“Nuestras manos no pueden arrojar piedras si estamos demasiado ocupados lavando los pies de nuestros prójimos”.
Y aunque esta reflexión parezca muy difícil de cumplir, el élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, realizó una invitación muy similar recientemente por redes sociales:
“Cada vez que leo el capítulo 13 de Juan, recuerdo el ejemplo perfecto del Salvador como pacificador. Jesucristo lavó amorosamente los pies de los Apóstoles. Luego leemos que “se conmovió en el espíritu” al pensar que alguien a quien amaba se preparaba para traicionarlo.
He tratado de imaginar los pensamientos y sentimientos del Salvador cuando Judas se marchaba. Jesús no habló más sobre los sentimientos que lo “conmovían” ni en cuanto a la traición.
Más bien, habló a Sus Apóstoles sobre el amor; y Sus palabras resonaron a lo largo de los siglos. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado […]. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros”.
Ruego que lo amemos a Él y nos amemos unos a otros; que seamos pacificadores como el Salvador.”