Probablemente, todos tenemos un viajero interior cuyo sueño es visitar y descubrir todos los confines de la Tierra. Estas pueden ser nuestras “travesías” geográficas, pero seguramente nuestro espíritu también desea aventurarse en aquellas “travesías de descubrimiento espiritual”.
En la capital de Portugal, Lisboa, existe un monumento en forma de barco rodeado de ilustres personajes históricos de la Era Portuguesa de los Descubrimientos, cuando los navegantes europeos zarparon a tierras desconocidas entre los siglos XV y XVII a.C.
Viendo aquel monumento, podríamos preguntarnos cómo se habrán sentido todas aquellas personas que salieron y se aventuraron en aguas misteriosas y desconocidas.
¿Tenían miedo? ¿Qué era lo que esperaban descubrir?
De la misma forma, podemos ver que cada uno de nosotros también está en una aventura, una travesía de descubrimiento espiritual dentro del plan de salvación.
La totalidad de nuestra vida mortal se puede considerar como una travesía de descubrimiento espiritual, además de otras travesías que tengamos que navegar.
Algunas de esas travesías las escogemos, otras vienen de repente a nuestra vida, pero con cada una de ellas existe la posibilidad de acercarnos a Jesucristo.
Travesías intencionales
Nefi es uno de los mejores ejemplos sobre la búsqueda de conocimiento espiritual. Si recordamos, su padre Lehí tuvo una visión y Nefi anheló ver lo que su padre había visto.
Entonces, Nefi registró en su libro:
“Después que hube deseado conocer las cosas que mi padre había visto, y creyendo que el Señor podía hacérmelas saber, mientras estaba yo sentado reflexionando sobre esto, fui arrebatado en el Espíritu del Señor” (1 Nefi 11:1).
Los esfuerzos de Nefi no fueron en vano, fueron recompensados y él tuvo su propia visión, una maravillosa travesía de descubrimiento espiritual.
Él descubrió por sí mismo que:
“El que con diligencia busca, hallará; y los misterios de Dios le serán descubiertos por el poder del Espíritu Santo” (1 Nefi 10:19).
Igualmente, el presidente Russell M. Nelson es un excelente ejemplo de este tipo de travesías espirituales, incluso a sus casi 99 años de edad. Él compartió su experiencia durante una conferencia general:
“Leí y subrayé cada versículo acerca de Jesucristo que aparece bajo el encabezamiento principal y los 57 subtítulos de la guía temática. Cuando terminé ese emocionante ejercicio, mi esposa me preguntó qué efecto tuvo en mí. Le respondí: ‘¡Soy un hombre diferente!’”.
Mientras que Nefi tuvo una visión espectacular y fue arrebatado por el Espíritu, el presidente Nelson tuvo una experiencia con pasos pequeños y sencillos.
El presidente nos dio el ejemplo de cómo emprender nuestras propias travesías, incluso con nuestras escrituras, para hallar las bendiciones prometidas del Señor.
Ambos buscaron travesías de descubrimiento espiritual.
Travesías inesperadas
Algunas de nuestras experiencias espirituales más significativas no serán las que escojamos, tal como hemos visto en las historias anteriores.
A veces estas experiencias espirituales pueden ser las dificultades que un familiar o un amigo esté pasando, mientras que otras veces puede ser Dios dándonos nuestras propias experiencias inesperadas.
En ese momento, probablemente estemos cegados y pensemos que se nos ha colocado en un barco y este ha zarpado sin saber lo que sucederá más adelante: un divorcio que no veíamos venir, una enfermedad mental que cambió absolutamente todo, una pérdida devastadora, una crisis de testimonio, problemas financieros o las dolorosas decisiones de alguien cercano a nosotros.
Simplemente, hemos zarpado sin la oportunidad de empacar nuestra maleta y sin haber estudiado el mapa.
Estas travesías inesperadas no nos llevarán necesariamente de forma automática a un descubrimiento espiritual o nos acercarán al Señor, sino que debemos invitarlo con verdadera intención a realizar la travesía junto a nosotros.
Es por ello que debemos transformar esa experiencia estresante o dolorosa en una travesía de descubrimiento espiritual. Eso lo logramos al profundizar en la palabra de Dios con un propósito en específico.
Al realizar esto, convertiremos aquella travesía “inesperada” en algo intencionado.
Todas estas experiencias ayudarán a que nuestro entendimiento sobre las enseñanzas del Salvador crezca y nos acerquemos más a Él.
Mientras sigamos persistiendo, incluso si nuestro progreso parece inútil y diminuto, nuestros ojos de entendimiento se abrirán cada vez más y las pequeñas impresiones serán más visibles.
Finalmente, mientras continuemos realizando nuestras travesías intencionadas de descubrimiento espiritual, edificaremos nuestro testimonio de Jesucristo, el cual nos dará fortaleza para afrontar las travesías más difíciles e inesperadas de nuestra vida:
“Y me buscaréis y me hallaréis cuando me busquéis con todo vuestro corazón”. (Jeremías 29:13)
¿A dónde te llevará tu próximo viaje de descubrimiento espiritual? Sea dónde sea, ruego que te acerque más al Salvador.
Fuente: Meridian Magazine