Historias de fe que inspiran. La dedicación del Templo de San Pedro Sula, en Honduras, congregó a cientos de fieles Santos de los Últimos Días que son un testimonio vivo del poder sanador del Evangelio de Jesucristo.
Uno de estos ejemplos fue Moisés Martínez, un hermano que lleva más de 20 años tetrapléjico y sirvió como secretario ejecutivo del comité de puertas abiertas del templo.
Aceptar los designios de Dios
A pesar de sus limitaciones físicas, relata que utilizó la tecnología para grabar y transcribir las actas de cada reunión, asegurándose de registrar cada detalle y garantizar una experiencia inolvidable para todos los visitantes.
El hermano Martínez trabajó en estrecha colaboración con los líderes de la Iglesia e hizo un “trabajo impresionante”, de acuerdo con Karen Rodas, directora de comunicaciones del Área Centroamericana de la Iglesia.
Fue y es un ejemplo de constancia y resiliencia para quienes lo acompañan y descubren su historia. Hace más de 20 años, en el 2003, Martínez regresaba a casa del trabajo cuando sufrió un accidente automovilístico y sufrió una lesión en la médula espinal.
Él y su esposa, Jackelin, llevaban casados casi cuatro años y en ese momento no sabía hasta qué punto su condición física sería permanente. Explicó:
“Pero sí sabía que con la fuerza del Señor y el apoyo de mi familia y amigos, podía superar cualquier prueba”.
Los verdaderos milagros
Unos años después, un amigo le preguntó a Martínez si realmente creía en los milagros, con la esperanza de que su fe fuera suficiente para poder caminar. Ayunó en varias ocasiones y le pidió al Padre Celestial que reconociera Su propósito con su prueba física.
A partir de esas experiencias, se dio cuenta de que el verdadero milagro no era volver a caminar, sino poder hacer muchas cosas a pesar de las limitaciones físicas.
En los últimos 21 años desde el accidente, Martínez ha servido en varios llamamientos de la Iglesia, incluyendo como maestro de la Escuela Dominical, consejero del obispado y presidente del cuórum de élderes.
Actualmente, se desempeña como secretario de la estaca San Pedro Sula. Tiene un trabajo de tiempo completo, está cursando una carrera universitaria en BYU-Idaho y disfruta de viajar con su familia.
Tras la dedicación del templo, Martínez expresó su profunda gratitud por tener una casa del Señor cerca de su casa y reflexionó sobre los pequeños milagros que pudo vislumbrar al trabajar al servicio de Dios.
“Para aquellos de edad avanzada y dificultades físicas, es una gran bendición”.
Vivir con cuerpos perfectos
“Estoy agradecido al Señor Jesucristo por las bendiciones que recibo, y solo puedo demostrar esta gratitud con obediencia y servicio en Su obra”, relató con convicción.
“He viajado al templo todos los años con la ayuda de mis hermanos, pero ahora que el templo está más cerca podré ir a la casa del Señor con más frecuencia. Sé que viviremos como familias eternas con cuerpos perfectos, y mientras tanto hacemos todo lo que nuestras fuerzas nos permiten”, finalizó.
Los milagros no han acabado en la Tierra. Y la fe del hermano Martínez es una representación viva de las tiernas misericordias que derrama el Señor sobre todos Sus hijos ayer, hoy y siempre.
Fuente: Church News
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