diferente al que esperábamos?

En ese momento, la vida parece abrumadora y miserable. Los días felices que en algún momento tuvimos, parecen borrarse de nuestra memoria. ¿Qué podemos hacer? Tal vez, lo único que podemos hacer es aferrarnos a la esperanza y no solo me refiero a pensar de manera positiva, sino a tener una esperanza firme y valiente.

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El tipo de esperanza que se requiere no es para corazones débiles. Esta esperanza requiere coraje para creer, fuerza para continuar y determinación para no rendirse.

Se supone que nuestra esperanza nos ayude a sobrevivir a los días más oscuros y las tormentas más terribles de la vida. Para ello, necesitamos que nuestra esperanza esté sujeta a algo más fuerte que nosotros, algo más profundo que lo que vemos a nuestro alrededor.

Nuestra esperanza tiene mayor poder cuando nos enfocamos en los principios eternos y confiamos en Dios.

Mayormente la oscuridad y la monotonía de la vida son temporales. Las cosas tienden a salir bien al final del día. El Presidente Gordon B. Hinckley dijo:

“No es tan malo como a veces piensas. Todo tiene una solución. No te preocupes. Me lo digo cada mañana. Todo saldrá bien… deposita tu confianza en Dios y sigue adelante con fe y seguridad en el futuro. El Señor no te abandonará” (Ensign, octubre 2000).

Él es la razón de nuestra esperanza.

Hace poco, un hombre se enteró de que debía ser sometido a una operación para preservar su salud. Cuando se enteró de esta noticia, tres palabras vinieron a su mente una y otra vez: fuerte, positivo y lleno de esperanza.

Si bien estaba preocupado por su operación y recuperación, estaba decidido a ir al hospital con esas tres palabras en su mente y su corazón. Durante los siguientes tres meses de su recuperación, repitió esas tres palabras como una especie de lema para vivir: Fuerte. Positivo. Lleno de esperanza.

A medida que lo hizo, encontró en él la esperanza que no sabía que tenía. Se dio cuenta de que cada día había algo positivo por lo que sentirse agradecido. Descubrió que había una razón para tener esperanza en que las cosas mejorarían.

La vida no siempre es fácil, pero este hombre pudo darse cuenta de que aun así la vida es hermosa.

En estos momentos de tensión en el mundo, puede ser difícil mantener la fe y la esperanza, pero recuerda que al final del día todo se solucionará, ¡solo debemos ser fuertes, positivos y llenar nuestra alma de esperanza!

Fuente: Church News

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