Una tormenta y un barco lleno de misioneros cansados: Es el inicio de una de las historias más grandes de todos los tiempos que promueve la fe dentro en las Escrituras. La historia que nos enseñará de qué maneras podemos caminar sobre el agua.
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Jesús se había ido a descansar, reflexionar y orar después del gran milagro de alimentar a cinco mil personas con panes y peces. Por otro lado, los apóstoles tenían miedo, se sentían abandonados, cansados y solos.
¿Alguna vez te has sentido de esta manera?
Más adelante los discípulos vieron lo que pensaron era sólo un espíritu, pero no era así, era Jesucristo, su mejor amigo, quien caminaba hacia ellos sobre las aguas. Las historias hablan de Pedro dejando la barca para unirse con su Salvador y ¿cómo no amar a Pedro?; mientras los otros discípulos se quedaron en el bote, Pedro se arriesgó a parecer un tonto. Él se enrumbo a lo desconocido y fue entonces cuando ocurrió el verdadero milagro.
A pesar de eso, desafortunadamente, muy a menudo pasamos por alto el milagro y nos volvemos rápidamente a criticar a Pedro. Hablamos de como él caminó con Cristo sobre las aguas, para luego llenarse de temor y hundirse; ¿por qué nos saltamos la parte del temor y el hundimiento de Pedro, el valiente?, ¡caminó sobre el agua! Sí, comenzó a hundirse, pero mientras sus amigos miraban seguros desde la cubierta, Pedro caminó sobre las aguas con el Salvador.
Aquí hay tres lecciones valiosas que aprendemos de Pedro que también nos ayudarán a “caminar sobre las aguas”
1. La Fe y la Duda
La Fe es una parte importante de la duda, por ejemplo, ¿alguna vez te has cuestionado si realmente sientes el Espíritu? La Fe nos dice que debemos seguir adelante y tal como Pedro, la fe nos ayuda a tomar riesgos – o ejercitar nuestra fe – e ir al templo. La fe te dice que leas tus escrituras y que ores incluso cuando no tengas ánimos, te ayuda a asistir a dar tu clase a los niños de la Primaria sobre las cosas que sabes, como las aves, los árboles y Dios.
Dejar el bote para dirigirnos al agua haciendo estas cosas es escoger la fe sobre la duda.
A veces, la decisión puede traer la burla – de la misma manera en que lo experimentó Pedro – de aquellos que todavía se encuentran “dentro del bote”. El truco es mantenerse enfocados en el Salvador. Caminar sobre las aguas no significa que no tengas dudas, significa que cuando una crisis de fe te lleve al fondo del océano vuelvas la vista al Salvador y empieces a caminar una vez más.
Recuerda que siempre hay espacio, especialmente en la Iglesia, para tus dudas y preguntas, recuerda no estancarte en el fondo del mar; levántate y mantén tus ojos en el Salvador. Él es tu fuente de fortaleza cuando las pruebas vengan, vuelve a la mesa sacramental cada Domingo, continua compartiendo lo que sabes, mantén tu mirada en el Salvador y no te distraigas por las olas de inseguridad que pasan alrededor tuyo. Edifica tu fe en el Salvador y luego sigue adelante.
2. Caer y Levantarse
La segunda lección que aprendemos de Pedro, es su habilidad de arrepentirse de sus errores. ¿Recuerdas cuando los apóstoles estaban cansados y asustados en el barco? Jesucristo estaba ahí, Él siempre estuvo ahí, jamás quitó la vista de sus discípulos; sin embargo cuando ellos no pudieron verlo se llenaron de temor. Ellos eran los hombres que caminaban lado a lado con el Salvador, fueron testigos de sus incontables milagros, y aún así, cuando Él se fue por un momento ellos dudaron. Aún cuando vieron a Jesús caminar hacia ellos, no pudieron reconocerle. A pesar de eso, Jesús siempre estuvo y estará ahí. A veces pasa lo mismo con nosotros; si pudiéramos ser como Pedro, seguiríamos adelante y reconoceríamos la mano del Señor, que siempre está extendida para nosotros.
¿Te encuentras batallando una adicción o tratando de cambiar tu vida? Quizá lograste alcanzar un año pero en el día 366 caíste, ¿ahora qué pasará? De cierto modo, Pedro sabe como se siente eso.
Has caminado sobre las aguas. Caminaste sobre las aguas cuando decidiste aparecerte en tus reuniones para recuperarte de la adicción, caminaste sobre las aguas cuando conociste a tu Obispo o tomaste la decisión de alejarte de una situación llena de tentación. Cuando caigas, tal como Pedro, es difícil no pensar en ese sentimiento que nos recuerda que nos estamos hundiendo en vez de recordar en donde hemos estado, de esa manera es que nos hundimos.
Entonces, ¿qué seguirá después?
Debido a que el viento soplaba con fuerza y las olas eran altas, Pedro se asustó. Él empezó a hundirse y le pidió a Jesús que lo salvara (Mateo 14:30). De la misma manera puedes sentirte débil o tentado, dejando que el miedo y la ansiedad se apoderen de ti empujándote a que regresas a los pecados que tú ya conoces. El Salvador tomó la mano de Pedro y lo confortó (Mateo 14:31). De la misma manera Él siempre tomará la tuya.
Si temes, caes o dudas, solamente trata de encontrar la mano de Dios. Levántate. Extiende tu mano. Sigue adelante. Tómate un día a la vez, vuelve una vez más al camino con la ayuda del Salvador.
3. La Crianza y Dios
La tercera lección que aprendemos de Pedro en esta historia es que Cristo sabe nuestro potencial y nos impulsará a alcanzarlo; esto se aplica en la crianza de los hijos.
Dios quiere que nos volvamos como Él, no porque tiene un ego muy grande, sino porque Él sabe que ese es nuestro camino hacia el gozo y felicidad eterna. Quizá te encuentres satisfecho siendo solamente una buena persona promedio, pero Nuestro Padre Celestial quiere que sus hijos lo tengan todo por medio de nuestro esfuerzo por volvernos como Él.
Nuestras relaciones familiares se convierten en uno de nuestros cursos avanzados más difíciles de la vida; uno de ellos es educar a los hijos – ahora eso si que es un gran ejemplo de caminar sobre las aguas. Tú les enseñas a tus hijos, los llevas a la Iglesia cada domingo, tienes una noche de hogar cada semana y los ayudas en sus actividades adicionales. Muchos se mantienen fieles a sus testimonios; pero, a veces tu misionero retornado dice que no quiere saber nada sobre la Iglesia.
En ese caso, caminar sobre las aguas se parece mucho a amarlo incluso cuando sus decisiones te hieren personalmente. Caminar sobre las aguas a veces puede ser parecido a invitarlo a cenar el día Domingo y asegurarte de que él sepa que es amado. Cuando el ser padres y las elecciones de tus hijos te hagan doler el corazón – e incluso te lleven hasta el fondo del océano – recuerda lo que Pedro hizo. No te rindas, pide ayuda, encuentra a Cristo y enfócate en Su gracia para darte la caridad necesaria para sobrellevar aquellas relaciones difíciles. Su manera es la manera.
Convertirse en un padre como Dios requiere mucho de invitar, enseñar, amar, perdonar y dejar ir de la misma manera en que Cristo enseñó, invitó, amó y se acercó a Pedro. La crianza duele porque no queremos que lastimen a nuestros hijos. Los niños que tienen problemas de aprendizaje, intimidación, depresión o adicción hacen que el agua se vuelva un poco agitada; criar a los hijos es caminar sobre las aguas.
Cuando lucho tratando de controlar a mis hijos, recuerdo que ellos son mis hermanos; he sido llamada para ser su madre, pero son los hijos de mi Padre. El Presidente Monson dijo que “nunca deberíamos dejar que el resolver un problema llegue a ser más importante que amar a una persona.”
Cuando Jesús y Pedro llegaron al bote, la tormenta se detuvo. Todos los discípulos recordaron lo que siempre habían sabido: Él era el Hijo de Dios (véase Mateo 14: 32-33). Me pregunto si los apóstoles que se quedaron a salvo en cubierta se arrepintieron de haberse quedado. Pedro creció de una forma en que ellos sólo podían mirar, él caminó sobre las aguas con el Salvador. Sí, fue aterrador. Sí, él se hundió. Pero tuvo una experiencia íntima con Jesús y aprendió cosas sobre sí mismo y sobre Cristo que sólo provienen de la experiencia.
Así que cuando te estés hundiendo, busca a tu Hermano. Él está aquí. Él siempre está ahí. Él está justo a tu lado, caminando a través de tus crisis de fe, de adicciones, debilidades y relaciones familiares. Incluso cuando estás cansado de las tormentas de la vida y te preocupe que no tengas las fuerzas suficientes, recuerda que ya estás caminando sobre las aguas, todos los días de muchas maneras.
Sólo tienes que levantarte y volver a intentarlo con la ayuda de Cristo.
Este artículo fue escrito originalmente por Ganel-Lyn Condie y fue publicado por ldsliving.com, con el título: 3 Ways You Are Already Walking on Water”