Como lo dirían los profetas antiguos y modernos, la gratitud es un principio que trae felicidad y paz. En una oportunidad, el élder Joseph B. Wirthlin dijo:
“La gratitud es una cualidad que he encontrado en todas las personas felices que conozco. Es una cualidad que hace instantáneamente a una persona más agradable y hace que se sienta más en paz. Donde hay abundancia de esta virtud, hay felicidad”.
Queremos estas hermosas bendiciones para nuestros seres queridos y nosotros mismos.
¿Cómo podemos sentir y expresar gratitud por Dios y las bendiciones que nos da? ¡Prueba las siguientes ideas!
Expresa tu gratitud
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Trata de adquirir el hábito de expresar gratitud. Especialmente, por las cosas pequeñas y cotidianas.
Algunos ejemplos podrían ser decir algo como: “¡Mi Padre Celestial me ha dado un día muy hermoso y soleado!” o “¡Me encanta cenar con mi familia! Me siento agradecido por mi familia”.
Lo más importante es encontrar formas de demostrar que estás agradecido por lo que tienes.
Si tienes hijos, reafirma tu amor por ellos con palabras y acciones, destaca lo bueno que hacen y dales las gracias por ello. De ese modo, les das el ejemplo para que también sean agradecidos.
Dar gracias en tus oraciones
Una de las formas más poderosas de crecer en gratitud es a través de la oración.
La naturaleza sagrada de la oración nos permite recibir revelación y conectarnos más íntimamente con Dios.
Ora diariamente en familia y asegúrate de agradecer cada vez. En este proceso, puedes invitar a los miembros de tu familia a hacer una lista de las cosas buenas que les pasaron en el día y están agradecidos por ello.
Luego, incluyan esas cosas en sus oraciones familiares.
Este ejercicio les ayudará a adquirir el hábito de buscar las bendiciones de Dios cada día.
Dar espacio al dolor y la adoración
Es inevitable experimentar momentos difíciles. Sin embargo, gracias a ellos, podemos reconocer la mano de Dios en nuestras vidas y estar preparados para los tiempos de prueba.
Cuando tengas un día malo o enfrentes un desafío, reserva un tiempo para meditar. Expresa tu dolor, conversa al respecto con alguien de confianza. Espera un momento hasta que cambies de mentalidad.
Luego, haz un esfuerzo por pensar en lo que puedes aprender de lo que estás experimentando. Haz una lista de aquello por lo que todavía estás agradecido.
Podemos experimentar tanto dolor como adoración a Dios al mismo tiempo. Una actividad como esta puede ser el primer paso para aprender este principio.
¿Cómo estás aprendiendo a tener un corazón más agradecido?
Fuente: LDS Daily