En la Iglesia hablamos mucho de fe, milagros y servicio. Entre esos momentos sagrados está la bendición del sacerdocio, y uno de sus detalles más curiosos es el uso del aceite.

¿Por qué lo hacemos? ¿Qué representa? Hoy queremos explicarlo de manera sencilla y con el corazón en lo espiritual.

Un símbolo que viene de muy lejos

El aceite ha sido usado desde tiempos bíblicos como señal de consagración y dedicación a Dios, recordándonos Su presencia y protección. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Desde los tiempos de Moisés, el Señor enseñó a Su pueblo un principio: lo que se dedica a Dios se consagra. Y uno de los símbolos usados para esa consagración era el aceite de oliva. 

Con ese aceite se apartaba a profetas, reyes y sacerdotes. También se dedicaban objetos del templo, porque el aceite representaba algo puro, limpio y especial.

Para nosotros, ese simbolismo sigue vivo. La unción es una invitación a recordar que Dios nos conoce, nos ve y nos aparta para recibir Su ayuda.

El aceite apunta a Cristo

Jesús abrazando a alguien
Más que una sustancia, el aceite simboliza al Salvador, quien sana, alimenta el alma y trae luz a nuestra vida. Imagen: Midjourney

Entre todos los aceites de la antigüedad, el de oliva era el más puro, el más claro y el que iluminaba mejor las lámparas. Curaba heridas, alimentaba y traía luz. Por eso es un símbolo tan fuerte del Salvador.

Jesucristo es quien sana, alimenta el alma y trae luz a nuestra vida. Las palabras Mesías y Cristo significan literalmente El Ungido. Cada vez que se usa aceite en una bendición, recordamos que el poder real está en Él, y no en la sustancia en sí.

Hoy la Iglesia enseña que debe ser 100% aceite de oliva. No importa si es extra virgen o no, mientras sea puro. Y solo toma sentido espiritual cuando es consagrado por el sacerdocio

No se convierte en algo “mágico”, sino en un símbolo sagrado preparado para servir a Dios. El aceite consagrado es una señal de fe y obediencia, una forma de decir “aceptamos la manera del Señor”.

Cómo funciona la bendición

bendicion de niños
La unción combina fe y poder del sacerdocio: el aceite es un canal que enfoca nuestra confianza en Jesucristo. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Cuando alguien recibe una unción, hay dos pasos:

  1. Un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec coloca aceite en la cabeza de la persona.
  2. Otro sella la unción con una bendición.

Los dos pasos apuntan al verdadero centro del milagro: la fe en Jesucristo y el poder del sacerdocio.

Una historia enseñada por líderes de la Iglesia cuenta cómo una niña gravemente herida recibió una bendición siguiendo este patrón y se recuperó por completo con los años. 

La historia es para recordarnos que la fe sincera siempre abre espacio para la intervención del Señor, sea para sanar, fortalecer o dar paz.

Como explicó un maestro de las Escrituras, el aceite y las manos no sanan. El Salvador es quien sana.  La ordenanza solo nos ayuda a enfocar el corazón y unir nuestra fe en Él.

Qué pueden y no pueden hacer los miembros

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Solo los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec pueden administrar la ordenanza; el resto recibe bendición a través de la fe y fidelidad. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

A veces hay dudas sobre quién puede usar el aceite o imponer manos. La guía es que solo los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec pueden consagrar aceite y dar la unción. 

Además, las mujeres, que participan plenamente del poder del sacerdocio mediante convenios y servicio, no administran esta ordenanza, pero acceden a la ayuda divina a través de su fe, su fidelidad y el Espíritu.

Esto no limita su influencia espiritual; simplemente honra el orden que el Señor estableció para las ordenanzas.

Lo que realmente importa

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La fe es el centro de la bendición: el aceite y las manos son símbolos que nos acercan al poder de Dios, no fuentes de poder por sí mismos. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Cuando no hay aceite disponible, se puede ofrecer una oración de fe imponiendo manos. El Señor nunca condiciona Su amor a un frasco de aceite. Él mira la fe, no la logística.

Al final, la unción es un recordatorio de que el Señor usa cosas pequeñas para darnos grandes promesas. 

El aceite apunta a Cristo. La imposición de manos apunta a Su poder. La fe abre la puerta. Esa es la belleza del evangelio. Y esa es la razón por la que seguimos usando aceite hoy.

Fuente: Ask Gramps 

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