Un día, cuando Marius regresaba de la escuela, escuchó las voces de varias personas en casa.
“Me pregunto quién está aquí”, pensó.
Su madre estaba trabajando en el extranjero y solo vivía con su abuela, Lola.
Cuando entró a casa, le dijeron:
“¡Sorpresa! Estamos aquí para felicitarte por la medalla que ganaste en la competencia de Taekwondo”.
Su abuela Lola había invitado a todos sus amigos para festejarlo y preparó una deliciosa comida para todos.
Después de toda la diversión, los amigos de Marius comenzaron a retirarse y José, su mejor amigo, se acercó y le preguntó antes de irse:
“¿Quieres ir a jugar bolos mañana?”
Marius aceptó la invitación y estaba muy emocionado por ello.
Esa noche, antes de dormir, Marius oró:
“Padre Celestial, gracias por darme tan buenos amigos y familia. Bendice a mi mamá mientras está lejos y bendíceme para divertirme jugando a los bolos con José mañana”.
Desafortunadamente, al siguiente día Marius no pudo ir a los bolos porque se desató una gran tormenta y muchas calles e incluso casas se inundaron.
La tormenta duró 3 días y Marius solo podía quedarse en casa mientras escuchaba cómo caía la lluvia.
Más tarde, Marius sintió un olor muy delicioso que venía de la cocina, era su abuela que estaba preparando algo especial.
“¿Qué estás cocinando, abuela?”, preguntó Marius con curiosidad.
Lola respondió:
“Estoy preparando comida para las familias de nuestro barrio. Sus casas se inundaron y el obispo me pidió ayuda”.
De inmediato, Marius pensó en José y le dijo a su abuela:
“¿Podemos hacer comida para la familia de José? Es probable que ellos también necesiten ayuda”.
Lola pensó que esa era una excelente idea. Entonces, juntos comenzaron a empacar la comida que hicieron. Cuando la lluvia se detuvo, Lola y Marius salieron a entregar la comida.
Cuando llegaron a la casa de José, Marius vio a su mejor amigo llorando, lo abrazó y expresó:
“Siento mucho que tu casa se haya inundado. Jesús te ama y nosotros también”.
Entonces, comenzaron a limpiar las cosas embarradas de su casa mientras Marius cantaba “Soy un hijo de Dios”.
Cuando se tomaron un descanso, Marius le dio a José la comida que le preparó.
“Gracias por ayudar a mi familia y ¡gracias por la comida! ¡está deliciosa!”, dijo José.
Luego, José le pidió a Marius que le hablara más de Jesús y de la canción que estaba cantando.
Así que, Marius invitó a José a ir a la Iglesia con él el domingo para que aprendiera más de Jesús y pudieran cantar juntos.
“¿Te gustaría venir a la Iglesia conmigo el domingo? Ahí es donde aprendo acerca de Jesús y también podemos cantar juntos”.
José aceptó la invitación.
Marius sintió mucha paz al poder ayudar a su mejor amigo y a su familia en ese momento tan difícil y también se sintió muy feliz de poder compartir el evangelio.
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*Portada: Take my hand by Greg Olsen