Una de las bendiciones más hermosas de participar de la Santa Cena es sentir la presencia del Espíritu Santo y, en consecuencia, estar más cerca del Salvador.
Al momento de renovar nuestros convenios, podemos sentir el gran amor de nuestro Padre Celestial, recibir guía en momentos de dificultad y entender las pruebas que se presentan en nuestra vida.
Para ayudarte a aprovechar al máximo este tiempo, te comparto 5 cosas que puedes hacer durante el tiempo en que se reparte la Santa Cena.
1. Busca inspiración propia
Durante la Santa Cena y las demás ordenanzas, el Señor nos brinda una visión íntima de cada uno de nosotros. Es en este proceso de autoevaluación donde experimentamos mayores bendiciones porque empezamos a vernos tal como Él nos ve.
Cualquiera que sean nuestras dificultades espirituales, el Salvador ve más allá de lo que tenemos.
Él sabía lo que íbamos a pasar desde antes de venir a esta tierra por lo que busca la manera de ayudarnos a encontrar nuestro destino y alcanzar nuestro potencial divino.
Aunque podamos sentirnos insignificantes ante nuestros ojos y los demás, es importante recordar que seguimos siendo hijos e hijas de Dios y que Él ha enviado verdaderos ángeles para cuidarnos y velar por nosotros.
2. Usa tu imaginación
Puede que no seamos capaces de entender plenamente todo lo que ocurrió en Getsemaní, la Crucifixión y la Resurrección, pero lo podemos imaginar.
El presidente Joseph Fielding Smith describió esta imaginación de la siguiente manera:
“Si pudiéramos ver al Salvador de los hombres sufriendo en el Jardín o sobre la cruz, y pudiésemos comprender plenamente todo lo que aquello significó para nosotros, desearíamos guardar Sus mandamientos y amaríamos al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestra alma, mente y fuerzas”.
La imaginación abarca un amplio abanico de la consciencia humana, incluyendo nuestros sentimientos. Esta acción nos invita a ver la vida de Jesús, Sus enseñanzas y parábolas de una manera diferente y más personal.
3. Enfócate en arrepentirte
Arrepentirse no solo debe suceder en momentos de debilidad o cuando lo deseamos, tampoco se trata de olvidar lo que pasó para ser libres. No es así.
Si caemos en pecado, la promesa del Señor nos dice que podemos ser perdonados si nos arrepentimos de manera sincera y nunca más volvemos a caer en el mismo error. Pero si el pecado persiste, es lógico que no podamos ser limpios.
Sabemos que en las escrituras un día “tendremos un vivo recuerdo de toda nuestra culpa” (Alma 11:43), recordaremos todo lo que hemos decidido olvidar. Sin embargo, en el postrer día, Él leerá nuestro corazón y cada intención grabada a lo largo de nuestro largo y duro viaje de regreso a nuestro hogar celestial.
Si nos arrepentimos, el proceso de sanación nos sanará y brindará paz, tendremos un cambio de corazón y nos alejaremos de la culpa y dolor que solíamos sentir.
4. Céntrate en el Pastor
En las Escrituras, vemos que a Jesucristo se le considera como un “Cordero”.
Un cordero puede ser juguetón, impulsivo, se deja engañar con facilidad, es vulnerable ante los demás animales y se expone a los peligros que acechan fuera del redil.
Entonces, ¿por qué a Jesus se le llama “cordero”?
Es debido a que se le caracteriza como un ejemplo clásico de cómo lo débil se hace fuerte con la ayuda de Dios. Podemos ver esto desde Su infancia como un corderito hasta su triunfo como el Cordero que “venció al mundo” (Juan 16:33).
Cuando nos convertimos en corderos, llegamos a conocer a nuestro Salvador, Jesucristo y el sacrificio que hizo por cada uno de nosotros.
5. Piensa en renovar tus convenios
A medida que participamos de la Santa Cena, nos preparamos para disfrutar de todos los convenios que hemos hecho con el Señor.
Puede que a veces sea difícil asistir a la Iglesia, pero lo cierto es que debemos hacer nuestro mayor esfuerzo por asistir.
A pesar de las pruebas que se nos presenten, debemos cumplir con los mandamientos y consagrar nuestro tiempo al Señor.
El Señor nos bendice por cada mandamiento divino que cumplimos, Él siempre recompensará nuestro esfuerzo y aquello realmente valdrá la pena.
Fuente: LDS Living