La oración es un regalo maravilloso de nuestro Padre Celestial
La oración es un regalo maravilloso de un Padre que extraña a Sus hijos.
El Padre Celestial nos dio esta increíble herramienta con la esperanza de que “llamáramos a casa” con frecuencia y no perdiéramos el contacto.
Sin embargo, la oración es más que una forma de mantenernos en contacto.
La oración es una forma de desbloquear los poderes del cielo, es la llave que abre un cofre del tesoro. De hecho, la oración puede propiciar milagros.
El verdadero propósito de la oración
El verdadero propósito de la oración es refinar tus deseos para que coincidan con los de Dios y servirle a Él.
La oración nos ayuda a ver las cosas desde una perspectiva eterna. De tal manera, pides ayuda para desarrollar las fortalezas que necesitas para cumplir con tus responsabilidades.
La oración te ayuda a descubrir lo que Dios desea para ti, no decirle a Dios lo que quieres para ti.
La oración no solo consiste en seguir un patrón
Muchos de nosotros aprendemos a orar siguiendo una lista básica de cuatro partes:
1. “Querido Padre Celestial”
2. Agradecer
3. Pedir
4. “En el nombre de Jesucristo, Amén”.
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Sin embargo, este es solo un bosquejo básico de una oración. Este esquema apenas describe cómo puede ser una oración.
Es simplemente una guía para aprender a orar y mantener el rumbo. Asimismo, nos recuerda que debemos orar a Dios en el nombre del Hijo. Cristo es nuestro intermediario, nuestro abogado ante el Padre. Es por Él que oramos a Dios Padre.
La oración es más que una lista de bendiciones para marcar
La oración puede ser mucho más que marcar la lista de bendiciones por las que estamos agradecidos y otras adicionales que nos gustaría recibir.
La oración puede enseñarnos acerca de Dios, nuestro lugar en este mundo. Además, nos ayuda a reconocer las bendiciones que hemos pasado por alto y los planes emocionantes que Dios tiene para nosotros. Incluso, nos da una perspectiva de cómo será el cielo.
Este regalo de Dios para nosotros puede limpiar nuestras almas y convertirnos en personas de asombrosa fuerza para superar las debilidades.
La oración nos salva de los malos sentimientos
Esta herramienta puede salvarnos del egoísmo y el pecado, nos permite mejorar nuestra salud y llegar al corazón de otras personas a millas de distancia.
Puede ayudarnos a superar el proceso de duelo cuando hemos sufrido una pérdida.
Puede ahuyentar la soledad.
Puede enseñarnos cosas más allá de nuestros sueños más locos. Puede, y ha cambiado, el curso de la historia.
La oración te permite conocer la voluntad de Dios para ti
La oración ferviente nunca está lejos de tus pensamientos. El deseo real de conocer la voluntad de Dios no termina cuando dices amén.
Los deseos de una oración juegan con tus pensamientos y los llevan a un plano superior.
Dios nos ha dado el mandamiento de orar desde el inicio de los tiempos
Dios nos ha dado el mandamiento de orar y lo ha hecho desde el principio.
Cuando Adán ofreció sacrificios, apareció un ángel y le preguntó por qué estaba haciendo eso.
Adán confesó que no sabía por qué; simplemente estaba obedeciendo el mandamiento de Dios. Entonces, el ángel le explicó que esto era a semejanza de Cristo:
“Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás” (Moisés 5: 8).
Siglos más tarde, Cristo enseñó “que los hombres deben orar siempre y no desmayar” (Lucas 18: 1).
Luego, en el continente americano, instruyó a los nefitas a “orar siempre” como protección contra Satanás, a orar por sus familias y en Su nombre (véase 3 Nefi 18: 15-21).
Alma aconsejó a Helamán a orar con frecuencia y en todas las cosas. Además, le aconsejó que se levantara por la mañana con el corazón lleno de gracias a Dios:
“Y si haces estas cosas, serás enaltecido en el postrer día” (Alma 37: 36- 37).
Orar nos trae gloriosas bendiciones
¡Qué excelente consejo y viene con la bendición más gloriosa posible: ser exaltado en el último día!
Cuán necios somos si desobedecemos los mandamientos de Dios. En especial, orar, ya que este acto puede traer mejora y gozo a nuestra vida.
Recibir el mandamiento de orar es como recibir la instrucción de respirar o comer.
La oración sostiene nuestra propia alma y si nos olvidamos de hacerla, nos marchitaremos espiritualmente; así como si nos olvidamos de comer, nos marchitaremos físicamente.
La oración nos anima a crecer, pero nos mantiene como niños.
Nos recuerda que el Maestro es el mejor para dirigir nuestro barco, no un mortal que aún no puede ver el panorama completo y mucho menos la cascada alrededor de la curva.
La oración nos ayuda a perdonar a los demás y encontrar la liberación de la esclavitud del resentimiento.
La oración nos enseña a enfocarnos en los demás, no solo en nosotros mismos.
La oración nos recuerda que tenemos un Padre Celestial amoroso que nos conoce en todo momento.
La oración nos enseña que Él quiere hacer milagros con nosotros. Esa puede parecer una tarea muy difícil. No obstante, sí llega a suceder.
La oración es nuestra mejor oportunidad. ¡No dejes de orar que los cielos se abrirán!
Fuente: Meridian Magazine