El perdón es un tema muy polémico en el mundo debido a las acciones que supuestamente debe conllevar.
A veces, incluso, caemos en algunas mentiras que se dicen sobre el perdón.
En la Iglesia de Jesucristo se enseña que debemos perdonar y que esto finalmente nos lleva a olvidar.
Sin embargo, ¿realmente perdonar significa olvidar y actuar como si nada hubiera pasado? ¿Qué pasa si las personas que nos lastiman no se han arrepentido? ¿El perdón realmente me ayudará o solo es bueno para el que nos lastimó?
Estas son 5 mentiras sobre el perdón que aclararemos el día de hoy a fin de ayudarnos a comprenderlo mejor y no caer en ningún malentendido.
1. Si perdono, entonces nunca recordaré lo que me hizo
Científicamente, nuestra memoria ha sido creada y programada para aprender de los recuerdos.
Nuestra memoria tiene una capacidad ilimitada y normalmente cuando aquellos recuerdos son tan impactantes, se vuelven difíciles de olvidar.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre recordar ocasionalmente lo que pasó y estar pendiente de aquel recuerdo constantemente.
Cuando se busca el perdón, se busca evitar pensar en aquella acción que nos hirió. Es un esfuerzo que conlleva tiempo y el amor puro de Cristo.
Una vez que perdonamos, no necesitamos pensar y analizar continuamente aquel evento.
Como el élder Holland enseñó:
“El pasado es para aprender pero no para vivir. Miramos atrás para reclamar las llamas de una brillante esperanza, pero no de las cenizas…
Atarnos a los errores del pasado es la peor manera de revolcarnos en el pasado que estamos llamados a cesar y desistir”.
2. Puedo perdonar, pero el rencor me protegerá
Nuestro mecanismo de defensa puede decirnos que nos aferremos al dolor para que no nos vuelvan a herir.
Esto puede funcionar, pero solo por un momento. Retener el perdón no permitirá que aquella herida sane, solo hará que se mantenga fresca y se abra constantemente.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo en su discurso:
“Dejemos que nuestras heridas se curen… aquellas que han sido causadas por palabras cortantes, por agravios obstinadamente cultivados… Afortunadamente, todos nosotros tenemos el poder superar todo aquello, solo si nos vestimos con el vínculo de la caridad, como con un manto, que es el vínculo de la protección y la paz”.
3. Si perdono es porque justifico lo que me pasó
Cuando perdonamos, liberamos a alguien de su ofensa, lo eximimos del mal realizado en nuestra vida. Para poder perdonar a alguien, primero debemos reconocer que lo que sucedió estuvo totalmente mal, que no tuvo justificación alguna.
La diferencia radica en que nosotros perdonamos porque también somos seres imperfectos, y es así cómo dejamos el juicio a Dios y permitimos que alivie nuestra carga.
El élder Kevin R. Duncan, durante la conferencia general de abril de 2016, dejó en claro la otra parte del perdón:
“Perdonar no significa aprobar. No se trata de justificar la mala conducta ni de permitir que los demás nos traten mal debido a sus problemas, dolores o debilidades”.
4. Perdonar significa seguir interactuando con la persona que me lastimó
Cuando Jesucristo nos pidió que perdonemos, lo hizo para aliviar las cargas del rencor y el odio, pero nunca nos dijo que confiemos nuevamente en la persona que nos lastimó.
Perdonar y confiar son dos cosas totalmente distintas.
Dios nos pide que perdonemos, pero también nos hacemos responsables de establecer los límites necesarios para mantener nuestra integridad a salvo.
Esto se refleja claramente en el discurso del élder David E. Sorense en la conferencia general de abril de 2003:
“El Salvador nos pide que perdonemos y combatamos la maldad en todas sus formas, y aun cuando debemos perdonar a quienes nos hagan daño, aun así debemos actuar en forma constructiva para asegurar que el daño no vuelva a ocurrir”.
5. Si esa persona no se arrepintió, no debo perdonarla
Cuando el Señor nos dice que perdonemos, no nos pide que sea condicional ni que seleccionemos o hagamos un checklist para saber si es pertinente o no perdonar.
Él pide que solo lo hagamos. El perdón no se merece ni gana, se da libremente.
Además, sin importar si esa persona se ha arrepentido o no, nosotros podemos encontrar paz en nuestra vida.
“Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres.
Y debéis decir en vuestros corazones: Juzgue Dios entre tú y yo, y te premie de acuerdo con tus hechos” (Doctrina y Convenios 64:10-11).
Fuente: La Iglesia de Jesucristo