“Nunca nadie imaginó lo que sucedería el 11 de septiembre, pero lo que sí sabían es que harían todo lo posible para ayudar a los demás.”
En 1991, Marriott abrió el Centro Financiero Marriott, de 37 pisos y 504 habitaciones, a dos cuadras del World Trade Center. Era la única competencia del cercano hotel Vista International, que estaba ubicado entre las enormes torres gemelas de 110 pisos en el World Trade Center, un complejo de edificios en la ciudad de Nueva York que incluía a las emblemáticas Torres Gemelas.
Dos años después, en febrero de 1993, los terroristas islámicos, que intentaron derribar las Torres Gemelas, colocaron una bomba en el estacionamiento del hotel Vista International. La explosión acabó con la vida de seis personas, hirió a otras 1,000 y causó grandes daños al hotel. El estallido de la explosión se sintió hasta el Centro Financiero Marriott.
Los gerentes y colaboradores del Marriott se apresuraron a ayudar a su competencia en el Vista, asignando un espacio para un puesto de comando del Vista y un lugar para realizar conferencias de prensa.
El Centro Financiero Marriott también proporcionó alojamiento de cortesía durante cuatro días a los 120 funcionarios de la Autoridad Portuaria y continuamente entregó alimentos a aproximadamente 700 socorristas y equipos de limpieza. Posteriormente, el World Trade Center publicó un anuncio en el New York Times donde expresaron: “Muchísimas gracias, Marriott, por abrirnos tus puertas.”
En ese momento, la Autoridad Portuaria era propietaria del hotel Vista. Después del bombardeo, fue renovado y reabierto en 1994. Host Marriott lo compró por $ 141.5 millones en 1995 y lo renombró el New York Marriott World Trade Center. El magnate de los negocios y Santo de los Últimos Días, Bill Marriott, estaba encantado con la adquisición a pesar de los ataques terroristas.
Nadie imaginó que una amenaza vendría desde arriba.
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Cuando el terror ataca
Bill condujo a su oficina de Bethesda, Maryland, temprano un martes 11 de septiembre de 2001. Era una brillante mañana de cielo azul en la costa este. Se sentía descansado después de haber pasado dos semanas en el lago Winnipesaukee, tenía reservado un vuelo para el mediodía con destino a Nueva York, donde asistiría a una reunión del comité ejecutivo del Consejo Mundial de Comercio y Turismo.
Unos minutos antes de las 9 de la mañana, alguien interrumpió una reunión en su oficina para decirle que un avión acababa de estrellarse en una de las Torres Gemelas del World Trade Center.
Bill Marriott compartió:
“Corrí a la sala de juntas y encendí la televisión. Las primeras imágenes que aparecieron mostraban humo y un enorme agujero de fuego en una de las torres. Mi mente se dirigió directamente a nuestros huéspedes y colaboradores.
¿Sabía el personal del hotel lo que estaba pasando? ¿Estaban evacuando el lugar? ¿Habían personas heridas? Los colaboradores del hotel estaban bien entrenados en cuanto a casos de emergencias, pero esta emergencia no se parecía en nada a lo que habían visto antes.
Tratamos frenéticamente de comunicarnos con el personal del hotel por teléfono desde la sala de juntas, pero no tuvimos éxito. A medida que pasaban los minutos, más personas entraron a la sala de juntas donde, como millones de otros espectadores, nos quedamos impresionados por esas imágenes surrealistas. Luego vimos cómo el segundo avión se estrellaba contra la otra torre.
Hubo un silencio total en la sala. Todos estábamos devastados. Seguimos tratando de comunicarnos con nuestra gente. No teníamos idea de cuán mala era la situación para ellos, pero sabíamos que debía ser bastante terrible. Muchos de nosotros en esa sala de juntas no pudimos contener las lágrimas.”
Secuestrado por terroristas y volando a más de 795 kilómetros por hora, el avión con pasajeros a bordo, del vuelo 11 de American Airlines, se estrelló contra la torre norte a las 8:46 a.m. con una explosión de fuego, haciendo que los escombros impactaran en las calles.
Parte del tren de aterrizaje del avión se estrelló contra el techo del hotel Marriott de 22 pisos, aterrizando en una oficina al lado de la piscina sacudiendo todo el edificio.
La evacuación
En el vestíbulo, tres colaboradores del Marriott se reunieron con walkie-talkies, como lo habían practicado, para coordinar la evacuación. Rich Fetter, gerente residente; Joe Keller, jefe de camareras; y Nancy Castillo, directora de recursos humanos para el WTC Marriott y el Centro Financiero Marriott.
Varias alarmas ya estaban sonando en el hotel, los ascensores de los huéspedes se detuvieron automáticamente. Sin poder usar las computadoras, Fetter encontró la última copia impresa de la lista de huéspedes y se la dio a Castillo como referencia. Luego envió a los colaboradores a que realizaran un control habitación por habitación para asegurarse de que los huéspedes estuvieran evacuando el lugar.
Nadie en el hotel podía decir lo qué había pasado con la torre norte porque lo sucedido no era visible desde ningún punto dentro del Marriott. Pero la mayoría de los huéspedes sabía lo suficiente como para escapar, usando las escaleras.
Leigh Gilmore, una mujer de 42 años de Chicago con esclerosis múltiple, que dependía de su silla de ruedas motorizada, no pudo hacer nada más que abrazar a su madre en su habitación en el quinto piso. Luego, un segundo avión, el Vuelo 75 de American Airlines, golpeó la torre sur a las 9:03 de la mañana. Minutos después, dos hombres de mantenimiento del hotel Marriott encontraron a las Gilmore y las llevaron a un elevador de carga para ponerlas a salvo.
Para ese entonces, el Marriott también se había convertido en un medio de evacuación para quienes huían de las Torres Gemelas a través de la puerta que conectaba el hotel con la torre norte. Las compañías de bomberos y el personal del Marriott dirigieron a más de 1,000 personas asustadas a través del lobby hacia una salida hacia la calle Liberty.
Los escombros y los cuerpos aún caían de las torres, por lo que un policía tuvo que pararse en la puerta de salida para detener la línea cada vez que se detectaba la caída de estos. Debido a ese salida, el hotel Marriott salvó muchas vidas.
Un año después, el New York Times habló sobre este esfuerzo:
“Era sólo un hotel, un pequeño edificio de 22 pisos escondido debajo de dos edificios colosales, pero que en sus últimos 102 minutos, el Hotel Marriott en [edificio 3] del World Trade Center sirvió como la boca de un túnel, la pista de entrada y salida de las torres en llamas para, quizás, más de mil personas [gracias a que] un grupo de trabajadores no reconocidos del Marriott, desde gerentes hasta cargadores, se quedaron para asegurarse de que sus huéspedes salieran [del edificio].”
Honrando a los caídos
La pérdida en la tragedia fue muy impactante. Cuando se tomó un informe más adelante, parecía que al menos 41 bomberos que habían estado tratando de despejar el WTC Marriott murieron cuando el edificio fue destruido. Once de los 940 huéspedes registrados en el Marriott no fueron encontrados y pudieron haber estado entre las personas que murieron en las torres contiguas.
“Me entristeció profundamente la pérdida de nuestros hombres que, como sus muchos colegas ese día, exhibieron tanta valentía y dedicación frente a tan horrible tragedia”, escribió más tarde.
En ese momento, Bill le dijo a la revista Fortune: “Esto es lo más difícil que he experimentado en 45 años de negocios”.
El 20 de septiembre, Bill se encontró en Nueva York para dirigirse a sus empleados:
“Muchos de ustedes realizaron actos de increíble valentía al poner a las personas a salvo después del ataque a las torres, guiando a las personas a través de vigas de acero que eran todo lo que quedaba del piso del lobby.
Algunos de ustedes permanecieron en el hotel buscando a sus compañeros de trabajo e huéspedes hasta que los bomberos los obligaron a salir porque era demasiado peligroso quedarse [en el lugar]. Nunca olvidaré todo lo que han hecho aquí. Para mí todos ustedes son héroes.”
Bill anunció que todos los trabajadores de los hoteles afectados estarían cubiertos con el seguro de salud de la compañía durante un año. Todos ellos permanecerían en la nómina hasta al menos el 5 de octubre. Después de eso, debido a la generosidad de los 1,500 colaboradoes del hotel Marriott que donaron más de $ 2 millones de sus vacaciones pagadas, a todos se les daría unos meses más.
De su propia fundación familiar, Bill donó una subvención de $ 1 millón para pagar los gastos familiares de los sobrevivientes que no fueron cubiertos por varias organizaciones federales y estatales de emergencia y ayuda.
Cinco días después de Navidad, un trabajador de Ground Zero encontró en los escombros la bandera de Marriott que había ondeado sobre el WTC Marriott. Estaba un poco quemada, hecha tiras y rasgada.
Cuando Bill recibió la bandera, dijo que se la donaría al museo en proyecto de la tragedia del 11 de septiembre. Entre tanto, ordenó que se exhibiera en una vitrina de cristal en el vestíbulo de la sede principal para que todos los visitantes la vieran al pasar por la puerta principal. Con la intención de honrar el heroísmo de todos los colaboradores del hotel Marriott, la placa al lado decía:
Nuestro espíritu para servir
Del sacrificio… honor
De la adversidad… propósito
Del dolor… recuerdo
Este artículo es una adaptación del libro “Bill Marriottt: Success is never final” y fue escrito originalmente por Dale Vaan Atta y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “How This Ill-Fated Marriott Hotel and Its Brave Staff Played a Key Role in 9/11”