Siempre he sido una persona muy comprometida. Si te digo que terminaré un proyecto, lo terminaré. Si acepto un llamamiento, haré mi mejor esfuerzo para cumplirlo. Así es como fui criada para ser una discípula, hija, amiga, hermana y esposa comprometida. Sin embargo, me di cuenta de que en una generación y sociedad donde las personas se sienten más cómodas con los últimos peinados, las tendencias actuales o los nuevos movimientos de baile más extraños para satisfacer sus necesidades de cambio, los términos “compromiso” y “eternidad” pueden sonar muy intimidantes e incluso, aburridos. Esto es especialmente cierto cuando se trata de relaciones de matrimonio eterno y familia.
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Con la perspectiva cambiante de las citas y las relaciones en el mundo, parece ser más fácil justificar e incluso, ignorar las relaciones que por lo general se han considerado como a favor de los llamados “matrimonios abiertos,” de una sola noche, etc., cambiando de personas de la misma forma en que se cambian nuevos modelos de celular. Entonces, como mormones, ¿de qué manera podemos rechazar las ideas peligrosas sobre un compromiso flexible y aceptar la idea de un compromiso eterno, especialmente respecto al matrimonio eterno?
Cuando era obrera del templo, escuché historias de algunos novios que estuvieron paralizados por el temor, la duda o la ansiedad en el día de su boda que uno de ellos decidió que no podía continuar con eso. Aunque no sé qué preocupaciones específicas enfrentaban estas parejas, si te encuentras abrumado o asustado por la idea de estar casado por la eternidad. A continuación, te daré cinco consejos que te podrían ayudar a cambiar la manera en que piensas sobre el matrimonio eterno y poder continuar con seguridad en el camino de esta ordenanza sagrada.
1. Construir la confianza
De hecho necesitarás construir la confianza con tu futuro compañero eterno, pero no solo necesitamos hablar sobre la confianza en otra persona. También hablamos sobre la confianza en uno mismo y la confianza en Dios.
Aquí, hay algunas preguntas que podrías querer hacerte:
- ¿Confío en mí mismo para tomar decisiones sensatas y lógicas?
- ¿Confío en mi habilidad para recibir, escuchar y entender los mensajes de Dios, recibir revelación personal, en mi vida?
- ¿Confío en que tengo valor eterno?
- ¿Confío en que Dios sabe dónde estoy y me ayudará?
- ¿Tengo fe en que Dios cumplirá Sus promesas para mí o intentaré cumplirlas yo mismo?
- ¿En verdad confío en el Salvador?
- ¿No solo creo en Su identidad y misión divinas, sino también en Su poder para sanarme, ayudarme y cambiarme personalmente?
Recientemente, leí una cita del hermano Stephen E. Robinson en un maravilloso libro, “I Can Do Hard Things with God” (Puedo Hacer Cosas Difíciles con Dios), que resume bastante bien este concepto:
“Desafortunadamente… muchos de nosotros no solo confiamos en el Salvador. Creemos en Él, pero no confiamos en Él. Nos sentimos tan asustados e intimidados, tan espantados, por nuestras propias imperfecciones que no vemos cómo es posible que Él nos salve de ellas y perdemos la fe… Muchos temen de que si se comprometen con Él e intentan vivir el evangelio leal y fielmente, perderán algo importante que el mundo tiene para ofrecer.”
¿Cómo puedes desarrollar la fe y la confianza? A veces, creemos que Dios está ahí y nos ama, pero nos resistimos cuando nos piden tomar lo que parece ser un gran riesgo que podría terminar hiriéndonos. Como Kimberly Reid compartió en un artículo de la revista Ensign de 2008:
“Algunos de nosotros, temiendo a la angustia o al sacrificio, nos gustaría encontrar un cónyuge sin tomar riesgos. Sin embargo, sin esfuerzo, no pueden crecer los lazos del amor. El Élder W. Craig Zwick de los Setenta aconsejó a los jóvenes adultos asumir riesgos con la finalidad de ‘invertir en la felicidad eterna.’ Enfatizó que, ‘el riesgo es necesario.’ Esto podría significar la posibilidad de rechazo o sacrificar cierta independencia. Actuar significa demostrar fe en el Salvador, fe en Su poder para sanarnos de las desilusiones y crear una disposición más abnegada en nuestros corazones.”
El primer consejo para vencer el temor al matrimonio eterno es aprender a cómo confiar en que Dios siempre estará para ayudarnos.
2. Ceder el control y luego, tomarlo
No estoy diciendo que le des el control sobre todas las cosas en tu vida a tu futuro esposo. Estoy hablando sobre el control que le pertenece al Padre Celestial. Si tu temor proviene de una posibilidad desconocida de “atascarte” o decepcionarte de tu decisión de contraer un matrimonio eterno, retrocede y recuerda que siempre que confíes y recurras a Dios, Él siempre te ayudará a manejar situaciones y circunstancias inesperadas. No es posible planificar el próximo año de tu vida y mucho menos la eternidad. Pero, puedes reaccionar a los cambios con fe. Con el Padre Celestial, puedes encontrar el lado bueno y mantener relaciones sanas y positivas no solo con tu cónyuge sino con tus familiares y amigos cercanos que también te pueden ayudar a superar los desafíos nuevos o difíciles que puedan surgir.
Al mismo tiempo, ceder el control no significa que simplemente puedas tomar las cosas como vengan. Siempre habrá cosas sobre las que tengas el control definitivo, como tus reacciones y decisiones. Es importante reconocer que existe una importante responsabilidad que viene con la primera decisión hacia la eternidad. Con la excepción de casos de abuso, peligro emocional o físico, u otros casos únicos o extremos, tú controlas y decides si continuarás recordando y descubriendo las características buenas de la persona con la que te comprometiste o si te cansarás de intentar y abandonar la eternidad por las opciones “más buenas y brillantes” que te rodean.
El mismo artículo de la revista Ensign de 2008 comparte el ejemplo de alguien que aprendió cómo lidiar con el temor al matrimonio eterno:
“Mike sentía temor de comprometerse con Kristen, se preguntaba si su amor podía durar eternamente. Le preocupaba que sus temores fueran precauciones del Espíritu Santo. ‘Pero nos da temor hablar en la reunión sacramental y eso no significa que no debamos hacerlo,’ dijo. Finalmente, se dio cuenta, ‘Ningún temor que sentí estaba completamente fuera de mi control. Estaba en mis manos hacer realidad esos temores o desaparecerlos.’ Decidió desaparecerlos al comprometerse a trabajar diligentemente para construir la relación. ‘El matrimonio eterno requiere de esfuerzo,’ dice, ‘pero también lo es estar soltero. No hay nada más satisfactorio que una relación exitosa.’”
Cuando puedas confiar en que Dios te guiará, será más fácil lidiar con el temor a lo desconocido que tienes delante y creer que te espera la felicidad.
El segundo consejo para superar el temor al matrimonio eterno es entregarle el control al Padre Celestial. Luego, asumir la responsabilidad de las cosas sobre las que tienes control.
3. Lee tu bendición patriarcal
Este fue un consejo muy importante para mí.
No nacimos con una gran capacidad para comprender la eternidad, pero si practicamos, nuestra visión comenzará a ampliarse y nos dará una perspectiva más espiritual e informada del mundo.
Las bendiciones patriarcales te dan una perspectiva eterna y te ayudan a comprender un poco mejor tu identidad y potencial divinos. Tus bendiciones pueden decirte o no las cualidades de la persona con la que te casarás, recuerda que tu futuro cónyuge tendrá muchas de las mismas bendiciones y promesas potenciales descritas, promesas en las que ambos trabajarán idealmente. Toma coraje y utiliza tus bendiciones como una oportunidad para retroceder y ver nuevamente un panorama más amplio y el propósito del matrimonio eterno: progresar juntos y ayudarse mutuamente para cumplir con esas promesas eternas a medida que crees una nueva familia.
Si estás demasiado enfocado en las preocupaciones sobre las finanzas, la calidad de vida, la celebración de la boda, las apariencias físicas, etc., será difícil estar entusiasmado o incluso, ver qué podría haber en el futuro espiritual, que no hace que la eternidad suene muy atractiva. En cambio, puedes poner esas preocupaciones terrenales en su propia perspectiva, darte cuenta de que la fe y un futuro brillante te hacen confiar en la felicidad de un matrimonio eterno.
El tercer consejo para superar el temor al matrimonio eterno es tomarte el tiempo de retroceder a observar un panorama más amplio al estudiar tu bendición patriarcal.
4. Considerar, preguntar, continuar
No estoy diciéndote que debas precipitarte a alguna relación. Pero, si has practicado escuchar al Espíritu y la respuesta para una pregunta sobre el matrimonio eterno se siente similar a una previa respuesta positiva, no te cuestiones ni procrastines. Anota los sentimientos y pensamientos que te ayudaron a tomar la decisión y revísalos cuando necesites un recordatorio de la validez de tu decisión.
Supongo que esto nos regresa al punto sobre aprender a confiar en Dios, pero también nos recuerda que la eternidad no nos esperará. Los compromisos eternos se mueven y renuevan constantemente, el tiempo no espera. Estar indecisos simplemente nos puede dañar y hacernos sentir que no tenemos un propósito si no somos cuidadosos.
El Élder Holland ha declarado:
“Ningún noviazgo, compromiso o matrimonio serio vale la pena si no invertimos todo lo que tenemos en él y, al hacerlo, nos confiamos completamente a la persona que amamos. No puedes tener éxito en el amor si mantienes un pie en la orilla por razones de seguridad. La naturaleza propia del esfuerzo requiere que se abracen tan fuerte el uno al otro que puedan saltar juntos a la piscina.”
Escoge la fe, no el temor. Recuerda, ¡la eternidad no significa estar estancado! Parte de la diversión de la eternidad es que siempre habrá algo qué hacer, trabajar o alcanzar con el cónyuge. Nunca tienes que estar estancado en repetir. Eso no significa que el matrimonio eterno en la tierra no estará lleno responsabilidades cotidianas necesarias y mundanas, sino que significa que tienes la habilidad de decidir continuar física, intelectual, espiritual y emocionalmente además de divertirse y progresar juntos.
El cuarto consejo para superar el temor al matrimonio eterno es anotar las impresiones del Espíritu para revisarlas en los momentos de duda y buscar maneras de crear emoción en tu vida independientemente de donde te encuentres.
5. No te apresures a la eternidad
La cultura acelerada en la que vivimos crea una sensación de urgencia que puede ser pesada e irrealista en un matrimonio eterno o cualquier convenio eterno del evangelio.
Ya sea que estés preocupado por un fracaso actual en ti o tu posible cónyuge, o si sientes que no tienes la educación, la calidad de vida u otra cosa que necesites para comenzar un matrimonio eterno, detente. Cuando me preparaba para recibir mi investidura, sentí el peso de la eternidad. La idea de realizar convenios que sería responsable de guardar o vestir símbolos durante el resto de mi vida fue muy desalentadora. Hasta que me di cuenta de que no tenía que saberlo todo antes de que me fuera. En verdad, el propósito de ir al templo es aprender. Hacer lo mejor que puedes con lo que sabes ahora, continuar aprendiendo y progresando hacia el entendimiento perfecto y tener una vida perfectamente recta. Pero, tengo toda mi vida y eternidad para hacerlo.
Si bien la idea de la eternidad no debería hacernos procrastinar el cambio, debería animarnos a llevar las cosas a un ritmo realista. El matrimonio eterno es de la misma forma. No tienes que saberlo todo o ser perfecto ahora. Parte del gozo de un matrimonio eterno y feliz es que tienes tiempo de cometer errores, arrepentirte, aprender de ellos y perfeccionar tu proceso personal de toma de decisiones a medida que avances. Uno de los compromisos que creo que está intrínsecamente ligado al sellamiento es la promesa de que siempre lo intentarás. No prometes ser perfecto para la eternidad a partir de ahora. Se promete mutuamente y, lo que es más importante, se promete al Señor que trabajarán en mejorar su paciencia, determinación, mansedumbre, amor, bondad o cualquier característica que les permita llegar a ser más como Cristo y un mejor compañero para siempre.
El Presidente Howard W. Hunter compartió:
[El matrimonio]… es un comportamiento que se aprende. Nuestro esfuerzo consciente —y no instintivo— determina el éxito. La fuerza motivadora procede de la bondad, del afecto verdadero y de la consideración hacia la felicidad y el bienestar del otro.
Elegir con sabiduría a la pareja es una gran contribución a un matrimonio de éxito; sin embargo, el esfuerzo consciente por cumplir plenamente con nuestra parte es el elemento que más contribuye al éxito. (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Howard W. Hunter, 129-30).
El quinto consejo para superar el temor al matrimonio eterno es practicar estableciendo metas realistas de progreso espiritual ahora. Encuentra el gozo en el evangelio y compromiso a medida que lo haces.
Toda situación tiene circunstancias únicas de temor, preocupación y desafío. Solo tú y el Señor pueden saber perfectamente cómo solucionarlas, soportarlas o dejarlas cuando sea necesario. Sin embargo, si pones tu confianza en Él y practicas algunas de estas habilidades ahora, el temor a la eternidad no te impedirá avanzar en el camino de la vida eterna.
Artículo originalmente escrito por Janalee Sandau y publicado en ldsliving.com con el título “5 Tips for Coping with Anxiety About Eternal Marriage.”