Elder Holland: ¡Cuidado! El pecado del abuso verbal no conoce género

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Tengo muchos atributos buenos, así como malos. Mi esposa de casi 40 años solo se enfoca en las partes malas. Ella se molesta, luego insinúa que desea divorciarse en lugar de trabajar en nuestra relación. Ella claramente me trata con desprecio… y cree que todo es culpa mía.

He aceptado que este tipo de abuso es mi prueba, y agradezco al Padre Celestial que no sea una prueba terrenal más difícil. ¿Tienes algún consejo para mí?

Respuesta

Puedo sentir el dolor y la resignación que estás experimentando en las pocas palabras que has compartido sobre tu matrimonio. Cuarenta años es mucho tiempo sintiendo desprecio por parte de tu cónyuge. 

Aunque tengo preguntas adicionales sobre tu situación que podrían influir en mi respuesta, compartiré algunas ideas que pueden ayudarte a considerar diferentes formas de tratar con tu esposa.

Creo que el aspecto más desafiante de tu situación no es solo que tu esposa sienta desprecio y desagrado hacia ti, sino que se niega a hacer un esfuerzo por resolverlo y mejorar su relación contigo. No es raro que incluso los matrimonios más saludables experimenten sentimientos transitorios de resentimiento.

Sin embargo, permitir que esos sentimientos se acumulen a lo largo de los años sin abordarlos crea el desagrado que están experimentando. El Dr. John Gottman, especialista en matrimonios, identificó el desagrado y el desdén como los predictores más poderosos de divorcio en más del 93% de las parejas que estudió.

Mencionaste la palabra “abuso” para describir tu experiencia. Reconozco que esta palabra es a menudo una dinámica que es ridiculizada o descartada por aquellos que creen que las mujeres no pueden infligir el tipo de abuso que un hombre puede infligir en una mujer. 

Si bien es cierto que las mujeres generalmente no abusan físicamente de los hombres, las mujeres son igualmente capaces de abusar de los hombres de diferentes maneras.

El élder Jeffrey R. Holland nos recordó que “el pecado del abuso verbal no conoce género”. Luego continuó con una advertencia de que “las palabras de la mujer pueden ser más punzantes que cualquier puñal que se haya creado, y pueden ocasionar que las personas a las que ustedes aman se retraigan tras una barrera más distante de lo que se imaginaron al empezar la conversación”.

Todos somos capaces de abusar emocionalmente de quienes amamos mediante críticas, trato silencioso, insultos, chismes entre otros.

El abuso emocional es a menudo más difícil de definir que el abuso físico o sexual, ya que los puntos que cubren no siempre son tan claros. Sin embargo, creo que cada vez que deshumanizamos a alguien al disminuir su realidad y existencia, abusamos de esa persona.

En otras palabras, cuando tratamos a alguien como si no tuviera derecho a sus propios sentimientos, necesidades o deseos, lo estamos tratando como si fuera algo menos que un ser humano.

Te preguntas cómo responder ante su manera de tratarte y su falta de compromiso. Independientemente de cómo responda, debes tener cuidado de no desarrollar el mismo sentimiento que ella ha mostrado hacia ti. 

Esto no significa que no podamos protegernos y establecer límites de las acciones dañinas de los demás, al protegernos, también nos esforzamos por disciplinarnos y proteger su humanidad.

No queremos perder el contacto con nuestra humanidad disminuyendo la de ellos. Creo que esto es lo que quiso decir el Salvador cuando nos dio el mandamiento: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44).

No mencionaste que este trato es un problema para ti. Si bien no minimizo la seriedad de ser tratado con desprecio, me parece que no te amas lo suficiente como para dejar a tu esposa. 

Entiendo que tus razones para permanecer casado son complejas y diversas. Dado que estás eligiendo quedarte con tu esposa, te compartiré algunas ideas sobre cómo lidiar con tu situación.

No sé por qué tu esposa tiene estos sentimientos tan severos hacia ti. Las razones ciertamente podrían incluir una crianza dura, traiciones anteriores no resueltas, enfermedades mentales, desequilibrios hormonales y de salud, entre otras posibilidades.

Independientemente de las razones que ella pueda estar atravesando, es apropiado pedirle que sea más considerada con el impacto que sus acciones tienen en ti y en la relación. Es importante abogar por condiciones saludables en el matrimonio, ya que lo contrario degrada a todos.

Por supuesto, te animo a que reflexiones sobre tus propias acciones pasadas y presentes hacia ella que podrían haber dañado tu relación.

Si encuentras áreas en las que podrías haber dañado su confianza y respeto por ti, espero que hayas podido disculparte y la hayas invitado a compartir el impacto que estas experiencias han tenido en su bienestar.

En tu esfuerzo por evitar llenarte de resentimiento y desprecio, también puedes ampliar tu visión de ella y de tus convenios matrimoniales.

Tu capacidad para verla tal y como es no solo te permitirá ver sus fortalezas, sino que también te dará la confianza de entender que la forma en que ella te trata no es la mejor versión de sí misma. 

Puedes hablar con ella con amabilidad y confianza en lugar de morderte la lengua, guardar silencio y soportar sus rabietas y comentarios sobre el divorcio.

Quizás podrías hacerle saber lo importante que es para ti y que quieres estar cerca de ella. Házle saber que quieres entender qué es lo que hace que su matrimonio sea tan doloroso para ella.

Comparte con ella que crees que tu matrimonio es capaz de mucho más. Invítala a que se una a ti para que puedan sanar, reparar, edificar y comprometerse en su matrimonio.

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Espero que lo que he compartido contigo pueda ayudarte, darte ánimos para superar este desafío. Sé que nada de esto es fácil o tiene soluciones simples. Estás eligiendo permanecer en el convenio con tu esposa y Dios a pesar de que ella se niega a unirse a ti para sanar su compañerismo.

Afortunadamente, como Cheryl Brown compartió en su discurso de la Conferencia de Mujeres de BYU de 1994:

“Los convenios que hacemos en esta tierra están diseñados para guiarnos a través de nuestras complejidades y ayudarnos a decidir qué hacer cuando no entendemos, o cuando las problemas nos abruman, o cuando sentimos que no podemos aguantar un segundo más… [los convenios] son fuentes seguras de guía y fortaleza”.

Fuente: Meridian Magazine

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